FYI.

This story is over 5 years old.

pequeños caprichos millonarios

Soñando con Pep: el Manchester City y la búsqueda de la exclusividad absoluta

A pesar de que Pep Guardiola asegura que se quedará en Alemania, los rumores que le relacionan con el Manchester City aumentan día tras día.
Photo by PA Images

Los fans del Manchester City tienen que ir con cuidado con lo que desean. A pesar de toda la rumorología que coloca a Josep Guardiola al frente del equipo inglés la próxima temporada, no hay que ponerse demasiado dramáticos: los aficionados '_citizens_' deben ser muy prudentes. Hasta la fecha, el ManCity nunca ha logrado sacar todos los réditos posibles de las ventajas de las que ha disfrutado. Es como si el mundo no tuviera sentido para este club, como si todos los que guardan relación con él fueran incapaces de entender las sutilezas de la existencia humana.

Publicidad

Si pudiéramos raptar a cierto jeque de Abu Dhabi e inyectarle el suero de la verdad para que nos contase sus secretos, más allá de los halagos al Manchester City y a Blue Moon Rising, seguramente nos diría lo que ve en las palabras "Més que un club": lo mismo que en el 'cavallino rampante' de Ferrari, las Cs entrecruzadas de Chanel y la corona de oro sobre la palabra Rolex.

Para el jeque en cuestión, conseguir un coche Ferrari, un reloj Rolex o un bolso Chanel es simple: basta con poner el dinero. Desde su óptica, por lo tanto, para conseguir el "més que un club" lo que hace falta es comprarlo. En el caso del ManCity, sean cuales sean las motivaciones personales del jeque, lo cierto es que éste se ha comportado de una forma más genuinamente beneficiosa que los demás 'nuevos ricos' que se han comprado clubes de fútbol.

Aunque el Campus Etihad aún no ha dado frutos deportivos visibles, la inversión de mil millones de libras (1.300 millones de euros) del propietario ha permitido construir más de dos hectáreas de equipamientos comunitarios. Si los niños que viven en zonas desfavorecidas pueden jugar en el impoluto césped de sus nuevas instalaciones, el mundo entero habrá salido ganando.

Pero, ¿qué quiere realmente el Señor Abu Dhabi? Pues un número uno indiscutible. En un mundo en el que todos a tu alrededor disponen de sumas de dinero estratosféricas, disponer de un número uno que los otros no tengan no tiene precio. Y como todos saben, los ojos del mencionado Señor Abu Dhabi llevan diez años puestos en un lugar concreto.

Publicidad

Para él, si es necesario trasplantar el FC Barcelona entero, pues adelante. No en vano el City fichó a Ferran Soriano y Txiki Begiristain, ex directivo y ex secretario técnico del club respectivamente. Los 'citizens' también incorporaron a Rodolfo Borell, ex técnico de La Masia, y construyeron un campus deportivo a imagen y semejanza de las instalaciones azulgrana.

Pero aquí es donde las cosas dejan de ser tan bonitas. Soriano y Begiristain no han estado demasiado finos fuera del Barça. Sí, ganaron la Premier el año pasado, pero, a pesar de que las capacidades de Roberto Mancini como constructor de plantillas dejen mucho que desear, el City que se llevó el trofeo el año pasado era su equipo.

Tanto Txiki como Soriano estaban en el Barça cuando el club catalán construyó un equipo con un valor de aproximadamente mil millones de euros a base principalmente de subir chavales de las categorías inferiores: fichar a Messi, Xavi, Iniesta, Puyol, Valdés y compañía le costó al club exactamente lo que cuesta el agua, la luz y la comida de La Masia.

Los fichajes pantagruélicos, en cambio, no parecen el punto fuerte de Txiki, como demostró en su día al traer a Zlatan Ibrahimović al Barça. En el City, su récord es bastante lamentable: en 2012, el vasco invirtió 92 millones de euros en seis jugadores, de los cuales hoy solo queda Fernandinho en el equipo; al año siguiente, Txiki se gastó 93 millones más en Jesús Navas, Álvaro Negredo (que se fue tras la primera temporada) y Stevan Jovetić; en 2014, invirtió 111 millones para fichar a Eliaquim Mangala, Fernando y Wilfried Bony. Eso es un montón de dinero para un rendimiento más bien escaso.

Publicidad

Ahora, el City espera poder conseguir su pieza soñada, la que convierta el equipo en el ansiado "más que un club". Se trata de un personaje esbelto y elegante, siempre bien vestido, que daría al club inglés aquello a lo que realmente aspira: la imagen de marca definitiva.

Tras hacerlo todo por copiar al Barça hasta el último detalle, ahora el City aspira al golpe final: volver a reunir a Pep y Messi en un solo equipo. Imagen vía Reuters.

Aquí voy a arriesgarme y a decir que Guardiola no me parece un técnico realmente genial. Entendámonos: fue un entrenador genial para el Barça; vivió y respiró para que el club catalán funcionara hasta que él mismo admitió que se había vaciado. El Barça era el lugar perfecto para el tipo de entrenador que Pep es: un hombre que deplora la confrontación. Guardiola rehuye el choque de una forma tan extrema que se dice que Ibrahimović y Thierry Henry, que tuvieron roces con él, llegaron a apostar a cuál de los dos intentaría evitar más con la mirada en un entrenamiento.

En Barcelona, sin embargo, la sensación es que los jugadores realmente creen que hay algo más grande que ellos por encima y actúan en consecuencia. Imponer disciplina no es tan complicado como en la mayoría de clubes, dado que los futbolistas entienden que el equipo está claramente por encima de las individualidades (a menos que éstas sean Messi, claro).

En el ManCity, por resumir, está Yayá Touré y está Sergio Agüero. Bueno, y Samir Nasri seguramente cree que también está él. El equipo es algo secundario en comparación. Me encantaría conocer los mecanismos internos de uno de estos 'clubes comprados', pero estoy bastante convencido de que, allí donde la filosofía es "el dinero por encima de todo", el ego de los jugadores se hincha hasta el punto de llevar directamente al tipo de relaciones personales que Guardiola se esfuerza en evitar.

En toda esta reflexión aún no hemos siquiera hablado de fútbol. Es difícil asegurar que el Bayern de Múnich haya mejorado con Pep; enriquecer aún más a un equipo que ha ganado el triplete merecería probablemente el premio al mejor entrenador de todos los tiempos. En vez de eso, Guardiola recogió un equipo potente y con personalidad, y a base de cambiar totalmente su filosofía de juego convirtió un 7-0 al Barça en un 0-5 frente al Real Madrid. Donde el equipo quedaba primero, ahora queda tercero o cuarto. El Bayern se ha vuelto a pasear en la Bundesliga, pero después de que los bávaros ficharan a los mejores jugadores de sus principales rivales, eso no parece ningún logro extraordinario. Pocos rivales, aparte del Wolfsburgo, se atrevieron a ir a buscar al equipo de Pep y la mayoría se encerraron atrás.

En Inglaterra, los equipos no juegan así. A pesar de los múltiples defectos de la Premier League (la indisciplina, por ejemplo), es difícil que un equipo ponga un autobús y se limite a cerrarle espacios al contrario sin proponer nada más. De llegar Pep, el complejo de inferioridad que actualmente afecta a los equipos ingleses en Europa funcionaría doblemente para el City: en el Etihad, un hipotético equipo de Guardiola debería empezar convenciéndose a sí mismo de que su propuesta futbolística es la correcta.

Los primeros en sufrir esto serían los dueños: estos pobres tipos lo único que quieren es sentarse con sus colegas frente a un televisor inmenso para ver como su propia copia del Barça gana partidos uno tras otro. El tema de hacer esfuerzos intelectuales para adaptarse a una filosofía de club no va con ellos.

De todos modos, quizás Pep no sea la pieza final en realidad. ¿No sería divertido que todo esto (la inversión de mil millones en una escuela, Txiki y Soriano, todo el debate alrededor de Guardiola) no fuese más que una fiesta de bienvenida? Sí, una fiesta exclusiva para lograr precisamente aquello que más aprecian los multimillonarios: la exclusividad. La opción de poder decir, "hey, yo tengo a Messi. ¿Y tú, qué tienes?".