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Cultură

La hostia del 'Cara Anchoa' punto por punto

"Cara Anchoa" se acaba de convertir en el insulto más terrible de la lengua española. Analizamos la génesis de esta nueva situación.

Ahora mismo hay un insulto de la lengua española que resulta mucho más ofensivo que los demás; es un conjunto de palabras que puede alterar la vida de las personas.

De la misma forma que puedes invocar a un tipo con un garfio si pronuncias cinco veces la palabra "Candyman" delante del espejo, este insulto puede hacer surgir el infierno en la tierra, ya sea en forma de una brillante bofetada o de una interminable y lamentable ristra de comentarios en Twitter. Ha llegado la hora, destapemos el misterio que permanece oculto bajo una tela de terciopelo azul: "cara anchoa", eso es. "Cara anchoa" puede hacer posible todo lo imposible.

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El motivo del tremendo éxito de este insulto ha sido sin duda el vídeo subido por MrGranbomba, en el que el youtuber le espeta este insulto a un repartidor (o algo parecido) que decide amonestarlo físicamente, con la mano abierta.

No es mi deber intentar dilucidar quién de los dos actores es el que reacciona de la forma más reprochable e inmoral —si el agresor físico o el agresor verbal—, pues no creo que mi opinión en este tipo de causas tenga ningún tipo de valor. Soy de esa clase de personas que encuentran correcto robar en pequeños comercios familiares y salar excesivamente todos los platos de comida, así que no comprendo del todo el punto que separa el bien del mal.

Lo que sí que puedo —y creo que debo— hacer es comentar el vídeo de forma objetiva para que cada uno de vosotros extraiga sus propias conclusiones y genere su propio bestiario de héroes y villanos.

Primera parte: "¿Qué tiendas?"

Bajo el falsamente cómodo halo de simpatía y educación que escupe el youtuber en esta primera parte, la víctima —bueno, a partir de ahora dirijámonos hacia esta persona como, simplemente, "el repartidor" pues realmente en esta campaña no sabemos quién es la víctima y quién el verdugo, si es que hay alguna víctima o algún verdugo— ya se posiciona frente la situación.

En su primera frase verbalizada en el vídeo, el repartidor nos deja muy claro cuál será su comportamiento a lo largo del vídeo: disidente, agresivo, incómodo. Ese "¿qué tiendas" que espeta como respuesta a una muy sencilla pregunta —recodemos, "¿sería usted tan amable de indicarme cómo llegar a la zona de las tiendas y demás?"— denota cierto hastío con la vida en general. Desde el segundo cero el tipo ya busca encontrar esa grieta por la que filtrar su odio y pervertir cualquier discurso que no sea el suyo.

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También cabe la posibilidad —remota— de que con ese "¿qué tiendas?" el repartidor no pretenda revelarse como un tipo poco empático con la gente sino que, efectivamente, le surja un rastro de dudas sin parangón. Con esto de "tiendas" no le queda claro si se refiere a comercios o a una tienda de esas de indios o de campaña —es poco probable que en una ciudad española haya tiendas de este tipo plantadas en medio de la calle pero la duda puede existir—.

Sin duda existen múltiples interpretaciones a la complicada pregunta del joven, pues también podría ser que el repartidor estuviera intentando concretar el tipo de tienda que está buscando el chaval. Me explico; en su papel de buen samaritano, el repartidor quiere más información para poder ayudar de la forma más efectiva posible al youtuber; si el jovenzuelo le concretara que está buscando una tienda para comprarse, digamos, un cepillo para ese pelo raro que tiene, pues el repartidor podría darle una indicación mucho más exacta, más concisa: "calle Reverendo Punta, 56, al lado de la floristería del logo con forma de pene, girando la siguiente calle a la derecha y tres calles rectas hasta el McDonalds y luego a la derecha otra vez, queda a cincuenta metros del establecimiento de comida rápida". Es poco probable, pero es una posibilidad.

Segunda parte: la simpatía

De momento todo bien. El repartidor le indica perfectamente esa "zona de tiendas" que el chaval está buscando. Tened esto en cuenta, el tío está liado con sus albaranes, sus papelitos y su máquina de repartidor y lo deja todo para poder dar las indicaciones. Este sesgado momento demuestra la bondad del repartidor, está sacrificando unos segundos de su tiempo que podrían resultarle instantes clave para poder repartir todos los paquetes del día con más efectividad y poder salir del curro a la hora y tener más tiempo para poder beber esos botellines de cerveza que tanto le gustan en el bar de al lado de su curro.

Dejadme decir algo. Muchos de los comentarios en defensa del repartidor se centran en el cansino discurso condescendiente con la clase obrera. Esa idea de santificar al trabajador, esa persona honrada que se deja la vida para ganar sus dineritos que luego el banco o "el sistema" le robará. Esta idea del sacrificio cristiano que moralmente sitúa a este personaje por encima de los demás y con el que se llega a justificar el uso de la violencia me parece insuficiente.

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"Si alguien puede pegarle una hostia a alguien ese es el currela que llega a casa hecho polvo a las diez de la noche y no está por tonterías". En fin, simplemente decir que el comentario de las birras de más arriba era para jugar al mismo sistema de tópicos y desacreditar un poquito la figura del proletariado.

Tercera parte: el detonante (también conocido como "Cara Anchoa")

Aquí lo tenemos, ese "cara anchoa" lanzado con toda tranquilidad, ocultado entre pliegues fonéticos y semánticos. Aquí se está abriendo un portal hacia un mundo oscuro, un viaje sin retorno —¿una metáfora de la edad adulta?— en el que las máscaras caerán al suelo y la luz cegadora de la verdad encumbrará tanto el bien como el mal.

Es curioso ver como el velo de ficción no tarda ni un segundo en desmoronarse y el pobre youtuber descubre la farsa al mínimo indicio de estallido de violencia física, exclamando que se trata, simplemente, de una broma con cámara oculta. El chaval abre las palmas de sus manos en señal de protección y rendición a la vez que ambos personajes hacen un extraño ademán de persecución, la tensión de los 114 minutos de Bullitt concentrada en menos de un segundo.

Esta parte termina con la frase "que es una broma con cámara oculta, que es una broma con cámara oculta", una repetición inconsciente que no aporta nada a nivel informativo pero que verbaliza el miedo más puro. En este punto ambas partes ya saben que la cosa no puede terminar bien, el cuchillo ya se ha desenfundado.

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Cuarta parte: ¿y la cámara?

Una vez justificado el insulto —se trata de una broma con cámara oculta, se trata de una broma con cámara oculta— el repartidor necesita la verificación de esta información y asistimos a una de las situaciones más tensas del cine español.

Ante la pregunta "¿y la cámara?" el youtuber decide quedarse impasible, incapaz de, sencillamente, señalar la cámara y librarse de todos los problemas. El tipo se lo pregunta tres veces y el chaval no reacciona, no puede o no quiere contestar. Sin duda es un aventurero que ha escogido el lado más salvaje de la vida. Llegados a este punto, ha decidido seguir jugando pese a tener una mano terrible, solamente el tiempo nos dirá si su farol funcionará.

Punto destacable: El momento "puño". Pese a que es muy impactante ese momento en el que el repartidor alza el puño de forma amenazante, lo que más me llama la atención es que desde que el youtuber le tilda de "cara anchoa", el repartidor no deja de apretar su mano derecha en forma de un violento puño, como manteniéndose alerta por lo que pudiera pasar, como si de repente pudieran aparecer trece youtubers más encima de unicornios con enormes espadas y él tuviera que estar a la altura de la situación. Siempre alerta. Este podría ser el lema de la empresa de envíos en la que trabaja: "AlertPack logística, siempre alerta".

Quinta parte: el extraño segundo 33

Hay un momento complicado en el vídeo. Como de la nada, como activado por un impulso eléctrico extraño del cerebro, el repartidor vuelve a encenderse en un momento en el que las aguas están más calmadas. El insulto primigenio ya queda lejos, ya estaba todo olvidado. Es como si el tío hubiera estado dándole vueltas a la cabeza y que, de repente, hubiera pensado que esto no podía terminar así, con diplomacia y perdón, y que sus pelotas son más grandes que las de todos esos putos niñatos youtubers.

En el segundo 33 se atisba lo que podría ser un segundo detonante, el motivo de este nuevo cambio de actitud. En ese segundo clave alguien pronuncia de nuevo el insulto mágico, no se escucha demasiado bien pero ahí está. No logro dilucidar quién ni por qué lo dice pero está claro que alguien lo esgrime con valentía. Puede ser el repartidor, recordándose a sí mismo la vejación o el youtuber, jugándose la vida por un puñado de visitas.

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Se ha comentado que el audio del vídeo puede estar editado en favor del youtuber y la verdad es que la reacción del chaval, justificándose de nuevo, apunta hacia esta tesis. Pero vivimos tiempos extraños y es complicado afirmar tal cosa, es complicado, de hecho, afirmar cualquier cosa.

Punto destacable: El soplido del repartidor (segundo 34) define ese punto en el que la brutalidad del mundo animal colisiona con la razón del ser humano.

Sexta parte: el gran golpe

Ni dentro de las más amplias y antiguas catedrales europeas una bofetada podría haber resonado con esta misma reverberación (una cola de unos dos segundos más o menos). El golpe de efecto es estremecedor, es el punto climático. Ese momento que, de algún modo, todos estábamos esperando que llegara. La confirmación de la prepotencia e imbecilidad de las clases medias altas y del descontrol apasionado de la clase trabajadora. Es un punto violento que rompe con la estabilidad de la sociedad pero que, a la vez, la ratifica.

Es en este momento cuando el "cara anchoa" cambia de sujeto y el repartidor se lo apropia y lo lanza hacia el caballero que en un primer momento blandía esta extraña pero eficaz espada. Este incómodo juego de espejos podría ser la base principal para un cuento moral sobre la empatía y el respeto, un cuento llamado Cara de anchoa o Las extrañas aventuras de Cara Anchoa y el pescador huraño, donde un pequeño pescadito que va de listo aprende a ser humilde y respetar a sus amigos y enemigos.

Punto destacable: No sé si os habéis dado cuenta pero hemos estado MUY cerca de perdernos "el gran golpe". Este se sucede en un momento en el que hay varios coches pasando por delante, tapándonos momentáneamente la visión de la escena. La sonora bofetada se realiza en el instante preciso en el que un coche acaba de pasar y otro está a punto de aparecer. Es el momento justo, una cuestión de milisegundos, en fin, una obra divina. Es una lección que Dios ha querido que todos veamos.

Séptima parte: la retirada

Después de la hostia todo se vuelve borroso. Pasado el clímax y la sorpresa, la narrativa se vuelve poco interesante y asistimos a un final acelerado. El joven emprendedor digital se retira instantáneamente y se larga a casa a reflexionar y a gestionar el parte médico, la denuncia y la supuesta manipulación del vídeo. La séptima parte, el desenlace, no está a la altura de las cotas de genialidad que ha llegado este vídeo.

Unos estarán del lado del repartidor y otros del youtuber pero insisto, no hay que buscar ni héroes ni villanos en este vídeo, pues todos los elementos implicados en este retratan una sociedad, por qué no decirlo, completamente enferma.