Esta semana es la más empalagosa del año. El Día de San Valentín significa flores, globos y muchas declaraciones de amor, pero también implica cualquier alimento en forma de corazón como paletas, pasteles, chocolates, galletas, etc. Y tanto amor puede hacernos subir de peso, por eso este año hablamos con dos parejas que decidieron ponerse en forma, sin dejar los besos empalagosos. Por otro lado, conocimos a Martha y su forma muy particular de adorar a la Santa Muerte; y seguimos con lo lúgubre, pues fuimos hasta Transilvania a comer como Drácula.
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Después, de vuelta a la vida, visitamos Tacos Charlie, un restaurante especializado en barbacoa estilo Jalisco, en Guadalajara, donde los tapatíos se curan la cruda; otros que saben hacerlo bien son los originarios de Mexicali donde una resaca se alivia con caldo de caguamanta. Y como ya estábamos en capital de Baja California comimos en la taquería "La tormenta del desierto" donde tienen un gran MUNCHIES Mañanero: tacos de tripa y aguja de res.Pues en ocasiones, subir o bajar de peso es más sencillo en conjunto. Y aunque amamos una curvita por allá y carnita por acá (sobre todo cuando estamos abrazándonos), los kilos en la báscula, muchas veces son cuestión de salud.Hablamos con dos parejas en la Ciudad de México. Pues quizá la mejor fórmula para disfrutar la vida en pareja sea no saltarse las comidas, ingerir menos grasas y más verduras y hacer ejercicio moderado. No se trata de renunciar a las cosas que causan placer, pero sí de aprender nuevos hábitos donde la cerveza y las quesadillas no sean nuestra única opción para la cena.
Martha trabaja en un puesto de morcilla y carnitas. Tiene tres hijos: una de catorce y uno de nueve que viven con ella, y la más grande, Cynthia, de veinte años, que vive en la casa de al lado y también es devota de la Santa Muerte. Mientras conversamos se abre la puerta del hogar y entra Claudia (14). Viene de la calle y carga un refresco de naranja y una bolsa con donas, cuellos, pastel de limón, bolillos y hojaldres; algunos de los cuales serán ofrendado a la Santa.
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El restaurante Casa Vlad Drácula ofrece un menú con temática de vampiros. ¿Qué significa esto en la práctica? Carne, carne y más carne. Los cocineros preparan guisado Drácula, pollo Drácula, filete Drácula, camarón Drácula y así, la mayoría acompañados de salsa roja picante. Los comensales muy hambrientos pueden ordenar una comida Drácula, una mezcla de cinco carnes diferentes servidas con papas y pepinillos. Si lo piensas, los vampiros beben sangre para robar la energía vital de sus víctimas, así que supongo que comer carne de animales muertos no es del todo diferente.
El estado central de Hidalgo, en México, es famoso, y con justa razón, por su barbacoa: borrego cocido en hornos subterráneos con forma de pozo, servido con tortillas de maíz y a menudo acompañado con un tarro de pulque. Pero hay otras formas de preparar barbacoa y pocas son mejores que la res braseada acomodada entre tortillas de maíz, originaria del estado occidental de Jalisco.
Durante treinta y nueve años, Don Fily, ha visto desfilar por su restaurante "Mariscos Fily", en Mexicali, Baja California, a personas con resacas que rozan la podredumbre. Para fortuna de esos desahuciados él tiene el remedio: caldo de caguamanta con trocitos de chicharrón de carne de cerdo.La palabra caguamanta es una combinación de las palabras: caguama y mantarraya. Este platillo curacrudas surgió como consecuencia de una veda marítima. En 1992 el entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, declaró veda absoluta para todas las especies de tortuga marina en el país; por supuesto, incluía a las que habitaban el Mar de Cortés. La sopa de pecho y aleta de tortuga caguama fue en su momento uno de los platillos clásicos de esta región, pero al prohibirse su caza tuvo que sustituirse con carne de mantarraya. Hasta la fecha el veto de este animal de más de cien kilos sigue vigente.
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Son las ocho de la mañana dentro de la taquería 'La Tormenta del Desierto', y las gotas de grasa que las vísceras arrojan sobre las brasas genera una humareda tan espesa que desaparece todo a su paso. Por momentos la neblina se cuela en el local y de pronto es imposible ver la olla de los frijoles cocidos, las bandejas con distintas salsas: pico de gallo, de molcajete y de tomatillo (o verde); y el recipiente con rodajas de cebolla morada y tiras de chile jalapeño y pepino.Martín, el taquero, blande su machete de carnicero y los clientes alrededor, hambrientos, mordemos un rábano para dejar de salivar por el hambre.