Christopher Cuéllar: el hombre detrás de la Sub-17 femenil

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Christopher Cuéllar: el hombre detrás de la Sub-17 femenil

La selección mexicana Sub-17 femenil que está compitiendo en el Mundial de Jordania 2016, es pura euforia. Atacan durante 90 minutos, sin tregua, sin vacilaciones, sin clavados ni pérdidas de tiempo. Las chicas sólo quieren divertirse: jugar.

Todas las fotos de Raúl Vilchis.

La selección mexicana Sub-17 femenil que está compitiendo en el Mundial de Jordania 2016, es pura euforia. Han logrado contagiar al público con su entrega y un estilo de juego ordenado pero lleno de vida. Y es que no paran. Atacan durante 90 minutos, sin tregua, sin vacilaciones, sin clavados ni pérdidas de tiempo. Las chicas sólo quieren divertirse: jugar. Y cómo se agradece. Verlas triangular sobre el césped es volver en el tiempo hasta esa época en la que pasarla bien era el objetivo primordial del futbol.

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Quien mejor sabe esto es su entrenador, Christopher Cuéllar. Nos encontramos con él en el hotel donde concetra su equipo, a escasos kilómetros del Estadio Internacional de Amman. Sonriente y satisfecho del trabajo que las chicas han realizado durante la fase de grupos, el joven entrenador admite que a veces le gustaría un poco más de maña y frialdad en sus dirigidas. Pero es difícil contener a un equipo que marcó 10 goles en la primera ronda del torneo, recibió dos y avanzó como líder de su grupo con siete puntos, por encima de España, las favoritas, campeonas Europeas y subcampeonas del mundo Sub-17. La proeza no es menor ni mucho menos. Lo hemos dicho ya: ver a este equipo en el campo es un deleite. Quizá, en gran parte, se deba a su marcado carácter bicultural: de las 23 jugadoras que conforman el plantel, 10 nacieron en Estados Unidos. Esta situación es cada vez más común en el deporte de ambos países, y la mezcla, orgánica por su origen migratorio, brilla sobre todo en el contraste de los estilos de juego que muestran las seleccionadas: por un lado, el desparpajo caracolero del barrio latinoamericano, y luego, engrasando la máquina, el futbol de toque y presión táctica que se obtiene en las academias de un país que lleva décadas instalado en el Olimpo del futbol femenil. Ambas ideas conviven de manera natural en este equipo, sin mayores problemas.

Christopher, por su lado, es quien da cohesión a esta mezcla, tal vez porque él mismo creció instalado en una frontera invisible, allá entre los Estados Unidos y México. Aunque nació del otro lado, durante la época en la que su padre jugaba en el San Diego Soccers de la North American Soccer League, Christopher lleva encima un apellido henchido de prosapia futbolera: su padre, Leonardo Cuéllar, emblema del Club Universidad en su época como jugador, se desempeñó como entrenador de la selección femenil mayor durante casi dos décadas hasta que este año, envuelto en polémicas con algunas de las jugadoras, dejó el cargo. Hay que decirlo: en este binomio padre-hijo se cifra buena parte de la historia reciente de nuestro futbol femenil. Y sobre todo, el futuro de este, aún a años luz de atraer el mismo interés que su contraparte varonil. La idea de derribar las fronteras en el deporte —a contracorriente de estos tiempos nuestros de muros trumpianos y odios xenófobos y sexistas— es una bocanada de aire fresco en un ámbito que aún se resiste a abandonar sus ideas nacionalistas y de género.

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Luego de jugar futbol a nivel semiprofesional y graduarse del St. Mary's College de California en 2001, Christopher trabajó como abogado en un despacho en Los Angeles hasta que en 2004 su padre lo incorporó al cuerpo técnico del combinado mayor. Ahora, Christopher enfrenta su segundo comrpomiso mundialista con la Sub-17. En Azerbaiyán, hace cuatro años, se despidieron en primera ronda. Mañana, contra Venezuela, la historia puede ser distinta.Aquí la charla que tuvimos con Christopher en Amman:

VICE: ¿Cómo fue el proceso de selección para conformar este grupo?
Christopher Cuéllar: El grueso del equipo viene de la Sub-15. Hicimos visorías en toda la categoría y también durante la Olimpiada Juvenil. Luego, mi padre y yo abrimos las puertas del Centro de Alto Rendimiento. Un día dijimos "hagamos pruebas, que vengan las chicas" y se presentaron unas 400. Salieron prospectos interesantes de estas pruebas. Por ejemplo, Dayana Cazares. Luego, tocó hacer algunas giras. En Los Ángeles nos enfrentamos a selecciones poderosas como Canada o Japón. Ya fue más tarde cuando ampliamos la búsqueda en las academias de Estados Unidos y encontramos grandes jugadoras. Es un grupo que ya lleva tiempo trabajando junto. En esta selección hay mucha competencia por los puestos, lo cual siempre es bueno.

¿Te ha costado trabajo homologar los estilos?
Para nada. Somos un equipo con opciones, que puede mostrar un concepto de juego gradual y de circulación, así como directo y punzante. La adaptación de las jugadoras ha sido muy buena y tenemos un grupo muy fuerte.

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¿Y cómo se da la charla interna con el grupo? ¿En qué idioma se comunican?
En español y, menormente, en inglés. Una mezcla. Yo nací en San Diego y aunque mi lengua materna es el inglés, crecí rodeado por gente que hablaba español. Con estás niñas, las que vienen de Estados Unidos, sucede lo mismo. Viven en ambientes donde se escucha y se mastica el español, así que no es extraño para ellas. Entienden lo que estamos diciendo y también hemos construido un vocabulario común para que se familiaricen con los conceptos y la terminología que utilizamos dentro de la cancha. El proceso de adaptación ha sido muy bueno. Las niñas nacidas en México han aceptado muy bien a todas las jugadoras mexicoamericanas. Es un bonito intercambio cultural: las mexicanas ayudan a las nacidas en Estados Unidos si alguna palabra les falla y, por otro lado, también ellas han dado muestras de querer aprender inglés. Al finalizar las sesiones de trabajo siempre pregunto si quedaron claras las cosas. Si no, me tomo algo más de tiempo explicado lo que haga falta. Las ganas no sólo se echan en la cancha, el proceso de adaptación es primordial y todas están conscientes de ello.


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Nada es casualidad y se cosecha lo que siembra, cierto, pero en una competencia como ésta hay imponderables y la situación anímica y psicológica del grupo puede cambiar con facilidad. ¿Cómo encaja esto un grupo de jugadoras que no llega a los 17 años? ¿Cómo manejan la presión?
En todo el proceso hemos tenido buena competencia, una preparación muy meticulosa. Las chicas han ganado fuerza como grupo. Llegaron al juego de Nueva Zelanda, su debut en el Mundial y el primer partido del torneo, ya con una confianza grande. Les costó entrar en calor. Cada principio de partido, lógico, es así: hay tensión, nerviosismo. Imagínate éste en específico. Para muchas es su primer mundial. Tienen apenas 16 años. Es mucha presión. Pero luego de esos primeros 10 minutos el equipo se fue soltando porque saben cómo hacer las cosas. Se han aprendido a conocer bien.

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Hay una percepción general en las redes y casi siempre parte de la comparación: a la gente le gusta este equipo porque es impresionante ver el espíritu con el que juegan. Si van atrás en el marcador, no se rinden; si van ganando, buscan más goles. ¿Cómo das ese mensaje para que, sin comprometer el marcador, sigan jugando con alegría y buscando la oportunidad? ¿O crees que es un asunto interiorizado del futbol que practican? ¿Será que el futbol varonil se ha volcado hacia lo táctico y el femenil aún conserva esa parte lúdica que nos enamoró del juego por primera vez?
Las chicas quieren jugar sin importar otra cosa. Quieren mostrar todo el tiempo lo que pueden hacer. No entienden el futbol alejado del juego. Es difícil frenarlas. Una vez ahí, en el campo, están metidas y concentradas al 100% en su manera de jugar. No te voy a mentir: hay momentos en que uno quisiera decirles: "vete a la esquina y písala un momentito, gana algo de tiempo", y ellas terminan entrando al área y tirando a gol. Como entrenador la sufres pero ese deseo de ellas, ese no rendirse, es lo que le imprime personalidad a su juego.

Este Mundial Sub-17 femenil ha llamado la atención de todo el mundo también por razones extrafutbolísticas. No sólo por llevarse a cabo uno de los últimos reductos de paz en una región que por muchos años ha vivido azotada por los conflictos, sino por la constante discusión y polémica que genera el tema sobre los derechos de la mujer en Medio Oriente. ¿Qué opinión tienes al respecto?
Que la FIFA haya decidido conceder la organización de este evento a Jordania es algo muy lindo. Una declaración de que esto más grande que el juego y un mensaje para todo el mundo. Un mensaje contra la discriminación: las niñas también juegan futbol. Es una lástima que a la selección jordana no le haya ido bien en cuanto a resultados, pero el mensaje debe prevalecer. Este mundial va a abrir puertas muy importantes. Muchas niñas de todo Medio Oriente que han estado atentas a estos juegos en el estadio o que han visto el Mundial por TV, van a empezar a practicar futbol. Va a ser un aliciente para que el deporte en general se afiance en la región.

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Aunque el feminismo ha cobrado, durante los últimos años, mayor relevancia en la agenda de nuestro país, el machismo sigue siendo una tara en un México que está harto de muchas cosas. ¿Estamos preparados para ser anfitriones de un evento como este?
Sí. Un Mundial femenil menor en México sería algo importante para nuestra sociedad. No sólo en lo deportivo: puede ser un boom enorme para el país en general. En este momento el futbol femenil en México está dejando de ser meramente recreativo para entrar a una etapa competitiva. Pero para dar el siguiente paso necesitamos más niñas jugando desde temprana edad. Mejorar los procesos de formación y buscar un mejor desarrollo atlético de nuestras jugadoras. Los temas de crear más clubes donde puedan jugar y gestionar una liga profesional son importantísimos. Tener un Mundial sería una plataforma para que esta nueva etapa tome forma. La gente va a responder, estoy seguro. Cuando juega la selección femenil, la gente ve los juegos. Me imagino que mañana habrá mucha gente viendo el partido contra Venezuela allá en México. La gente quiere ver a las chicas. Se enorgullece de ellas. Ver a la mujer mexicana en la cancha debería ser un ejemplo para todos, sin importar que sobre el campo haya hombres o mujeres. No se cansan. Durante los 90 minutos van hacia adelante. Ese es el futbol que nos gustaría ver en México. Eso es lo que quiere ver la afición de su selección.

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España fue un rival duro. Subcampeón de Europa y subcampeón del mundo. Juegan a triangularse bien y con la pelota a ras del pasto. Las chicas vinieron de atrás y consiguieron ganar el grupo. ¿Te gustó cómo reaccionó el equipo?
España es un gran equipo, muy técnico. A nosotros también nos gusta tener la posesión y marcar el ritmo del partido pero es muy difícil quitarles la pelota. Es como jugar contra el Barcelona. Por eso siempre hay que tener un plan A y un plan B. Aguantamos atrás y jugamos con variantes. Lo más importante es que sacamos un resultado positivo jugando con otro estilo. Tuvimos que buscar los desahogos por los carriles y las oportunidades vinieron justo por las bandas. Nos costó sacar la pelota jugando, es cierto, pero de todo se aprende. Para mí, ser un equipo versátil debería darnos un extra de confianza. Probamos que si no podemos controlar el partido por las condiciones que se presentan, tenemos armas suficientes para hacer daño a rivales con otras características. Contra Venezuela van a salir a la cancha con la idea de mejorar las cosas que no funcionaron del todo bien en el partido pasado: mantener la posesión, tocar en cierta forma y en ciertas zonas para tener la pausa que necesitamos y reorganizar nuestro juego. Creo que van a salir más sueltas y a la vez más concentradas.

¿Cómo ves a Venezuela, el siguiente rival?
Son guerreras. Un equipo que lucha y nunca baja los brazos. Van a ir al choque y tienen un juego más brusco, más directo. Siempre buscan a la 9 (Deyna Castellanos) allá adelante y va a ser difícil controlarla. Es una jugadora de primer nivel, una de las mejores del Mundial. Sabemos que va a ser complicado pero es un partido que se presta bien para las condiciones de nuestra idea del futbol. Si tenemos la pelota vamos a disminuir las chances que tienen de marcar.


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¿Cuáles han sido las dinámicas del grupo durante la concentración en Jordania?
Estamos muy apegados a nuestra rutina. Es lo que nos ha funcionado hasta ahora. Terminando los juegos, las chicas hacen tinas y recuperación. En la práctica del día siguiente comenzamos con ejercicios regenerativos, luego hacemos trabajo de video: primero hacemos análisis y corrección del juego anterior y después pasamos a observar el del rival. El hábito es muy importante para nosotros porque da una dosis extra de confianza. También buscamos espacio para disfrutar momentos de ocio. Es necesario tener estos ratos libres en una concentración, porque después de un mes y medio de convivencia, el grupo puede tensarse. Además, las chicas tienen que hacer tareas para la escuela.

Has estado cerca del futbol profesional toda tu vida. Si hablamos del varonil, en esta categoría muchos jugadores están a punto de debutar en primera o ya lo hicieron. Tienen la idea de que van a entrar en el sistema y salir en anuncios y ganar millones, pero en el caso de las chicas esto es aún muy complicado. Incluso en las ligas profesionales los sueldos no son equitativos, ya no digamos en selecciones nacionales. ¿Cuáles son las aspiraciones que ves en un bloque? ¿Qué les dices en tu papel, no sólo de entrenador sino de mentor, cuando te consultan sobre las perspectivas laborales de una mujer futbolista?
En esta categoría lo que se busca es participar. Las chicas quieren tener experiencias de vida. Conocer el mundo, jugar contra las mejores rivales. Por supuesto, seguir en el programa y llegar al seleccionado mayor es una de las aspiraciones, pero no la única. El futbol puede ayudarles a tener muchas cosas en la vida, como una educación de primera. La profesionalización no es la única salida, pero hay países, como España, que tienen ligas profesionales y equipos de élite. Saben que aquí hay gente buscando jugadoras, que pueden llegar a otro país a hacer lo que más les gusta, así que también hay oportunidades para ellas a ese nivel.