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Lo que los cárteles de la droga tienen que aprender de las grandes empresas como McDonald’s

Si de verdad se quiere acabar con los cárteles, es preciso entender su funcionamiento, y la única forma de entenderlo es aceptando que siguen las mismas reglas que rigen en cualquier otro negocio.

Todas las imágenes cortesía de Tom Wainwright.

La industria de los narcóticos maneja miles de millones de pesos. Suele ser habitual ver nombres de líderes de los cárteles como el Chapo figurar en la lista Forbes de capos de la droga milmillonarios, pese a lo ilícito de sus actividades y a que por lo general suelen ser buscados por las autoridades. La demanda de sustancias como la cocaína y la heroína parece no tener fin, lo que supone también un embolso ingente para los que se dedican a su venta. Asimismo, a diferencia de las empresas que encabezan la lista Fortune 500, los cárteles son capaces de construir verdaderos imperios del monopolio que directivos de la talla de Warren Buffett o Mark Zuckerberg sólo podrían concebir en sueños.

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Tom Wainwright, editor de The Economist en Gran Bretaña y antiguo responsable de la sucursal mexicana del diario durante tres años, recientemente ha publicado Narconomics: How to Run a Drug Cartel, un libro que analiza el mercado de la droga desde la perspectiva del negocio y establece analogías entre este submundo y empresas legales como Coca-Cola, McDonald's o Amazon. Wainwright descubrió con asombro que el narcotráfico era, en esencia, un negocio como cualquier otro del que se hablaba en los medios como si fuera una guerra. El libro señala que la figura del dealer que distribuye en la calle está desapareciendo por no poder competir con los precios reducidos, los mejores controles de calidad y la comodidad de disponer de un amplio abanico que ofrece la red oscura, un fenómeno muy similar al que se ha producido con los establecimientos físicos convencionales frente al crecimiento imparable de Amazon.


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Wainwright pasó cinco años investigando y escribiendo el libro. En sus viajes visitó ciudades dominadas por bandas criminales y los escenarios de sangrientas matanzas de Centroamérica, una prisión en la República Dominicana y los campos de coca de los Andes bolivianos. El libro ofrece una visión empresarial del narcotráfico, analizando incluso los ingresos que genera la actividad. Señala también que el encarcelamiento masivo genera delincuentes más cualificados y sugiere que podrían utilizarse las fuerzas de mercado para controlar, si no resolver, el problema de la droga. Mantuvimos un breve intercambio de correos con Wainwright poco antes del 25 de febrero, fecha de la publicación de su libro.

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VICE: ¿Qué te llevó a analizar el narcotráfico como si fuera un negocio legal más?
Tom Wainwright: Estuve en México cubriendo toda la región para The Economist. Durante ese periodo, me di cuenta de que la mitad del tiempo escribía sobre negocios ordinarios —petróleo, automoción, telecomunicaciones, etc.— y el resto del tiempo escribía sobre las guerras de los narcos. Cuanto más escribía sobre ambos temas, más claramente veía que el tema de la droga no dejaba de ser otro negocio más, aunque bastante más cruel.

Cuando hablaba con las personas involucradas, me explicaban las mismas cosas que los empresarios convencionales: a los líderes de las bandas les preocupaba el tema de la contratación, los miembros recién llegados se quejaban sobre los sueldos bajos, los cárteles mexicanos estaban externalizando sus operaciones a países más baratos de Centroamérica y algunos incluso procuran respetar el concepto de "responsabilidad social corporativa" con el objeto de tener a los lugareños contentos. Entonces pensé: ¿qué pasaría si escribiera sobre el comercio de la droga como si se tratara de un negocio normal?

Háblame de los sitios que visitaste para documentarte.
Viajé bastante por Latinoamérica —sobre todo México, Guatemala, Honduras y El Salvador— y visité granjas de coca en los Andes bolivianos y una prisión en la República Dominicana. En EUA fui a comprobar cómo evolucionaba el experimento legislativo en Colorado.

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El libro también habla de la industria de las drogas legales, cuyo origen, por increíble que parezca, está en Nueva Zelanda, aunque confieso que nunca he estado allí. Por otro lado, trato el tema del negocio del contrabando en Europa, con informes de Gran Bretaña, que es donde vivo, y ejemplos de varios otros países, en especial de los Países Bajos. Tratándose de un negocio mundial, quería que el libro abarcara también tantos países como fuera posible, aunque lo cierto es que está más centrado en las Américas.

¿Cuánto dinero ganan los cárteles de la droga?
Nadie lo sabe muy bien porque no hacen públicas sus cuentas, pero la ONU calcula que el negocio de las drogas ilegales mueve unos 274.000 millones de euros al año. La mayor parte —casi la mitad del total— procede de la mariguana. Lo curioso es que, comparada con otras drogas, la mariguana no es tan rentable. Además, como está empezando a legalizarse, los cárteles buscan el negocio en otras drogas. La cocaína es el pilar de la economía de los cárteles de Latinoamérica, aunque la heroína está cobrando más importancia.

Los Zetas también se han enfrentado a los mismos problemas que McDonald's, como los conflictos por temas de invasión territorial por parte de sus franquiciados.

¿Qué han aprendido los cárteles de grandes empresas como Walmart?
Mucho, aunque cabe señalar —porque no quiero acabar con una demanda interpuesta por Walmart— que en mi libro no acuso a ninguna de las empresas legales mencionadas de hacer nada malo. En el caso de Walmart, se trata de la forma en que tratan con los proveedores: a veces acusan a Walmart de ser un monopsonio, es decir, el único comprador o demandante de determinados productos del mercado. Al ser una empresa tan potente, son ellos los que ponen el precio a pagar a sus proveedores.

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Algo similar ocurre con los cárteles de Suramérica y los distribuidores de hoja de coca. Los cultivadores no tiene a nadie más a quien vender su producto, por lo que cuando una cosecha se estropea o es destruida por las fuerzas aéreas colombianas, son los cultivadores los afectados, no los cárteles. Por eso el precio de la cocaína en EUA prácticamente no ha variado en décadas.

¿Y qué me dices de McDonald's?
Son el ejemplo de las franquicias. Fíjate en el cártel de los Zetas de México: dejan a las bandas de la zona usar su "marca", lo que mejora su capacidad de extorsionar y, a cambio, el cártel principal se lleva una parte de lo que ganen las bandas. Los Zetas también se han enfrentado a los mismos problemas que McDonald's, como los conflictos por temas de invasión territorial por parte de sus franquiciados.

La lista negra de los capos de la droga del presidente de México, Felipe Calderón.

¿Podrías desarrollar tu teoría de que los encarcelamientos masivos contribuyen a crear delincuentes con mejor preparación?
Uno de los grandes problemas a los que se enfrentan los cárteles es el del reclutamiento, ya que constantemente están matando o arrestando a sus miembros y para ellos no es tan fácil como poner un anuncio en el periódico. Ese tema es una verdadera pesadilla. Pero por suerte para ellos, hemos creado esos sitios llenos de jóvenes delincuentes sin empleo, sin nada que hacer ni perspectivas de conseguir un trabajo cuando sean puestos en libertad. Se llaman cárceles y, aunque se supone que sirven para reformarlos, para las organizaciones criminales son todo un regalo. Carlos Lehder y George Jung, quienes básicamente introdujeron la cocaína en los EUA, se conocieron en prisión, porque compartían celda. Uno tenía experiencia pasando droga de contrabando por avión y el otro tenía contactos en Colombia. El resto ya lo conocemos. Y no hay que olvidar que fue una reunión pagada y organizada por los contribuyentes norteamericanos.

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El mensaje del libro es que si de verdad se quiere acabar con los cárteles, es preciso entender su funcionamiento, y la única forma de entenderlo es aceptando que siguen las mismas reglas que rigen en cualquier otro negocio.

¿Qué opinas de la guerra contra la droga impulsada por los EUA, en general?He conocido a muchos agentes de policía y soldados que se han pasado la vida luchando contra el narcotráfico, y seguramente la mayoría de ellos pensarán que están haciendo lo correcto y lo respeto, pero creo que van por el camino equivocado. Durante las últimas dos décadas, el número de personas que consumen cannabis y cocaína en todo el mundo ha aumentado un 50 por ciento, y el de consumidores de opiáceos se ha triplicado. Todo a cambio de miles de millones de dólares gastados y decenas de miles de vidas perdidas. No es lo que llamaríamos una política de éxito.


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¿Qué lección extraes sobre la economía del narcotráfico?
El mensaje del libro es que si de verdad se quiere acabar con los cárteles, es preciso entender su funcionamiento, y la única forma de entenderlo es aceptando que siguen las mismas reglas que rigen en cualquier otro negocio. Para mí es una locura que la lucha contra el narcotráfico se centre tanto en cortar el suministro, cuando lo lógico sería cortar la demanda. El quid de la cuestión es que la demanda de droga es muy poco flexible: la gente va a seguir comprándola, más o menos, independientemente del precio, por lo que al subir el precio lo único que estás haciendo es aumentar el valor del mercado.

Por lo que he visto en Colorado y los otros estados que han legalizado la mariguana, esta quizá sea la solución menos mala de todas para gestionar el tema. No creo que exista la fórmula perfecta para el problema de las sustancias adictivas y dañinas (incluido el alcohol), pero creo que es más fácil si las gestiona el gobierno y no la mafia.

_"Narconomics" está publicado por PublicAffairs Publishing y puedes comprarlo_ aquí.

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