El documental que muestra lo absurdo e inhumano del sistema de salud colombiano

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El documental que muestra lo absurdo e inhumano del sistema de salud colombiano

"Paciente" reflexiona sobre el servicio de salud a través de los ojos de una madre que tiene que lidiar con las irregularidades del sistema y la enfermedad de su hija.

Todas las imágenes son cortesía de Jorge Caballero y Gusano Films.

En 2010 Jorge Caballero ––un realizador bogotano–– y su equipo estaban rodando Nacer en el Hospital Materno Infantil, un documental que muestra la forma cómo, en sus palabras, "el país recibe a sus nuevos ciudadanos". Mientras filmaban el documental y la forma en que los hospitales públicos lidian con las labores de parto, Jorge y su equipo se dieron cuenta de que al lado del Materno Infantil, hombro a hombro, se erigía el Instituto de Cancerología de Bogotá.

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"Nos pareció paradójico que, en la misma cuadra, a escasos metros, en una esquina estuviera naciendo alguien y en la otra estuviera muriendo alguien", me contó desde Barcelona, donde pasa la mitad del tiempo. Ahí surgió la idea de hacer un díptico de documentales, de los actos de nacer y de morir, y la idea inicial de Paciente, su producción más reciente.

El documental, que se rodó en el Instituto de Cancerología de Bogotá, atestigua la labor de Nubia, una mujer que se pasea entre pasillos y recepciones pidiendo servicios, exámenes y medicamentos para su hija Leidy, una joven de 23 años con un tipo de cáncer conocido como Sarcoma de Ewing. Y aunque el largometraje se concentra sobre todo en el relato personal de sus protagonistas, Paciente esboza los problemas de un sistema de salud poco eficiente que le pone trabas administrativas a sus usuarios.

El tema de la salud es uno de los temas que más indignación y desespero despierta entre los colombianos. Pedir una cita médica, ir a urgencias o solicitar autorización para un examen son tareas que, por lo general, requieren armarse de la paciencia y del tiempo del que gozan solo algunos pensionados. Es más, solamente el ejercicio de entender qué es y cómo funciona el sistema de salud puede ser una pesadilla. Lo digo en serio. Para poder hacer este artículo, y saber cómo funciona eso de lo que iba a hablar, tuve que leer leyes, informes, sentencias, noticias, presentaciones de Power Point y reportes del Ministerio de Salud, de la Superintendencia de Salud y de más de una "ía": Defensoría, Personería, Fiscalía…

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Los datos están dispersos y cada término que existe en un documento debe ser primero analizado y verificado, no solo a veces por Internet (hay artículos que explican cosas abstractas como Fosyga) sino por la voz de un experto. Los datos sobre los pacientes, de igual forma, no están centralizados. A vuelo de pájaro, por ejemplo, me encontré un artículo de El Espectador que decía que en la red pública de 22 hospitales que tiene Bogotá existen 57 softwares distintos para guardar información clínica. Eso quiere decir que si usted llega a un hospital por una urgencia, y no está en condiciones de decir, por ejemplo, a qué medicamento es alérgico, el funcionario ni siquiera tiene una forma eficiente de encontrar su historial clínico a tiempo.

Después de nueve horas de estar pegada en el computador, siete hojas de notas y más o menos 30 pestañas abiertas en Google Chrome, terminé, igual, con un rollo en la cabeza que no termina de tener mucho sentido. Las cosas son más o menos así.

Todo esto que ahora conocemos como El Sistema de Salud empezó a ser lo que es hoy a partir de una ley que se promulgó en 1993 y cuyo nombre usted debe haber escuchado así no tenga ni idea del cuento: la Ley 100. Antes de esta ley, la salud en Colombia se concebía como un beneficio que el Estado le daba a la gente que no podía costearla, y sólo el 24% de la población en el país estaba afiliado a un servicio de salud. Con la ley, la salud deja de ser un beneficio para convertirse en un derecho prestacional, que se puede exigir y defender, y progresivamente la tasa de cobertura pasa a un 90.1% en 2011.

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Además de eso, la ley crea el Sistema de Seguridad Social en Salud, un sistema que se encarga de organizar los recursos físicos y financieros y las instituciones privadas y públicas para garantizarle a los usuarios el acceso a la salud. Ese sistema creó la articulación de EPS, IPS, Prepagadas etc. que se divide en dos: régimen subsidiado y contributivo.

Sin embargo, a menudo lo que uno escucha de la Ley 100 son quejas. En gran parte, lo que se le critica es que haya dejado la salud en manos de empresas privadas que, muchas veces, ahogadas en rollos burocráticos e intereses económicos, prestan un servicio deficiente. Y las evidencias de esas quejas son del día a día, todos las conocemos: gente que no atienden por falta de autorización, demoras en citas con especialistas, medicamentos que nunca llegan, e, incluso, muertes de personas que no reciben a tiempo las intervenciones que necesitan.

Para conocer el número de personas que han fallecido por negligencia o fallas de las empresas prestadoras de salud me puse en contacto con la Superintendencia de Salud, pero debido a la explosión que hubo en la noche del 20 de abril al costado de su sede, en Bogotá, no fue posible acceder a esta información antes de la publicación de este artículo.

Hay más. En la actualidad, las demoras e irregularidades en la prestación de salud son tan comunes que la vía por la que muchos usuarios logran acceder a los tratamientos que necesitan es a través de tutelas. En 2008, frente a la cantidad absurda que llegaban a los juzgados por quejas en la prestación del servicio, el entonces magistrado de la Corte Constitucional Manuel José Cepeda recogió una muestra de 21 casos representativos para emitir una sentencia que provocaría un cambio radical en la concepción de ese derecho: la salud ya no era un derecho de segunda generación, sino uno fundamental. A partir de esa sentencia, y por obra de Alejandro Gaviria como ministro de Salud, se dio impulso a la ley 1751 de 2011, más conocida como la Ley Estatutaria de Salud.

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Con esta nueva ley, además de reglamentar el derecho, se le prohibió a los servicios de salud negarle la atención a un individuo, y en aras de acabar con el llamado "paseo de la muerte" le prohibió a los hospitales e IPS no atender a un paciente por líos administrativos con la EPS o por no estar afiliados.

De nuevo, todo suena bien, incluso las encuestas de satisfacción realizadas por el Ministerio de Salud a usuarios parecerían entregar un balance positivo. En una valoración a las EPS que se le pidió a los usuarios que habían hecho uso de su servicio de salud en los seis meses antes de realizarse la encuesta, en 2014, el 82,9% manifestó que se encontraba satisfecho y que recomendaría su EPS a otra persona.

Parece una cifra buena, pero entre porcentajes a veces las cosas pierden un poco de dimensión. La encuesta se le hizo en total a 22.537.113 personas, de las cuales el 17,1% manifestó no estar satisfecho con su EPS, es decir 3.853.846 ciudadanos. Es como si toda la población del área metropolitana del Valle de Aburrá estuviera insatisfecha. Y eso es sólo entre una muestra de 22 millones de personas en un país con el doble de habitantes.

De hecho, aún hoy la tutela sigue siendo la herramienta por la que muchos colombianos acceden a los servicios de salud. Según un informe del Ministerio de Salud, solo en el primer semestre de 2015, se registraron 25.290 tutelas por la no prestación de algún servicio del Plan Obligatorio de Salud (POS), que se supone son todos los beneficios a los que tiene derecho cualquier afiliado al Sistema de Seguridad Social.

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A pesar de las leyes, las sentencias y las reformas, la cosa sigue siendo grave. Los números dicen cosas, ayudan a ubicar el problema, pero no cuentan nada.

"Teníamos claro que la película tenía que hablar evidentemente del sistema de salud. Pero, por otro lado, queríamos ver quién era el olvidado dentro de todo ese sistema de salud, el que está detrás haciendo todos esos trámites que muchas veces no hace el enfermo, sino el familiar", me dijo Jorge.

Esa persona es Nubia, una pequeña y tímida mujer que lidia con el sistema colombiano mientras se enfrenta con las noticias acerca de la enfermedad de su hija. Nubia siempre está en el centro, y la cámara omnipresente de Jorge registra sus reacciones en medio de conversaciones con enfermeras, médicos y su propia hija. Leidy, por otro lado, nunca se ve. Se oye su voz, está presente, pero nunca está dentro del cuadro de la película. El documental termina mostrando la otra cara de la enfermedad, ya no la de las instituciones, ni sus actos, ni tampoco la del enfermo, sino la del que cuida y espera, la del otro paciente.

De esa manera, el documental parte de pensar el tema de la gestión de la salud en el país, pero resulta ser una reflexión íntima y humana de cómo gente de verdad lidia con la enfermedad en medio de un hospital. Para Jorge, esa fue una decisión muy consciente, pues, según me contó, hablar de una institución era hablar de un ente que a veces puede ser muy etéreo, donde no se sabe muy bien a quién le corresponden las responsabilidades. "No queríamos caer en una cosa simplista de señalar un problema y volver a hablar una vez más de lo mismo. Queríamos mostrar un universo de lo que significa esperar, tener paciencia".

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El director Jorge Caballero en el rodaje de Paciente.

No obstante, en el proceso de investigación y de rodaje del documental, Jorge y su equipo recopilaron un montón de material e información de personas afectadas por los incumplimientos del servicio de salud. En lugar de tratar de meterlo en el documental, le dieron su propio espacio en otras formas narrativas. Así nació Paciente como proyecto transmedia, en el que el eje central es el largometraje pero que también está conformado por un juego interactivo, un libro, y nueve cortometrajes. La idea nació también, según Jorge, de involucrar más al espectador para que sea el centro de todo, y que así "las películas se vuelvan un poco más ecos y menos suspiros".

Así, la burocracia y las irregularidades que tienen que enfrentar los usuarios del sistema de salud quedaron condensadas en Impaciente, un juego ––que a mí personalmente me gustó mucho–– cuya frase inicial es "Juega y pierde el tiempo a costa de tu salud".

Imagen del juego Impaciente.

El que juega se enfrenta a uno de los 16 escenarios posibles en los que tiene que tomar decisiones que lo lleven a conseguir una cita médica, un examen o que lo asistan en un parto. El propósito del juego es tratar de tomar las decisiones que lo lleven a la meta en el menor número de pasos posibles, y, como en la vida real, lograrlo puede ser bien complejo. El juego, a medida que avanza, muestra noticias y testimonios reales, presenta situaciones absurdas que, en medio del humor y la ironía, terminan reflejando fielmente la realidad de miles de colombianos que aprenden a jugar con el sistema de salud. A hacer de sus vidas un eterno laberinto de esperas y citas postergadas.

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Las dos partes restantes del proyecto transmedia reflexionan sobre otros temas que tocan la salud desde perspectivas distintas. El libro recoge, a manera de crónica, las experiencias de Carol Ann Figueroa, la guionista del documental, en medio de toda la investigación y el diálogo que entabló con médicos e instituciones. Y por su parte, los cortometrajes, realizados por nueve realizadores entre los que se encuentran Luis Ospina y Óscar Campo, reflexionan sobre la forma en que se representa la enfermedad en el cuerpo, a partir de nueve testimonios seleccionados por el equipo de Paciente de los 60 que recogieron en total.

La integridad temática y discursiva del proyecto en su totalidad, así como los logros del documental, han sido reconocidos en varios festivales de cine alrededor del mundo. El estreno del documental se dio en el International Documentary Filmfestival Amsterdam (IDFA), el festival más importante de documentales en el mundo, donde Paciente se volvió la primera producción colombiana en participar en la sección de competencia en la que sólo se seleccionan 12 documentales de los miles que se postulan. Posterior a eso, Paciente recibió el premio a mejor director documental en el FICCI de Cartagena, el premio especial del jurado en Guadalajara y ha estado presente en otros festivales en Grecia, Estados Unidos y España.

El documental también ha tenido alcances más allá de lo cinematográfico. La revista británica Lancet, una de las publicaciones de medicina más importantes en el mundo, reseñó el documental y, desde las instituciones, las universidades y las organizaciones que se encargan del tema de la salud en el país, ha habido invitaciones y espacios de discusión alrededor de Paciente. "Estamos convencidos de que este tipo de cosas no acaban de funcionar si no se asumen como un diálogo reflexivo alrededor del tema. Este es un tema muy popular, todo el mundo habla de la salud. Pero siempre hablamos en plan 'las EPS son la cagada', pero ¿y? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué está sucediendo detrás de eso para que eso cambie? Eso lo estamos tratando de impulsar desde las posibilidades que tiene la película".

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Parte de las crónicas de Carol Ann Figueroa, guionista del documental.

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Más recientemente, con motivo del aniversario de la sanción de la Ley Estatutaria, el ministro de salud, Alejandro Gaviria, anunció un nuevo modelo integral de salud el pasado mes de febrero, con el que buscan reformar aspectos como una mejor integración entre EPS, IPS y secretarias de salud; darle más importancia a las entidades territoriales; y convertir la medicina en un modelo familiar en el que cada médico estaría encargado de más o menos 2.000 personas fijas a las que debe conocer y atender.

Y aunque puede ser difícil tenerle fe a una reforma más, otras circunstancias alrededor del sistema de salud podrían indicar que, aunque la estructura siga teniendo baches, hay un interés por parte de las entidades no sólo por lo macro, sino por los individuos. Por ejemplo, la Superintendencia de Salud ofrece un servicio de quejas y reclamos del servicio de salud que da solución en un plazo no mayor a 24 horas; la personería de Bogotá ha conformado un cuerpo de personas que visitan por sorpresa los hospitales públicos a medianoche para ver la calidad del servicio que se ofrece; el Ministerio de Salud realiza estudios de percepción de los usuarios frente a las EPS cada año, e incluso se ha interesado en proyectar Paciente y generar discusión alrededor del documental.

Es evidente que los cambios tienen que venir de la mano de leyes, planes de desarrollo y regulaciones estatales, pero donde se empiezan a cultivar esas iniciativas es en los espacios de discusión, en la medida en que se construye un interés y una preocupación mucho más colectiva. Paciente bien podría ser un ejemplo. Así me lo dijo Jorge, hablando puntualmente del documental: "Es una forma de que usted, señor, que seguramente no le toca todo esto porque tiene una prepagada que tal vez le funciona mejor, vea que esto le sucede a otras personas que no tienen los mismos recursos y que podemos llegar a hablarlo tranquila y relajadamente a ver qué podemos hacer".

Paciente, el documental se estrena hoy 21 de abril en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. El lanzamiento del libro en versión digital se hará el 28 de abril en la Feria del libro. Y los cortometrajes se pueden ver actualmente en Bogotá en el Museo La Tertulia. Para más información consulte aquí.

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La última vez que Tania fue a urgencias duro 7 horas en un hospital y casi le da una embolia del estrés. Cuéntele aquí sus experiencias con el sistema de salud.