El especial de fotografía: Coca, la guerra perdida

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El Especial de Fotografía 2015

El especial de fotografía: Coca, la guerra perdida

Ancianos de la etnia Murui Muinai de la Amazonía, cuentan la historia de los días en que sus dioses se enojaron por el comportamiento de su gente. "Como castigo, le quitaré la coca a su pueblo y la pondré en manos del hombre blanco. La planta traerá...

He estado trabajando en este proyecto de largo aliento para explicar, visualmente, por qué la guerra contra las drogas es un fracaso. Por siglos la coca ha sido satanizada y las personas que la consideran sagrada y medicinal han sido etiquetadas como traficantes, algo con lo que miles de personas en toda América no están de acuerdo.

Ancianos de la etnia Murui Muinai de la Amazonía, cuentan la historia de los días en que sus dioses se enojaron por el comportamiento de su gente. "De ahora en adelante, como castigo, le quitaré la coca a su pueblo y la pondré en manos del hombre blanco. La planta traerá dolor, miseria y ríos de sangre donde sea que esté", dijeron los dioses.

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Esta leyenda, verdadera o no, me ha seducido a seguir las huellas de esta planta a través del continente y de una droga que devasta vidas alrededor del mundo.

Un viaje que comienza desde el punto de vista espiritual de algunas culturas de los Andes, que ven en la coca un regalo de los dioses, una celebración de una mata que cura enfermedades y alimenta los aspectos sociales de las comunidades. Pasando por los cultivadores colombianos que procesan la planta, la convierten en base de cocaína y la utilizan como moneda de facto para hacer trueque en las tiendas y farmacias. A partir de allí sigue un baño de sangre que se extiende en la ruta de la cocaína hacia el norte, cruzando Centro América y México, y la llegada final a los hogares de los consumidores, convirtiendo todo en un conjunto de banalidades.

Esta serie fotográfica hace parte del libro Coca, la guerra perdida, de Carlos Villalón, que publicará a finales de año la editorial Pinguin Ramdom House.

Indigenas Murui Muinai navegando cerca del río Igaraparaná. Amazonas (Colombia), 2015.

Mezcla de coca y hojas del árbol de yarumo en un poporo. La coca, para los Murui Muinai, es la planta por la que fueron guiados a este universo. Es una mata de fortaleza e inspiración. Selva amazónica(Colombia), 2015.

En la aldea de Milán, Norberto Kuiru mambea e introduce en su boca el polvo verde: una mezcla de hojas de coca y cenizas de las hojas del árbol de yarumo, llamado mambe. Selva amazónica (Colombia), 2015.

Un hombre mambea hojas de coca. El Alto (Bolivia), 2007.

Desde temprana edad los niños aprenden a manejar los machetes para preparar las plantas que sembrarán en un nuevo campo de coca. Las fumigaciones aéreas con glifosato, como parte del “Plan Colombia” (el programa de USD 7.5 billones desarrollado en conjunto por el gobierno colombiano y el de Estados Unidos para promover el proceso de paz y combatir la industria del narcotráfico) no ha impedido que los cultivadores sigan quemando parcelas de selva para continuar con su negocio. Aldea de la Playa (Colombia), 2003.

Descamisado, un traficante pesa las bolsas de coca que los campesinos le han traído para vender. Entre sus piernas tiene un paquete en el que lleva suficiente dinero como para comprar 300 libras. Su asistente toma nota del recaudo, del cual deben pagarle a las Farc el 30% como impuesto reglamentario en este negocio. Los campesinos, a pesar de que tienen conflictos con su papel en el tráfico de drogas, dicen no encontrar otras alternativas. Santa Fe (Colombia), 2002.

Semanalmente las prostitutas de los pueblos aledaños al río Caguán deben someterse a un examen médico al que las obligan las Farc, con el objetivo de recibir un permiso que las habilite para trabajar hasta el siguiente fin de semana. Estas dos prostitutas pagan su consulta con una bolsa de base de coca, que a su vez han recibido de sus clientes. Peñas Coloradas (Colombia), 2002.

El cuerpo de una mujer nasa yace en una tienda luego de haber sido asesinada en El Palo, Cauca (Colombia), 2011.

Miembros de la familia López lloran la muerte de Luis Felipe, un joven de 17 años que fue asesinado mientras esperaba a su novia en un andén. A comienzos de octubre de 2011, el ministro del Interior de México, Francisco Blake, anunció que la turística Acapulco, en la costa Pacífica, se había convertido en la segunda ciudad más violenta del país después de Ciudad Juárez. Las luchas internas entre las facciones de los carteles de la droga, como el Cartel del Golfo, La Familia (conocida con varios nombres, entre ellos La Barredora) y la CIA (Cartel Independiente de Acapulco), han convertido a esta ciudad en un lugar peligroso para vacacionar. Acapulco (México), 2011.

Investigadores forenses acordonan el área para estudiar la escena del crimen de un joven de la Comuna 13, uno de los barrios de la ciudad más afectados por el enfrentamiento de actores armados legales e ilegales. Medellín (Colombia), 2009.

Miembros de una pandilla aspiran el polvo que emana una licuadora: una mezcla de cocaína, lidocaína y cafeína, obtenida después de cortar 1 kilo de coca 80% pura, diluirla y convertirla en 3 kilogramos. Las pandillas mezclan la cocaína con cafeína y lidocaína: se trata de un anestésico común recetado para la arritmia cardiaca, usado también como medicina tópica contra el dolor de inflamaciones en la piel y picaduras, o como anestésico dental y en cirugías menores. Medellín (Colombia), 2009.

Durante una fiesta en un barrio de clase alta, una mujer enseña sus senos frente a una bandeja que contiene cocaína. Santiago de Chile, 2013.

Samanta, una cantante de Narco corridos se prepara para subir al escenario. Reynosa (Mexico), 2009.

Un hombre se inyecta una dosis de cocaína y heroína llamada speed ball. Sur del Bronx (Nueva York, Estados Unidos), 2015.

Una voluntaria de BOOM! intenta despertar a un hombre que sufre de una posible sobredosis de drogas. Bronx (Nueva York, Estados Unidos), 2014.