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Cultură

Archivo VICE: En tu casa habita otro inquilino

A finales de los noventa, un grupo de investigadores, quienes buscaban grabar un documental rastreando el camino seguido por el director Luis Buñuel para hacer sus películas, descubrió la columna de Simón del Desierto gracias a las instrucciones de uno...

Hice una serie de IMAGENs, diapositivas, para el proyecto de Simón del Desierto, le comentaba a una amiga a quien le escribía un correo electrónico. Le informo que quiero realizar algo donde se señale lo que no se puede señalar, con la narración absolutamente fragmentada y sin justificaciones mayores, algo así como lo que hizo el escritor de Jacobo El Mutante, el libro que redacté sobre una supuesta novela que el autor austriaco joseph roth fue creando cuando se encontraba ebrio. Trataré, de esa forma, de poner la cura antes de la aparición de la enfermedad. De antemano informaré—en la conferencia a la que se me invita para que reflexione acerca de la relación entre cine y misticismo—que no sé mayormente del tema, ni de la columna alrededor de la cual transcurre la mayor parte de la película Simón del Desierto de luis buñuel. De esos temas sólo conozco lo que no sé… la historia que pondré ante el público puede resumirse en que después de filmar una de las películas con menos recursos de la historia del cine—la escenografía de Simón del Desierto cuenta casi únicamente con una columna en medio del páramo—, la construcción, es decir la mencionada columna, quedó abandonada para siempre en medio de la nada. Como la filmación fue hecha lejos de alguna comunidad conocida, no quedó registro mayor de su existencia. Algunos años más tarde un grupo de personas que huía de la gran ciudad—una suerte de parias que buscaba un lugar donde establecerse—descubre la columna abandonada y parece conferirle ciertos poderes. No comprenden la razón de la existencia de una columna bíblica en medio del desierto. Forman una comunidad a su alrededor, dirigida por un poeta ciego, el mismo que años después aparecerá en dos de mis libros: poeta ciego y flores. Se forma, como en mis ficciones, una cofradía de personas que poseen peculiaridades físicas en sus cuerpos.

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A finales de los años noventa, con ocasión de los homenajes que se organizaron con motivo del centenario del nacimiento de luis buñuel, un grupo de investigadores culturales, quienes buscaban grabar un documental rastreando el camino seguido por el director para hacer sus películas, descubrió la columna de Simón del Desierto gracias a las instrucciones de uno de los choferes del cineasta.

El grupo hizo caso omiso a la presencia de los habitantes adoradores de la columna, muchos de los cuales, en efecto, padecían males físicos que creían ver apaciguados pidiendo la cura en aquel lugar. Luego de una primera visita, ese grupo de investigadores culturales regresó con una serie de obreros y vehículos. Dinamitaron el símbolo de la película con la intención de llevarlo como testimonio al centro de los homenajes que se le organizaban a buñuel: el palacio de bellas artes. En ese momento, en el trance de destruir la base de la estructura con el fin de transportarla, ocurre el primer milagro. Pese a ser dinamitada y caer en dos, es tal el peso que presenta el material con el que está construida que hace imposible su traslado. Los integrantes de la cofradía, al ver mancillada su intimidad, su huida, al sentirse descubiertos y proclives a caer nuevamente en el oprobio de la gente, dejan abandonado el lugar donde se erigía la columna y se dispersan en distintos puntos. Algunos regresan a la ciudad capital. Otros van a la costa o a las zonas fronterizas. Todos, sin embargo, llevan tanto el mensaje como el milagro de la columna mágica, que aparte de haber aparecido de la nada se negó a ser trasladada.

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Yo, Mario Bellatin, escucho esta historia. Del grupo de personas que se congrega alrededor de la columna y de la posterior destrucción del famoso vestigio. Llego a la zona y, en efecto, constato los restos de la historia. Fragmentos de la columna y de una comunidad que se levantaba a su alrededor. Emprendo entonces un largo peregrinaje preguntando dónde pueden haber huido los habitantes después de dinamitado el monumento. Recorro diversos lugares y, pese a no haber albergado ninguna esperanza, descubro no sólo a los adoradores originales sino a una serie de nuevos creyentes. Algunos acceden a ser retratados. Me muestran los objetos que componen sus rituales. Una gran estampa enmarcada que representa la columna, un pequeño florero, una jarra para las abluciones y una humilde túnica blanca. Una de las feligresas, pero sólo una, me hace una demostración de los ritos por medio de los cuales pide la sanación a los males… ¿te convence?… finaliza el correo electrónico que le estoy dirigiendo a la persona amiga… no quiero aparentar que poseo una respuesta al fenómeno, que trato de demostrar cómo uno de los artistas más místicos-ateos-contemporáneos, por llamar de alguna manera a luis buñuel, sea el eje, sin saberlo y a muchos años de su muerte, de una cofradía que se forma a partir de la ruina más notoria de una de sus películas.

Yo, mario bellatin, poseo una imagen original de graciela iturbide, quien no considera esa IMAGEN como parte de su trabajo sino sólo como material de exploración. La enmarco con motivos religiosos, compro un jarrito con flores y me dedico a recorrer el mercado situado al lado de mi casa para IMAGENgrafiar a mis vendedores de confianza sosteniendo el cuadro y las flores. Una vez revelado el rollo y montado el trabajo en diapositivas les hago pequeñas biografías, la descripción de sus supuestas e incurables enfermedades… ¿qué te parece? Insisto. Añado que siento una creciente nostalgia, hasta ahora no es desagradable, nada grave. Debe ser porque estoy enfermo, pienso.

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Antes de cerrar el sistema de correo, le cuento a la persona a quien va dirigida la información que al día siguiente mandaré hacer una serie de estampitas de la columna para repartir entre los asistentes al foro que semanas después se reunirá alrededor del tema del cine y misticismo…

No quiero demostrar saber más de lo que está dicho. Deseo hacer evidentes las contradicciones y mi ignorancia en el tema, no solamente en relación al cine y misticismo. En ese momento leo en la red que el escritor argentino césar aira da una explicación de por qué había tan pocos escritores. Afirma que es porque deben confluir en una misma persona dos caracteres totalmente opuestos: una lucidez e inteligencia absolutas junto a la locura y el caos total…

Sin embargo yo, mario bellatin, sé que existe una zona en los alrededores de México D. F. que es considerada por muchos como el basurero de la ciudad. Hasta ese lugar suelen llevar los cadáveres de los muertos en forma violenta para hacerlos desaparecer en sus ríos o canales. En las rutas de los alrededores no es difícil encontrar, apostadas en los cruces de caminos, a una serie de prostitutas que por razones físicas no están en condiciones ya de ejercer su oficio en la capital. Puede tratarse de mujeres de edad avanzada o de travestis que por más que se sometan a una serie de técnicas caseras de transformación, como maquillaje y uso de fajas y rellenos, hacen de sus cuerpos algo imposible de comprender. Muchos malhechores, vagos o mendigos, imposibilitados ya de enfrentarse al ritmo urbano, van a parar a esos parajes.

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En medio de uno de estos desiertos, en una parte remota situada entre dos colinas, se yergue la famosa columna. Solitaria en la llanura parece enfrentar, desde la rigidez más absoluta, su soledad a lo agreste del terreno que la circunda. Acercándose a la pequeña cañada que la antecede, se advierten restos de lo que fue una población: muros de adobe derruidos, alféizares de ventanas cuyos lados dan al exterior, restos de bolsas de plástico, hierba quemada.

A algunos kilómetros se levanta la primera población. En realidad se trata de un grupo de casas dispersas unidas alrededor de algunos corrales. Llama la atención que algunos de los pobladores estén todo el tiempo a la sombra. Si se pone algo de atención se descubrirá que muchos carecen de pigmento en la piel. Se trata de un pequeño poblado donde el carácter albino se repite con frecuencia. Al preguntar por el origen de la extraña columna muchos afirman que estuvo allí desde siempre, desde los tiempos del poeta ciego. Parecen no querer decir más. Sin embargo, añaden que de no ser por el poeta ciego los pobladores de la región no tendrían ninguna razón de existir. Son capaces incluso de mostrar alguna estampa de aquel personaje. En efecto, en la reproducción se puede ver a un anciano con bastón, de pie junto a una columna similar a la que se levanta cerca del lugar. No parecen dispuestos a hablar del monumento, pero sí de aquel personaje. Aseguran que lo traicionaron. Que fue de tal magnitud aquella acción, que la mayoría de sus seguidores acabaron muertos después de que el poeta ciego fue asesinado.

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En aquel tiempo, según se lee en el anverso de las estampas de la columna del desierto que comenzaron a circular de manera casi clandestina, las sociedades en general comenzaron a presentar un alto número de habitantes con deformidades físicas. Cierto médico afirmaba que esas características eran normales en determinadas épocas de la evolución del hombre. Las mutaciones genéticas propias de cada raza se manifestaban en algunos momentos con más fuerza que en otros. En cierta etapa de aquellos procesos no quedada sino reconocer que lo anormal estaba llamado, de alguna manera, a convertirse en lo esperado.

En ese tiempo—cuando el grupo de habitantes huyó de la ciudad—las anomalías fueron tan evidentes que por eso se conformó el grupo que se congregó en los alrededores de la columna que luis buñuel dejó abandonada.

Aquellas personas le otorgaron el mando a un anciano ciego, quien parecía tener el poder de evitar las deformaciones en la descendencia.

Aparte de los tullidos y de los seres anormales, todos los días acudían hasta la sede—ubicada al lado de la columna—decenas de parejas que deseaban tener hijos sin anomalías. El anciano ciego había hecho construir un conjunto de pequeñas casas—las mismas cuyos restos se pueden apreciar hoy desde la cañada—que daban asilo a una serie de cojos, jorobados y tuertos. Muchos de ellos lo ayudaban en la administración de las curaciones. Algunas veces los males eran conjurados con infusiones de flores, que el anciano hacía traer de regiones remotas. El ciego afirmaba que, mientras dormía, las recetas le eran dictadas por un reputado médico muerto años atrás.

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Todo acabó, o mejor dicho, nació de verdad el culto, cuando fue demolida la columna abandonada en medio del desierto.

Aquello fue un caos. Los improvisados pobladores no lo sabían, pero un grupo de exploradores culturales, bajo el mando de uno de los choferes de luis buñuel, encontró la columna que había servido como único elemento escenográfico de la película Simón del Desierto.

Ese hecho bastó para que los habitantes huyeran y, de ese modo, el mito de la columna milagrosa se dispersara.