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Música

La peor música española llegó a México para quedarse

Parchís, Miguel Bosé, Álex Ubago o Mónica Naranjo son figuras del panorama "actual" de la radiofórmula azteca.

Imágenes ​vía y ​vía

​Como en España ya no hay más aeropuertos que hacer, las constructoras españolas miran de este lado del mundo. Iberoamérica enterita y, en concreto, México se antojan un paraíso para Florentino Pérez y compañía. Al margen de esta colonización de infraestructuras, hay otra invasión, menos potente en cuanto a números, pero sí con suficiente fuerza cultural, que invadió la república mexicana hace muchos, muchos años. La peor música española llegó para quedarse. Parchís, Miguel Bosé, Álex Ubago o Mónica Naranjo son figuras del panorama "actual" de la radiofórmula azteca. Sí, amigos. Éxitos de los 80 como "Marta tiene un marcapasos" suenan a todas horas en las emisoras de radio. Los peores artistas patrios gozan de inmunidad diplomática en este país.

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"Yo soy la ficha verde, y yo soy la ficha azul…", así decía uno de los grandes hits del grupo infantil Parchís. Puede que la letra no sea una joya del cancionero popular, pero dio lugar a una famosa imitación televisiva de "Martes y 13". Con eso, está dicho todo. En resumen, que Parchís todo fue un gran fenómeno musical y cinematográfico. Puede que ahora, en tiempos de Justin Bieber y de tantos otros artistas adolescentes que venden porno soft, bailan coordinados y sueltan unos gorgoritos tremebundos, es difícil imaginar un mundo en que unos niños sin voz y vestidos con esquijama arrasaran sobre escenarios de medio mundo. En España es evidente que tuvieron su éxito, pero ese eco fue apagándose con los años. A día de hoy, pocos echan la vista atrás para acordarse de ellos. Solo Tino, la ficha roja original, ha seguido algo presente en los medios, pero no por su éxito profesional, sino porque perdió el brazo izquierdo en unaccidente de coche. En México, sin embargo, su repercusión fue todavía mayor y aún son un referente. La película La Guerra de los Niños (Javier Aguirre, 1980), por ejemplo, sigue muy presente en el imaginario azteca, tan aficionado a la nostalgia. Y más aún a la nostalgia kitsch. Sin ir más lejos,Yolanda Ventura, la ficha amarilla, se instaló hace muchos años en este país, y sigue siendo, a sus 45 años, actriz de telenovelas, cantante y sex symbol. Aún voy más lejos. Un amigo mexicano, gay hasta la médula, dijo que sus primeras erecciones fueron gracias a la portada en Playboy de la Ventura en los ochenta. No contenta con erotizar a toda una generación, hace un año repitió como conejita, y lo cierto es que, a pesar de los años, photoshop mediante, se conserva bien la ficha amarilla.

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Este ejemplo es sintomático de que en México, el país donde vivo, disfruta con los artistas españoles buenos, regulares y, sobre todo, los malísimos. Incluso los que visten pijamas de colores y actúan en playback. Y si los colorines no son un problema, tampoco parece que lo sea la falta de talento musical. México recoge a cantantes que no tienen donde aterrizar, a perros abandonados de la música española. Tristón sólo quiere un amiguito. Álex Ubago, por poner un ejemplo extremo, dejó de sonar con verdadera fuerza en las radios españolas hace muchos, muchos años. Su primer disco, ¿Qué pides tú? (2001) sí fue un pelotazo de la música ñoñoromántica donostiarra, aquello que antes llamaban canción "ligera". Si de pronto, en cualquier ascensor, sonara alguna de sus empalagosas baladas, estoy seguro que muchos de nosotros podríamos llegar a canturrearlas y a evocar, por ejemplo, la bahía de la Concha o un pintos de txangurro. El éxito de este primer LP no se repitió con sus sucesivas intentonas posteriores. En México, en cambio, es ahora, hoy mismo, asesor de "La Voz México", programa que reúne cada lunes a más del 30 por ciento del share. Eso, en México, es mucha gente. Álex Ubago tiene su hueco de este lado del mundo, hace duetos con Laura Pausini y estremece a las jovencitas mexicanas con su voz rasgada y su quejío.

Rocío Dúrcal fue una de las primeras en desembarcar de este lado del mundo. Al contrario que tantos otros cantantes, folclóricos o no, que llegaron, cantaron y se largaron, ella se quedó. No del todo, pero sí de corazón, podría haber dicho. Se metió a Junior en la maleta (lo cierto es que el bueno de Junior era desmontable, como un mueble de Ikea) y se ganó los corazones de México entero. Mi suegra, mexicanérrima, en uno de sus primeras visitas a Madrid, corrió al Corte Inglés a comprarse un título indispensable de la cinematografía ibérica: Rocío de la Mancha (Luis Lucia, 1963). Y lo peor de todo es que se sabía las canciones. Para ejemplificar el enorme éxito de Rocío Dúrcal por aquí, vale con decir que su hija Shaila, versión paupérrima de su mamá, cantante pésima y, encima, con signos de pasar mucha hambre, que dan ganas de darle un sándwich cada vez que te la cruzas, tiene en México su carrerita, sus bolos y su eco en los medios.

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Como ella, hay muchos artistas que venden aquí que tienen un gran reconocimiento en España… cuando eso no siempre es cierto. Saliéndonos un poco de la música, hay actores que vienen hasta México a hacer telenovelas con un supuesto carrerón a las espaldas. El mejor ejemplo de esto es Carlos Gascón. Un actor secundario en series españolas que llegó hasta aquí como estrella y que, gracias a su cara y a su gracia personal, intervino en la película Nosotros los Nobles (2013, Gary Alazraki), una de las comedias más exitosas de la historia de México, y ahora no deja de trabajar.

Hombres G merece mención aparte. Por ejemplo, es famosa la anécdota de que su exitosa canción "Sufre mamón" fue muy polémica en México, donde la palabreja "mamón" es una cosa muy fea. Tiene que ver con mamar, con chupar… ya me entienden. La película del mismo título se llamaba por aquí "Devuélveme a mi chica", lo de poner "mamón" en los pósters era misión imposible. A pesar de esta censura de andar por casa, como de parroquia zamorana, en los cines de México donde se exhibía la película había una nota que prohibía a los chavos y chavas ponerse a bailar. En serio. Es más, al igual que Ubago ahora está en la tele, David Summers y compañía están de gira ahora mismo a lo largo y ancho del territorio azteca.

Habrá quien diga que Miguel Bosé es un grandísimo artista. No seré yo quien les contradiga. Digamos que forma parte de nuestro paisaje desde hace décadas, es como esa mesa que heredas de tu primo segundo, hace su función y tampoco molesta del todo. Pues bien, en México el hijo de Luis Miguel Dominguín está al nivel de, no sé, Michael Jackson, por decir alguien realmente exitoso (y talentoso). Llena grandes recintos, recibe la atención de las autoridades, vende discos, firma autógrafos, enamora a hombres y mujeres. Músicos patrios de prestigio no reciben ni la mitad, ni un quinto de la atención que el intérprete de "Morena Mía". Por ejemplo, hace meses, coincidí en un bar con los integrantes de Los Planetas. Estábamos viendo la semifinal de Champions del Barça contra el Atleti, tenían concierto esa misma noche. Nadie los reconocía por la calle. Sé que Bosé es famoso aquí y allá, que Jota de los Planetas no quiere nada parecido a eso, pero… bueno, es evidente que sirve como ejemplo.

Hay incluso quien tiene pegue en México y no en España. Mónica Naranjo arrancó su fama, y su pelo a dos colores, de este lado del océano. Su primer disco,en 1994, fue responsabilidad total y absoluta de la industria mexicana. No fue hasta el 97 que, con su segundo álbum, Palabra de Mujer sus alaridos rompe tímpanos nos llenaron de gozo y satisfacción también en España. México había creado un monstruo.

Mecano arrasa, suena en todas las fiestas chilangas, al igual que el musical "Hoy no me puedo levantar". Enrique Iglesias, gran estrella internacional, también, claro. A Enrique Bunbury se lo toman realmente en serio. Hasta Pablito Alborán está promocionando su disco por aquí. Lo que no sabíamos en España es que donde las dan, las toman. "La revancha de Moctezuma" se suele utilizar para nombrar la cagalera crónica que le entra a cada español que llega de primeras a México, pero también podría referirse a los artistas mexicanos que nos lanzaron, a modo de armas arrojadizas, en los ochentas y noventas. Paulina Rubio, Thalía, Maná, Garibaldi, La Onda Vaselina, Christian Castro. Sí, estos mexicanos saben bien como defenderse, no los provoquemos, por favor.