Una tragedia griega: hablamos con Yanis Varoufakis sobre Syriza y el futuro de Europa

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Una tragedia griega: hablamos con Yanis Varoufakis sobre Syriza y el futuro de Europa

Yanis Varoufakis fue el emisario estrella de Syriza, el primer partido en la historia de Europa en plantarle cara al neoliberalismo imperante. Hablamos con él de su derrota, de la crisis y del futuro de Europa.

Fotos vía Molly Matalon

Como tantos otros de vosotros, yo también he soñado con Yanis Varoufakis. El ascenso de Syriza al gobierno representó el primer desafío al neoliberalismo en la historia política de Europa. El partido salió elegido en enero de 2015 con el compromiso de plantar cara a la Troika el FMI, la Comisión Europea y el BCE, que había impuesto cinco años de durísima política de austeridad y medidas de 'rescate' que no servían más que para aumentar la deuda del ya empobrecido país. Sustentado por el apoyo de los movimientos sociales y sindicales y formado por intelectuales, Syriza llegó para dinamitar el abismo existente entre teoría y práctica. Y Yanis Varoufakis fue su ministro de Finanzas y emisario estrella.

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¡Esa voz sugerente! ¡Ese cuello de la americana alzado con tanto arte! Esa cara… con unas líneas de expresión tan profundas que parecen esculpidas en granito. Este profesor de Económicas y bloguero sobre política se vio a cargo de la cartera de Finanzas helena tras haber asegurado que "nunca jamás" se haría político cuando el líder del partido, Alexis Tsipras, apeló a su sentido del deber moral. Tras varias semanas en el cargo, publicó un ensayo en The Guardian titulado "De cómo me convertí en un marxista errático". ¡Un marxista! Un sueño hecho realidad para gran parte de la atribulada izquierda europea.

Varoufakis logró que la Troika se sentara a negociar. Buscaba rebajar la deuda griega, que se admitiera que era sintomática de una serie de problemas estructurales de la Eurozona; buscaba una pizca de dignidad para una "nación orgullosa" que había sido reducida a la condición de colonia; buscaba lo que pudiera conseguir, de hecho.

Una unión monetaria como la del euro, no respaldada por instituciones fiscales democráticas, solo puede provocar el endeudamiento de sus miembros más débiles

Pero la intransigencia de la Troika era patológica. Surgieron tensiones entre Varoufakis y el resto del partido, en especial con el primer ministro Tsipras. "Me di cuenta de que la Troika pretendía debilitarnos paralizando las negociaciones", me contó. La esperanza de que las conquistas de Syriza fueran algo más que simbólicas se difuminaron hasta desaparecer el 6 de julio de 2015: pese a celebrarse un referéndum sobre el tercer Protocolo de la Troika, en el que salió el "no" (OXI!) por una mayoría del 61 por ciento, Tsipras capituló y aceptó un memorándum con medidas de austeridad y privatización más punitivas incluso que antes.

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De la noche a la mañana, la política antiausteridad de Syriza se reveló como mero postureo, un final cruel y absurdo a seis meses de lucha. El flamante ministro de Finanzas dimitió, pero las imágenes en las que aparecía subido a una moto, con chupa de cuero y aspecto y voz de villano de Bond continúan poblando el subconsciente colectivo.

Como todas las estrellas del rock, Varoufakis está cansado. Me reúno con él en su hotel tras una ajetreada semana. En lo que va de día, ya ha participado en un programa de radio matinal, en Channel 4 News y en incontables otros medios para promocionar su libro, ¿Y los pobres sufren lo que deben? Estoy nervioso, aunque no tanto como la chica que le pide un autógrafo antes de que nos sentemos a charlar. Es española, muy educada, y parece completamente hipnotizada ante la presencia de Varoufakis, quien garabatea su firma sobre un pedazo de papel. "¿Ocurre muy a menudo?", le pregunto cuando su admiradora se ha marchado. Asiente levemente. Se le ve avergonzado, aunque no demasiado. "Sobre todo en España. Y Portugal", añade.

Regresamos al día en que Syriza se erigió como peligroso paradigma para los países ibéricos, también endeudados, al día de la marcha por el OXI en Atenas. "Fue el día más importante de mi trayectoria política", explica. "Cuando llegó el momento e hicimos un llamamiento al pueblo griego para que reaccionara, la respuesta fue increíble. Y aquella tarde de viernes fue la culminación. No esperaba que asistieran más de 100.000 personas y al final fueron casi medio millón. Fue impresionante", recuerda. Según informaban los medios, aquel día la gente incluso besaba a Varoufakis mientras caminaba entre la multitud en la Plaza Sintagma.

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Nunca he creído que pudiéramos ganar simplemente proclamando la verdad ante el poder

Sin embargo, tras esa radicalización utópica del pueblo griego, se ocultan una serie de maniobras políticas "mucho menos heroicas": "Desde finales de abril [dos meses antes de celebrarse el referéndum], estaba clara la predisposición de Tsipras a ceder ante las exigencias de la Troika, yendo contra la lógica básica que me había llevado a aceptar la cartera de Finanzas". Entonces, ¿fue el referéndum un gesto carente de significado? "Tal como yo lo veo, fue una vía de escape para Tsipras. Recomendó al pueblo griego que votara 'no' con la esperanza de que hicieran lo contrario. Es la justificación que yo le veo a que estuviera tan abatido la noche del referéndum". Una actitud que se aprecia en el documental #ThisIsACoup, de Paul Mason, que hace un seguimiento de Syriza durante esos meses cruciales: la euforia de Tsipras una vez conocida la victoria del OXI se veía forzada. "Estaba disgustado", afirma Varoufakis. "Lo único bueno de haberme visto envuelto en esto es que, por primera vez en mi vida, no me hace falta teorizar: ¡lo sé porque estuve allí!".

Ha pasado algún tiempo desde la gran traición y Syriza sigue en el gobierno pero como un petulante servidor del capitalismo y ahora la estrategia adoptada por Varoufakis también se somete a escrutinio. Se le acusa de ingenuo al creer que las negociaciones con la Troika darían lugar a concesiones aceptables. A Varoufakis le sorprendió que los ministros de la Eurozona no quisieran sentarse con él a tratar asuntos macroeconómicos, como el hecho de que una unión monetaria como la del euro, no respaldada por instituciones fiscales democráticas, solo puede provocar el endeudamiento de sus miembros más débiles. Muchos vieron esto como una carencia de visión realista. "Nunca he creído que pudiéramos ganar simplemente proclamando la verdad ante el poder. No nos habíamos hecho ilusiones cuando empezamos. Debíamos tener armas para defendernos contra sus intentos de asfixiarnos [mediante las amenazas de cerrar los bancos griegos]", argumenta. Su defensa pasaba por rescatar el banco central heleno de manos de Europa, medida que "no se llegó a tomar por la crisis interna de Syriza".

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Tsipras era una marioneta de Angela Merkel y sigue siéndolo

Las voces más críticas de la izquierda de Syriza acusaron a Varoufakis de ser un mero actor en su papel de ministro de Finanzas o, en otras palabras, acusaban a Tsipras de explotar la vena de beligerancia teatral de Varoufakis en su favor. Le enseño al interpelado un número reciente de New Left Review, en el que el exmiembro de Syriza Stathis Kouvelakis vierte esas acusaciones. Varoufakis las lee por primera vez y no parecen sorprenderle. "Kouvelakis no estaba ahí, así que no me interesa lo que tenga que decir", asegura. No me queda muy claro si está bromeando, así que leo en voz alta un extracto del artículo: "Tsipras consideró que, aunque fuera puro teatro, la actitud de confrontación de Varoufakis era necesaria para obtener cierta legitimación o concesiones…". Varoufakis sigue mostrando absoluta indiferencia.

Aunque poco antes me había dicho que "Tsipras era una marioneta de Angela Merkel y sigue siéndolo", no se siente tan cómodo respecto a que se considere lo mismo de él. "Me ha llegado esa opinión de mucha gente, incluida mi mujer", confiesa, "pero yo me niego, no solo en esta entrevista, sino hasta el día que me muera, a proyectar sobre Tsipras motivos y estratagemas que realmente desconozco. Son todo especulaciones. Soy plenamente consciente del historial de traiciones y atribuciones infundadas de la izquierda y no voy a entrar en ese juego". No obstante, posteriormente Varoufakis admite con ambages "haber pecado de ingenuo dando por sentadas y verdaderas ciertas amistades políticas y personales". Volvemos a temas de los que puede hablar con más libertad.

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No está en el ADN de la UE evolucionar hacia una federación democrática

¿Y los pobres sufren lo que deben? no es una crónica sobre el periodo de Varoufakis a cargo del ministerio de Finanzas griego, sino un repaso sobre la historia de la economía de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Con un discurso contrario al mito fundacional de la Unión Europea y al idealismo de la unificación de las naciones progresistas, Varoufakis ofrece su visión de la UE como una especie de cártel industrial. Su obra es la historia de una lucha monetaria en la que burócratas franceses y banqueros alemanes compiten por el protagonismo. Le pregunto por una de las contradicciones del capitalismo que señala en su libro: el hecho de que el capitalismo ataca al pueblo mismo, a los "vulnerables" cuyo trabajo, no obstante, es el que le otorga el poder. El exministro justifica su respuesta hablando de la mercantilización y la explotación, y concluye con la observación de Marx de que "el capitalismo es como el Dr. Frankenstein", en el sentido de que es un sistema que propicia las condiciones para su propia muerte. Nos hemos trasladado del bar del hotel, donde la música impide mantener una conversación, a una sala de conferencias enorme en la que solo hay dos sillas. Es una delicia recibir esta clase magistral privada, pese a que el que la imparte está visiblemente extenuado y no deja de mirar la hora en el móvil.

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A pesar de su experiencia con el dogmatismo de la UE, Varoufakis no concluye su libro con una invitación a abandonarla, sino a llevar a cabo una democratización de la institución desde dentro. ¿Por qué, le pregunto, afirma que "no está en el ADN de la UE evolucionar hacia una federación democrática?". "Porque el conflicto con Bruselas y con las instituciones de la Unión Europea es necesario", responde. "La solución no es la salida de la unión, sino la confrontación". Su esperanza es que dicha confrontación se produzca bajo el auspicio de Diem25, un movimiento político que él mismo ha impulsado y que busca movilizar a la ciudadanía europea para reivindicar una Unión Europea democrática. Según me cuenta, ya han enviado una petición de transparencia en la que se exige que las reuniones del Eurogrupo se emitan en streaming. El presidente del Eurogrupo ha respondido asegurando que se compromete a publicar varios de los documentos de la institución. "Hay que demostrar a los europeos que los primeros pasos, por insignificantes que parezcan, pueden marcar la dirección correcta", afirma.

La idea de que un cambio es posible está muy instalada en la mente no solo de los ciudadanos griegos, sino también de fuera del país

Una de las observaciones más interesantes del libro hace referencia a las personalidades políticas: la creación de una unión monetaria en Europa ha puesto en manos de un grupo de "tecnócratas no electos de segunda" toda una serie de decisiones sobre bienestar e impuestos y ha acelerado la despolitización de la política, manteniendo al margen a quienes realmente están dotados para practicarla. Sugiero que Syriza insufló nueva esperanza, aunque fuese por un corto periodo, al señalar que los políticos podían realmente actuar como tales.

La forma en que se le iluminan los ojos a Varoufakis delata que coincide conmigo. "Es cierto que no dejábamos de ser políticos, pero también lo es que nuestros conocimientos técnicos eran mejores que los de los miembros de la Troika. No creíamos en los modelos de análisis económico estándar pese a que los entendíamos". ¿Ha desaparecido para siempre esa chispa que auspiciaba la posibilidad de un cambio? "Indudablemente, la gente se siente traicionada. Sin embargo, creo que la idea de que un cambio es posible está muy instalada en la mente no solo de los ciudadanos griegos, sino también de fuera del país. Yo lo veo como una contribución de gran importancia a la Primavera ateniense".

Dicho esto, Yanis Varoufakis el hombre que se enfrentó a las fuerzas del capitalismo e hizo un espectáculo de su lucha y fracaso se levantó y se fue, no sin antes disculparse por su marcha abrupta motivada por una llamada por Skype a la que llegaba tarde. De repente me encuentro solo en la sala de actos, sumido en un silencio solo roto por el tictac del segundero del reloj de la pared. Poso la mirada en la contraportada del libro, plagada de elogios: "Una nueva estrella del rock adalid del movimiento contra la austeridad… el hombre más interesante del mundo… una celebridad internacional". Me he olvidado de pedirle un autógrafo.

Traducción por Mario Abad.