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¿El gobierno egipcio va a tomar finalmente cartas en el asunto del acoso sexual?

La ley define al violador como “toda persona que tenga relaciones sexuales no consentidas con una mujer”, pero no contempla penetraciones con otros objetos. Muchas de las víctimas de las recientes agresiones fueron violadas con la mano o con cuchillas...

Todas las fotografías por Ines Della Valle. Manifestantes reunidos frente a la Ópera de El Cairo.

A principios de este mes, al tiempo que miles de personas se reunían en la plaza Tahrir para celebrar el resultado de las elecciones y la elección del nuevo presidente, Abdel Fattah el-Sisi, numerosas mujeres eran víctimas de ataques violentos y de violaciones colectivas, una lamentable práctica que se ha estado repitiendo con demasiada frecuencia los últimos tres años.

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Una de las víctimas, una chica de 19 años, fue vista desnuda y cubierta de sangre en un vídeo de YouTube que tuvo más de 100.000 visitas antes de que fuera retirado. “Eran las cinco de la madrugada cuando vi ese horrible vídeo y leí sobre los ataques en Tahrir la noche antes”, afirma Dena El-Shabba, organizadora de la manifestación Walk Like an Egyptian Woman. “Estaba furiosa”, continuó la estudiante universitaria de 20 años. “Esas atrocidades afectan al conjunto de la sociedad, por eso he decidido organizar esta manifestación, inspirándome en las protestas organizadas en India.”

En menos de una semana, se recibieron 13.000 firmas para el evento de Walk Like an Egyptian Woman en su página de Facebook. El día de la manifestación, el 14 de junio, acudieron a la cita únicamente 300 personas, entre hombres y mujeres (incluyendo periodistas). Bajo la atenta mirada de la policía, los manifestantes enarbolaban pancartas con mensajes contra el acoso sexual y eslóganes feministas. Desde el pasado noviembre, el Ministerio del Interior está obligado a dar consentimiento para la celebración de manifestaciones.

Dena el-Shabba

Un informe de la ONU de abril de 2013 indica que un 99,3 de las mujeres y niñas sufre acoso sexual en Egipto. Dos meses más tarde, el Observatorio de los Derechos Humanos publicó un informe que indicaba que 91 mujeres habían sido violadas o acosadas sexualmente en la plaza Tahrir durante las manifestaciones contra Morsi. En marzo de este año, una estudiante de la Universidad de El Cairo fue víctima de abusos sexuales por parte de decenas de sus compañeros, supuestamente a causa de su indumentaria: pantalones negros y un jersey rosa.

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En vista de los hechos, no resulta sorprendente saber que no fue hasta el día 5 de junio que el gobierno de Egipto tipificó los abusos sexuales como delito. A partir de ahora, los agresores pueden ser condenados a un mínimo de seis meses de prisión y a una multa de 3.000EGP (308 euros). Estas penas podrían incrementarse para los reincidentes y los empleadores.

“Pedimos que se aplique esta ley en el acto”, dice Ashnadelle Hilmy, una simpatizante de Sisi, ataviada con gafas de sol, un vestido negro ajustado y una escarapela con la bandera egipcia prendida del pelo. En un intento por demostrar que la aplicación de esta ley se está tomando en serio, la policía encargada de la seguridad del evento incluso arrestó a un taxista, acusado de haber acosado verbalmente a una chica que repartía panfletos de la campaña.

Desde el Ministerio del Interior afirman haber arrestado a siete hombres y haber abierto investigaciones a otros tres por participar en las agresiones del pasado junio en Tahrir. Sin embargo, tal como señalan Shabba y muchos otros, “esas personas nunca recibirán un castigo proporcional a los delitos que han cometido mientras no se modifique el Artículo 267 del Código Penal referente a las violaciones”.

La ley define al violador como “toda persona que tenga relaciones sexuales no consentidas con una mujer”, pero no contempla penetraciones con otros objetos. Muchas de las víctimas de las recientes agresiones fueron violadas con la mano o con cuchillas, hasta el punto de tener que acudir al médico para que les cosieran las profundas heridas ocasionadas en sus genitales. Sin embargo, los responsables no serán enjuiciados por violación, sino por acoso.

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Sarah Abdelnour, de 19 años

La nueva ley contra el acoso es mejor que nada, pero causa escepticismo. “Esta ley es solo una solución a corto plazo que el gobierno ha adoptado por miedo a la reacción del pueblo”, afirma Sarah Abdelnour, de 19 años, que lleva la cara pintada de rojo, como si fuera sangre.

“El Estado está aprovechándose de la situación”, añade Akram Ismail, de 34 años, fundador del movimiento Bread and Freedom. “Durante tres años las mujeres han sufrido agresiones en espacios públicos y nadie, a excepción de organizaciones independientes como Basma, Operation Anti-Sexual Harrassment o Tahrir Bodyguard, ha hecho nada para ayudarlas. Es absurdo que ahora, de repente, quieran quedar como los padres de la patria.”

El Gobierno continúa ignorando las peticiones de las organizaciones contra el acoso sexual y todavía hoy prefiere culpar a las “entidades de fuera del país”, como el grupo terrorista Hermanos Musulmanes, en lugar de admitir que Egipto tiene un grave problema. De este modo se ha acabado politizando un asunto de carácter social.

Tanto el Ministerio del Interior como la policía son en gran medida responsables de esta situación, ya que han estado involucrados en asuntos de agresiones sexuales desde antes del estallido de la Primavera Árabe. En 2005, durante un ataque contra unos manifestantes en las escaleras del edificio del sindicato de periodistas, varias mujeres fueron llevadas a un sitio apartado y allí sufrieron tocamientos. En 2007, dos agentes de policía sodomizaron a Emad el-Kebaar. En 2011, una docena de mujeres fueron obligadas a someterse a una “prueba de virginidad” como tortura, con la aprobación del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, liderado nada menos que por el General —ahora Presidente— Sisi.

A la vista de los hechos de la manifestación, parece existir un consenso acerca de la imposibilidad de luchar contra un mal endémico como el del acoso sexual en Egipto mediante la imposición de una nueva legislación mientras siga existiendo tanta permisividad ante el acoso sexual en la cultura autóctona. No obstante, la aprobación de esa legislación representa un avance.

“Para concienciar a la población de los pueblos pequeños y las ciudades del país resulta esencial enviar un mensaje rotundo y claro desde El Cairo tras estas agresiones”, remarca Ismail, “pero esto no es suficiente. Hace falta trabajar de forma coordinada y exhaustiva, disponer de una legislación efectiva, protocolos nacionales, estrategias para todos los ministerios correspondientes y, por supuesto, deben realizarse consultas con los grupos de derechos de la mujer egipcios y con las víctimas”.

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