Así son los exdrogadictos en los que se inspiraron los actores de ‘Trainspotting’

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Así son los exdrogadictos en los que se inspiraron los actores de ‘Trainspotting’

Con motivo del 20 aniversario de la película, hablamos con los miembros del Calton Athletic el equipo de fútbol de exdrogadictos en los que se inspiraron los personajes.

Craig Broadley está de pie en el Kingston Bridge, el horrible paso elevado que divide Glasgow en dos. Bajo una lluvia torrencial, aprieta su teléfono móvil contra la oreja, como si fuera lo único que puede salvar su vida.

En poco más de un año, se ha gastado 20.000 libras [más de 25.000 euros] en cocaína. Ha perdido su negocio de instalación de tejados y está a punto de perder también a su novia y a su pequeña hija. Su llanto amargo y profundo solo se ve interrumpido por intensos sollozos.

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Al otro lado de la línea, John Ferns, del Calton Athletic Recovery Group —quien también ha pasado por lo mismo y ha hecho cosas inimaginables con la droga—, le dice que como siga así, la va a palmar. Ha llegado el momento de tomar una decisión.

Elige la vida. Elige un empleo. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos… Pero ¿por qué iba yo a querer hacer algo así?

Las emblemáticas frases con las que arranca Trainspotting, la adaptación que Danny Boyle hizo en 1996 de la novela de Irvine Welsh, prácticamente se han convertido en un cliché. La película —protagonizada por Ewan McGregor, Robert Carlyle, Johnny Lee Miller y Kelly McDonald— marcó un hito para toda una generación. Mostraba el consumo de droga como nunca antes se había visto en una pantalla —inyectada, esnifada y cocinada por yonquis de los suburbios de Edimburgo. Garitos, fiestas y sexo precedían a los bajones, las sobredosis y los horribles periodos de abstinencia.

¿Cómo hicieron que pareciera todo tan real? "Porque aprendieron directamente de los que más sabían", me cuenta Willie Burns, uno de los miembros fundadores del Calton Athletic Recovery Group.

"Los protagonistas de Trainspotting vinieron aquí para documentarse. Las historias que se veían en la película también eran nuestras historias", añade el exdrogadicto reconvertido en mentor.

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Los chicos del Calton Athletic aparecían en los títulos de crédito como "asesores especialistas". Durante el rodaje, enseñaron al guionista, al director, al productor y a los actores todo lo que debían saber, desde cómo meterse un pico de forma realista hasta cuáles eran los verdaderos síntomas del síndrome de abstinencia.

"Danny Boyle, Ewan McGregor y Johnny Lee Miller solían venir a nuestras reuniones y se sentaban al fondo a escuchar", explica Colin Nelson, cuyo momento de gloria se lo debe al balonazo que le dio en la cara a McGregor durante la escena del partidillo. "Escuchaban y aprendían sobre la vida de un adicto, sobre los sitios a los que te lleva la droga".

El Calton Athletic Recovery Group fue fundado en 1985 por el exalcohólico y drogadicto David Bryce en el East End de Glasgow, un barrio de clase obrera que en la época era tristemente conocido por ser territorio de la violenta banda de los Tongs. Incluso hoy día la esperanza de vida de un hombre en la zona es inferior a los 70 años. En aquel entonces era incluso inferior. Las muertes de drogadictos se contaban por cientos y las áreas industriales y más afectadas por la pobreza y las políticas de Thatcher fueron las que más sufrieron.

Antes de que existiera el Calton Athletic, si querías salir de la heroína, la única opción posible era apuntarte para recibir una dosis de metadona.

Los fundadores del Calton Athletic, Davie Main y Willie Burns

Pero estos chicos no querían ir con medias tintas. Solo creían en la abstinencia, en limpiarse y ponerse en forma por la vía más dura, con la ayuda de otros tipos duros que hubieran aprendido a abrirse y a llorar por todo lo que no había salido bien en sus vidas. Se trataba de generar un nuevo tipo de presión colectiva.

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"Yo vine a los 20 años", cuenta Davie Main, que conoció a David Bryce en un centro de desintoxicación. "No había bebida ni drogas, nada. Pensaba que había tocado fondo. Aunque no me gustaba lo que oí, sí me gustó lo que vi. Era gente sana y sonriente".

A los 22 años ya era la mano derecha de David Bryce. Juntos crearon un servicio de ayuda que abría los siete días de la semana, un equipo de fútbol de gran éxito y un programa de concienciación en escuelas. Se oponían frontalmente a las autoridades respecto al uso de la metadona: ""No funciona. De esta forma los están vendiendo", afirma.

Las subvenciones empezaron a escasear. En 2011, David Bryce murió y hoy, más de 25 años después, Main mantiene el legado dedicándose al centro durante su tiempo libre.

Las "instalaciones", como ellos llaman a su oficina de paredes encaladas, sin duda han visto tiempos mejores; hay cajas de cartón apiladas en los rincones y hace tanto frío que sacas vapor al exhalar.

Los recortes de Trainspotting siguen decorando las paredes. El día que voy a conocerlos, el centro está abarrotado de gente charlando ruidosamente.

Entre ellos está Bill Lynch, alcohólico en rehabilitación que lleva 40 meses (y 11 días y 23 minutos) asistiendo a las reuniones del Calton Athletic, sin probar la bebida ni levantarse sobre un charco de su propia orina. Ahora está muy en forma y en noviembre irá al Everest para hacer la ascensión hasta el campamento base con otros miembros del Calton Athletic.

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También está Brian Watt, que acudió al centro después de haber intentado suicidarse saltando desde lo alto de un edificio. Se fracturó la espalda y los dos brazos y aquello le hizo ver que no podía seguir siendo esclavo de su adicción.

Craig Broadley

Pero todos coinciden en que la persona más importante de la sala es Broadley, el miembro más nuevo. "Cuando lo miro, puedo sentir su dolor", explica Burns. "Lo recuerdo muy bien".

"Es todo muy reciente, muy impactante y emotivo", confiesa Broadley. Esta es su cuarta reunión. "Mi hija cumplió un año en enero y pensé: No puedo seguir así . La cocaína me deprimía, pero no era capaz de dejarla. Lo primero que hacía por la mañana, cuando me metía en la furgoneta del trabajo, era prepararme una raya en la tapa de la caja de herramientas, y también era lo último que hacía por la noche. Tenía un amigo que había estado en Calton y me dijo: 'Este es el teléfono. Si quieres arreglar tu vida, ellos te pueden ayudar'. Llamé y fue John Ferns quien contestó".

Si quieres hablar con alguien de drogas sin prejuicios de por medio, Ferns —que lleva 13 años limpio– es la persona que buscas.

"Mi madre era alcohólica y me maltrataba", explica. "Se suicidó cuando yo tenía diez años tirándose al río Clyde".

John Ferns

Su hermana lo educó para que fuera un chico ejemplar, hasta que Ferns "salió al mundo" a los 16 años y todo cambió. Empezó con los porros y la cerveza, pero no tardó en descubrir las anfetaminas y la heroína.

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"No te voy a engañar: mi primer chute de heroína fue increíble", admite. "Vivía en un sitio en el que las ventanas estaban tapadas con tablones, pero la heroína hacía que parecieran las Maldivas. A las pocas semanas ya tenía el mono. Después de unos meses, empecé a vender mis ropa, mis discos, todo lo que pillaba. Al cabo de un año ya estaba robando".

Luego llegó un boom en la escena nocturna de Glasgow y Fern añadió el éxtasis a la mezcla. Cuando ya no podía seguir metiéndose cocaína por la nariz, empezó a fumar crack. Machacaba todo lo que pillaba, le añadía agua y se lo inyectaba.

Colin Nelson, uno de los verdaderos protagonistas de la era "Trainspotting", con su hijo de dos años, Charlie

Entonces, ¿cómo acabó en Calton? "Porque morí", dijo. "Me ahogué en mi propio vómito en una escalera y dos paramédicos consiguieron reanimarme".

Despertó en un hospital. Su hermana lo llevó a casa, donde lo tuvo tres semanas encerrado. Fern pasó todo ese tiempo en posición fetal. No era más que "un saco de huesos y un pellejo".

"No podía dormir ni comer. Sufría delirium tremens, temblores y sudor frío, y vomitaba en un cubo que tenía junto a la cama", recuerda. "Uno de mis amigos vino y me dijo: 'Creo que en Calton Athletic te pueden ayudar'. Habría dicho que sí a cualquier cosa con tal de salir de aquella casa. Me trajeron aquí y aprendí algo: que yo mismo me había destrozado física, mental y espiritualmente".

En Calton aprendió a recomponerse, mentalmente mediante las reuniones y físicamente a través del ejercicio. La recuperación espiritual surgió al unir las otras dos. Un día volvió a sentir aprecio por sí mismo. "Todas las cosas importantes que me han pasado en la vida se las debo a Calton Athletic", afirma.

Parece, pues, que con ayuda de Calton Athletic, escoger la vida no es tan mala opción.

Si quieres, puedes hacer un donativo para el viaje al Everest del equipo de Calton Athletic aquí.

Sigue a Karin Goodwin y Angela Catlin en Twitter.

Traducción por Mario Abad.