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ESPAÑA

Parece que España seguirá sin gobierno una buena temporada más, pero, ¿tan malo es?

El próximo domingo el ejecutivo español en funciones superará al convulso Irak de 2011 como segundo país con más días sin gobierno. Hablamos con el economista Juan Ramón Rallo sobre los pros y contras de esta situación.
El presidente en funciones Mariano Rajoy agachado en su escaño del congreso durante el debate de investidura del pasado 31 de agosto de 2016. (Imagen por Juan Carlos Hidalgo/EPA)

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El récord de una democracia sin gobierno lo ostenta Bélgica con casi 600 días de incertidumbre.

En febrero de 2011 superó al convulso Irak, con sus 249 días de ejecutivo en funciones. Y parece que los políticos españoles optan a disputar al estado belga el primer puesto: este domingo España tendrá el dudoso honor de ocupar el segundo lugar de este peculiar podio, por delante del país de Oriente Próximo.

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La ley establece que un gobierno en funciones, como el que ostenta hoy el conservador Partido Popular (PP), "debe limitar su gestión al despacho ordinario de los asuntos públicos", a no ser que apremie alguna cuestión ineludible y de interés general, que debería acreditarse como tal.

Tras los comicios del pasado 26 de junio, la imposibilidad de formar gobierno, patente después de la convocatoria electoral del 20 de diciembre de 2015, continuó prevaleciendo.

PP y la agrupación liberal Ciudadanos (C's) han conseguido fraguar un acuerdo, pero la negativa del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a investir al presidente popular en funciones, Mariano Rajoy, agita el fantasma de unos terceros comicios.

La mano tendida de la tercera fuerza, Podemos, a los socialistas, no sumaría mayoría simple si no es con el apoyo del nacionalismo catalán, que tiene la vista puesta a la consumación de la independencia de la Comunidad Autónoma. Una situación de una gran complejidad.

Los intereses de los españoles están por encima de los suyos, Sr. Sánchez. Dé una salida — Mariano Rajoy Brey (@marianorajoy)31 de agosto de 2016

Y lo más dramático de todo ello es que ir a elecciones la próxima Navidad dejaría un panorama parecido.

Ni presupuestos generales del Estado, ni presentaciones de proyectos de ley, ni firmas de tratados internacionales, ni nombramientos de altos cargos que condicionen al siguiente gobierno. El gobierno en funciones tiene las manos atadas.

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A pesar de ello. el gasto público continúa, pues los presupuestos y los servicios que financian se ejecutan independientemente de la formación del ejecutivo. Eso sí, cabe mencionar que la dimensión del sector público español es relativamente pequeña y que, por lo tanto, la economía de este país se sostiene por su sector privado.

Esta situación avalaría las tesis del economista liberal Juan Ramón Rallo, partidario de la desaparición de la interferencia estatal a través de la autorregulación de la economía.

Rallo cree que "en la medida que las reglas de juego siguen siendo las mismas, no tienes la incertidumbre legislativa de que el congreso se reúna cada tanto y cambie el marco en el que te mueves".

El economista de la llamada escuela austríaca tilda de "diarrea legislativa" la acción del poder legislativo, que, a su parecer, sirve a los intereses de ciertos lobbies privilegiados en contra de unos principios generales de comportamiento.

"Esto no solo no dificulta el crecimiento sino que lo facilita. La sociedad puede funcionar perfectamente sin gobierno y lo estamos viendo. No se ha caído nada", añade a VICE News.

La España del pacto imposible: quizá debas preparar tu voto porque esto huele a nuevas elecciones. Leer más aquí.

Pero sí que es verdad, también, que algunos proyectos de inversión pública han sido paralizados.

Hace unos diez días la presidenta de la diputación de Cáceres denunciaba que la falta de gobierno se tradujo en la comunidad de Extremadura en la no resolución del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), de Cooperación Transfronteriza o el Fondo Social Europeo que sostiene un programa de inserción laboral local.

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También se paró la reestructuración del sector bancario, y un nada desdeñable 20 por ciento de los integrantes de la patronal española de empresas del sector turístico Exceltur ha manifestado sus reticencias a invertir hasta que no se clarifique la situación.

En medio de las contiendas electorales de diciembre de 2015 y junio de 2016, en abril, el Banco de España rebajó la perspectiva de crecimiento hasta el 2,7 por ciento.

Para Juan Ramón Rallo, que no haya gobierno no es problemático: la expectativa de que sí lo haya puede serlo. Reconoce algún supuesto anecdótico en el que cabría la intervención legislativa, como desregulación de la prohibición de los coches autoconducidos, pero indica algunos matices.

Rallo achaca el desequilibrio de las finanzas públicas precisamente a la acción estatal resultante de la acción de gobierno, y los desequilibrios en el sector privado a la "distorsión" provocada por las leyes estatales.

Para él, la falta de gobierno impide resolver el problema financiero generado por las administraciones salientes, y la derogación de leyes, absurdas a su parecer, que interfieren en el ámbito privado. Pero, con objeciones.

"¿Si hubiese gobierno se las cargarían? No. ¿Si hubiese gobierno solucionarían el déficit? A lo mejor lo agrandan más", opina Juan Ramón Rallo.

"Si hubiera gobierno sólo para sacar la pata que él mismo ha metido, bienvenida esa acción, pero como seguramente metería la otra pata y no hay garantías de que la quiera sacar, no tener gobierno no es un problema en absoluto", concluye Rallo.

Lo cierto es que en Bélgica, sin gobierno, la economía no sólo no se resintió si no que vivió unos meses de pujanza.

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