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Identidad

Jugué todo un día a Jesucristo Go, el videojuego de la Iglesia para captar fieles

De repente, mi barrio se ha llenado de beatos y advocaciones marianas.
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Imagen vía Jesucristo Go!

Que la Iglesia está en horas bajas no es ningún secreto. La juventud parece más interesada en los stories del Instagram que en lo que tenga que contarles un señor con sotana y alzacuellos. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), sólo un 13,9% de la población dice acudir los domingos a misa. La mitad de los niños ya no son bautizados, y las bodas por la Iglesia han caído de forma estrepitosa: hoy sólo representan el 22% del total frente al 75% del año 2000. España es, de hecho, uno de los países en los que más rápidamente nos hemos alejado de la religión.

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Para tratar de ponerle freno a esa imparable secularización, y con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que tendrá lugar el año que viene en Panamá, la fundación religiosa Ramón Pané ha lanzado, con la bendición del Vaticano, el videojuego Follow Jesus Christ Go, disponible tanto para Android como para iOS. Al más puro estilo Pokémon Go, el jugador tiene que buscar personajes de la Biblia mientras pasea por las calles de su ciudad. Todo, con el objetivo de crear su propio “equipo de evangelización” o eTeam. Además, existe la posibilidad de realizar desafíos grupales y chatear con otros jugadores.


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La maniobra tiene sentido: actualmente, la industria del videojuego factura más del doble que la del cine y seis veces más que la industria musical. Eso no significa que la Iglesia no haya tocado anteriormente esos otros palos: hace ahora tres años, reseñábamos en estas mismas páginas ¿Por qué sufren los niños?, uno de los singles del disco del Papa Francisco.

Ahora todo el mundo se ha hecho eco del estreno del videojuego de marras, que no tardó en convertirse en Trending Topic mundial a las pocas horas de ver la luz y hasta el propio Francisco lo ha probado, según informó la Santa Sede.

Evangelízalos a todos

Durante las primeras horas en las que Jesucristo Go estuvo disponible para su descarga, el funcionamiento fue un absoluto desastre. La aplicación te expulsaba a los pocos segundos de ingresar y no te dejaba completar el registro. Si superabas esa primera pantalla el juego se volvía loco a la hora de elegir al personaje. Al parecer, los responsables de Jesucristo Go no contaban con este desmedido interés, lo que provocó que jugar se convirtiera casi en una cuestión de fe.

Cuando tienes curiosidad por probar algo y no te dejan, el interés se multiplica. Si a eso se le añaden los entusiastas comentarios que empezaban a circular por las distintas plataformas de descarga, la espera empezaba a volverse insoportable. Y es que la cosa prometía:

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jesucristo go! videojuego iglesia católica
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“¡Lo he conseguido! ¡Estoy dentro!”, me escribe mi amiga Laura Ruiz, periodista y aficionada a Pokémon Go desde hace años, a la mañana siguiente al lanzamiento del juego. Tras cuatro intentos más, por fin la aplicación me permite acceder a mí también. Eso sí, por el momento nada de hacerlo anónimamente, pues esa opción provoca que el juego colapse de nuevo: Jesucristo Go considera justo y necesario solicitar mis datos a cambio de poder disfrutar del divino universo que está a punto de desplegarse ante mis ojos. También me pide introducir mi parroquia y archidiócesis, lo que se torna un poco más complicado. Afortunadamente, esto último es voluntario.

Sigamos por algo que sí puedo hacer: seleccionar a mi alter ego virtual. Hay mucho dónde elegir: un elegante monigote trajeado, un militar, un bombero, un médico y hasta un punki con cresta. Cualquier miembro de la sociedad puede ser un beato ejemplar, independientemente de su aspecto y condición. Corren nuevos tiempos para la Iglesia.

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La mecánica de Jesucristo Go tiene su miga. Hay tres elementos que mantener siempre a raya: el pan, el agua y la espiritualidad. Además, la opción de donar dinero a la propia Fundación Ramón Pané es omnipresente y casi ineludible para conseguir denarios, la moneda romana que has de emplear para conseguir tus objetivos. Más allá de eso, la cosa consiste en recopilar beatos, santos, vírgenes y advocaciones marianas. Pero no va a ser fácil: para unirlos a tu eTeam hay que contestar verdadero o falso a una “sencilla pregunta tipo trivial”, según explican las instrucciones del juego.

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Aunque el juego está más enfocado a Latinoamérica, donde más se ha descargado es en España

¿Sencillas? He aquí los dos primeros dilemas que se me han planteado mientras salía a pasear a la perra por el parque de mi barrio, donde encontré a un beato llamado Antipas y a Nuestra Señora del Divino Amor entre chavales fumando porros a ritmo de trap y cuarentones haciendo running:

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La cosa pinta mal: ni siquiera sé quién demonios es Antipas. Y menos aún lo que dijo una virgen que, al parecer, intervino para liberar Roma durante la segunda guerra mundial (esto último lo he aprendido después tras consultarlo en Wikipedia). Contesto a ambas al azar. Fallo en las dos y mis anhelados santo y advocación mariana se evaporan ante mí. En ese instante suena el teléfono. Es mi amiga Laura.

“¿Cómo vas? ¿Ya tienes a unos cuantos santos en tu equipo?”, me pregunta. “Ni uno”, contesto. “¿Y tú?”. “Yo tampoco. Pero es que casi me he divertido más echando un vistazo a los ránkings que jugando”, reconoce. “Los nicks de los mejores jugadores son lo más: elrabodedios, pajasucia, mecagoendiosyenlavirgen… Mira, mira, es maravilloso”:

jesucristo go! videojuego iglesia católica
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“Aunque el juego está más enfocado a Latinoamérica, donde más se ha descargado es en España”, me cuenta Laura. Así lo atestiguan también los ránkings de los países con más logros. Por este orden, Perú, Chile, Brasil, Costa Rica y Colombia copan el top 5. Debe ser que al otro lado del Atlántico conocen mejor las sagradas escrituras que aquí, porque hay que ser licenciado en Teología para contestar a algunas de las preguntas. Molaría preguntarle a un cura, pienso.

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El comodín del cura

De pronto, se me enciende una luz y me acuerdo de Carlos Saldaña, un simpático sacerdote burgalés al que conocí a través de un buen amigo y que siempre se presta a hablar del tema que sea. En una ocasión incluso organicé con él un debate en la radio sobre las dificultades para darse de baja de la Iglesia, en el que cruzó argumentos con el responsable de la web Apostatar.org. Carlos tiene 39 años, lo que le conecta mucho más con la juventud que la mayoría de sacerdotes.

“En su día estuve muy enganchado al Pokemon Go. ¡Me lo voy a bajar hoy mismo en cuanto salga de la iglesia!”, me cuenta entre risas mientras conduce hacia dos pueblos de Burgos para dar misa. “De hecho existen todo tipo de aplicaciones religiosas de lo más curiosas, como Confesor Go, que te busca un cura disponible en tu ciudad para confesarte”, me cuenta. La apunto para bajármela en cuanto cuelgue.

“Creo que deberían tener un nivel más intermedio. Por ejemplo: ’No matarás’ es uno de los diez mandamientos. ¿Verdadero o falso?" – Carlos Saldaña, sacerdote

“No se puede decir que la Iglesia sea pionera en estas cosas, pero me hace cierta ilusión que se vaya poniendo al día”, opina Carlos. “Afortunadamente, las páginas web de diócesis y parroquias cada vez son más elegantes, visibles, intuitivas… y están actualizadas. Se agradece”.

La pregunta es clara: ¿puede un juego como Jesucristo Go atraer a más gente a la Iglesia? Carlos tiene dudas. “Acercar a la gente a Dios es una tarea compleja. ¡Ojalá se pudiera conseguir a través de un videojuego! Los temas religiosos y espirituales son mucho más profundos. Creo que una app como ésta tiene más valor de cara a la formación de una cultura general: es positivo que la gente sepa lo que es un rosario, aunque no lo utilice, o quién fue el santo de su pueblo en cuyo honor se celebran las fiestas patronales”.

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Vale: la cultura general siempre es bienvenida. Pero me temo que Jesucristo Go va más allá. Traslado a Carlos los primeros dilemas que me ha planteado el juego y se muestra sorprendido. “¡Ahí va, tú! ¡Son muy chungas!”, reconoce sin ocultar su sorpresa. “Quizás estén más pensadas para gente que hace catequesis, o efectivamente al público latinoamericano, porque cualquier chaval español de 15 años se quedaría a cuadros”, bromea. “Creo que deberían tener un nivel más intermedio. Por ejemplo: ’No matarás’ es uno de los diez mandamientos. ¿Verdadero o falso?”. Hombre, esa sí me la sé. Si los diseñadores del juego fueran curas tan benevolentes como Carlos hasta yo tendría un eTeam como para volver a convertir España en la reserva espiritual de occidente.

Suenan las campanas de la iglesia. Y Carlos deja caer una última reflexión antes de colgar . “Creo que las nuevas generaciones han perdido mucha espiritualidad y sentido de la reflexión y la trascendencia. Y ojo, que esto no significa necesariamente ir a misa. Pero la tecnología, el hecho de tener un aparato en la mano todo el día, nos crea una visión de nosotros mismos y del mundo muy materialista”, lamenta. En ese sentido, y en su opinión, cualquier iniciativa es buena para tratar de acercar a los jóvenes a lo espiritual. “Si mucha gente juega a a Jesucristo Go, algo quedará”, concluye. Razón no le falta: hasta yo he aprendido quién era Nuestra Señora del Amor antes de mandar el videojuego directo a la papelera.

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