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¿Por qué Putin ha cerrado la Agencia Antidroga rusa?

Vladimir Putin ha decidido fulminar la FSKN, la agencia antidroga rusa. Los motivos que subyacen bajo esta decisión están vinculados a las guerras territoriales, a una economía desplomada y a los presuntos y flagrantes casos de corrupción.
Imagen por Alexander Zemlianichenko/EPA

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A primera hora del 1 de enero de 2012 se declara una refriega en Siberia Oriental. La identidad de los implicados en el brutal enfrentamiento —un agente especial de 27 años de la Agencia Antidroga de Rusia (FSKN en sus siglas rusas), y un veterano policía de 50 años — delata que no se trata de un mero altercado de fin de año.

Los investigadores explicarían más adelante que la pelea, que dejó al joven investigador postrado en la UVI de un hospital siberiano con un traumatismo craneoencefálico se produjo después de que los agentes de la FSKN decidieran registrar al hijo del veterano policía en busca de drogas.

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A pesar de que el incidente parecía aislado, la lucha fue una nueva muestra de la proverbial rivalidad entre el ministerio del Interior ruso, que se encarga de supervisar a las fuerzas de seguridad del país, y la agencia antidroga del Kremlin. Este pasado mes de abril, Vladimir Putin decidió poner fin al conflicto de manera tan abrupta como contundente y decidió clausurar la FSKN. La descabellada maniobra de Putin equivaldría, exactamente, a que Barack Obama, en un achaque inexplicable, decidiera fulminar a la agencia antidroga de Estados Unidos, la DEA (en sus siglas en inglés).

Casi tres meses después, los motivos por los que Putin decidió fulminar a su agencia antidroga siguen siendo un misterio. La agencia estaba constantemente metida en guerras territoriales con otras fuerzas de seguridad. De hecho, su exdirector, uno de los hombres de confianza de Putin de toda la vida, había sido acusado de corrupción y de estar implicado en las operaciones de la mafia rusa en España, nada menos.

Pero más allá de los motivos que explican la súbita defenestración, lo cierto es que las consecuencias de tal decisión serán globales. Rusia es un enclave fundamental en la llamada "superautopista de los narcóticos"; el destino estratégico desde el que la heroína que se produce en Afganistán llega a la Europa Occidental.

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Por no hablar del incremento del consumo de drogas en Rusia, que ha provocado que los índices de infección por VIH se hayan disparado por todo el país, una crisis de tal calibre, que no sería de extrañar que se propagara hasta otros países fronterizos de Asia y del este de Europa.

Alexander Mikhailov, un ex responsable del departamento de la FSKN consagrado a las relaciones interagenciales, y un hombre que está a favor de que las funciones del servicio antidroga sean absorbidas por el ministerio del Interior, ha señalado que lo más probable es que la transferencia provoque una auténtica debacle en todas las iniciativas antidroga que ya se encontraban en funcionamiento en el país.

"Ahora surgirán problemas con el tráfico de drogas y con su consumo, pero las cosas mejorarán cuando haya pasado un tiempo, más o menos lo que tarde el ministro en acostumbrarse a su nuevo rol", ha declarado Mikhailov a VICE News.

Distintos activistas que trabajan con consumidores habituales de drogas en Rusia aseguran que les parece muy improbable que la disolución del FSKN vaya a suavizar las draconianas políticas antidrogas del país.

El tratamiento con opiáceos sintéticos como la metadona, que se emplea para tratar la adicción a la heroína y que ha sido ampliamente adoptado en la Europa Occidental, ha sido oficialmente prohibido en Rusia. Además, apenas hay presupuesto destinado al trabajo de los servicios sociales. En realidad estos, encargados de prevenir el consumo, apenas existen en la Rusia de hoy.

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"La única cosa a la que podemos aspirar es que los encarcelamientos derivados de la aplicación de leyes contra narcóticos disminuyan. Al menos eso es lo que habría que deducirse a tenor de la caída en picado de las aprehensiones orquestadas por la FSKN, la narcopolicía del ejército, una flota consagrada únicamente a interceptar a pequeños consumidores", explica Anya Sarang, responsable de la fundación Andrey Ryklov, la única organización que trabaja para paliar los daños de la drogodependencia que existe en Moscú.

'Gran parte del personal trabajó de manera honesta, pero otros muchos empezaron a colaborar con organizaciones de narcotraficantes'.

En 1991 la caída del telón de acero provocó que las rutas de la droga incluyeran a Rusia de nuevo en el mapa. Los más interesados fueron los traficantes de opiáceos llegados de Afganistán y del Asia Central. Igualmente, la década de los 90 asistió al surgimiento de la mafia rusa y a la propagación indiscriminada de la corrupción en la administración del Kremlin. A menudo, los capos de la droga eran protegidos por un krysha o "techo", una estructura formada por funcionarios corruptos de la policía y otras fuerzas de seguridad.

La FSKN fue fundado por decreto presidencial en 2003 en respuesta al creciente problema de la droga en el país. Aquel año, 4 millones de rusos —alrededor de un 3 por ciento de la población — consumía habitualmente alguna sustancia tóxica, según datos de la misma agencia antidroga nacional. Por aquel entonces, el 30 por ciento de los drogodependientes eran heroinómanos.

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"La creación del FSKN se orquestó para contener amenazas reales que se habían detectado en el interior de la sociedad rusa: el crecimiento de la adicción a las drogas se extendió rápidamente y pronto se multiplicaron también las redes de tráfico. La situación denigró enseguida en la corrupción instantánea de la mayoría de agentes que trabajaban para contener el problema", confiesa Mikhailov. "Gran parte del personal trabajaba de manera honesta, pero otros muchos empezaron a colaborar con organizaciones de narcotraficantes, así que cualquier expectativa de éxito se esfumó entonces".

La FSKN contaba con un cuerpo de 40.000 empleados, nada menos. Su primer director padeció sonoros enfrentamientos con el responsable del FSB, la agencia de contraespionaje e inteligencia que reemplazó al célebre KGB tras la caída de la Unión Soviética. Putin resolvió aquella situación con otra de sus improbables decisiones salomónicas y despidió a los directores de las dos agencias en 2008. El fulminante despido le permitió poner a uno de sus proverbiales aliados, el antiguo oficial del FSB Viktor Ivanov, al frente de la agencia antidroga rusa.

Ivanov era un burócrata sin carisma que ejercería una profunda influencia en las contrataciones en el Kremlin al convertirse Putin en presidente del país. Como responsable de la FSKN, Ivanov se encargó de supervisar una aproximación al problema de las drogas mucho más dura. En 2010, una orden presidencial definió las líneas de una política todavía más implacable para combatir la "tolerancia" a las sustancias que presuntamente habría en Moscú. Entonces se decidió que, en adelante, se podría encarcelar a los meros consumidores para ponerles un poco de "presión social".

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"Basta con pensarlo un segundo para darse cuenta de que cuando los responsables de los programas antidroga y los médicos reciben un mensaje fuerte del estado sobre la no conveniencia de la tolerancia, tal medida solo repercute en la discriminación y la estigmatización de los consumidores", explica Mikhail Golichenko, un abogado ruso que trabaja para la liga canadiense contra el SIDA y el VIH.

Los detractores han repetido que la FSKN se estaban concentrando en perseguir a los consumidores de baja estofa antes que a los grandes traficantes. En uno de los casos más escandalosos, una familia de panaderos de la ciudad de Voronzeh fue sentenciada a ocho años en prisión por tráfico de drogas a gran escala. Por lo visto, la familia utilizaba semillas de amapola para producir su repostería. Incluso ahora que la población total del país ha disminuido, el número de sentenciados que terminan en prisión por delitos de drogas ha aumentado de manera exagerada. De hecho, tal y como explica Sarang, tres cuartas partes habrían sido encarcelados por consumir o traficar con cantidades irrisorias.

Mientras los agentes de la FSKN habrían intensificado las represalias contra el nivel de consumo de más baja estofa, los responsables de la misma agencia estarían colaborando con una de las organizaciones criminales más conocidas del país. Los servicios antidroga rusos se habrían ofrecido para introducir grandes cantidades de cocaína clandestinamente en el país y para ayudar al blanqueo de capitales de la misma organización.

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Antes de su muerte por envenenamiento de plutonio en 2006, el exagente del FSB Alexander Litvinenko redactó un informe que vinculaba a Ivanov y a su mano derecha en la FSKN, Nikolai Aulov, con el poderoso cartel de los Tambov, presuntamente involucrado en enviar cocaína desde Colombia a la Europa Occidental, vía San Petersburgo.

'Cuando los responsables de los programas antidroga y los médicos reciben un mensaje fuerte del estado sobre la no conveniencia de la tolerancia, tal medida solo repercute en la discriminación y la estigmatización de los consumidores'.

En mayo de 2016, un tribunal español emitió una orden de arresto contra Aulov. Se le acusaba de ayudar al clan de los Tambov, a infiltrarse en las más altas instancias de la administración y de la empresa rusas. Ivanov ha reconocido que Aulov estaba en contacto con el líder de la organización criminal. Claro que también ha afirmado que solo se habrían comunicado para intercambiar "informaciones prácticas a nivel operacional", y ha desmentido el resto de las acusaciones.

Ivanov se ha abstenido de hacer declaraciones a VICE News.

Putin disolvió la FSKN apenas unos días después de que la orden de arresto contra Aulov fuera emitida. La decisión de Putin fue envuelta en un plan integral de reestructuración que también habría afectado al traslado de la policía antidisturbios del ministerio del Interior, y al de las fuerzas especiales, convertidas en una flamante guardia nacional, y sometiéndoles a un control federal y no regional. Igualmente, el servicio federal de migraciones quedó desmantelado.

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En un comentario publicado en Facebook e inmediatamente borrado que la FSKN desmentiría horas más tarde haber escrito, Ivanov sugería que la culpa de todo la tenían las intrigas políticas. Ivanov habría asegurado que la "equivocada" decisión de desmantelar el FSKN "habría sido tomada bajo presión de individuos que se mueven por intereses no gubernamentales".

Pese a todo, la liquidación de la FSKN podría haber estado igualmente vinculada a cuestiones de eficacia y de coste antes que a ningún escándalo. Así lo habrían informado los medios de comunicación rusos en un borrador para disolver la FSKN que ya existiría el año pasado. Después de que el país fuera alcanzado por la recesión económica, el gobierno anunció que recortaría su presupuesto en un 10 por ciento.

Algunas informaciones apuntaron entonces que Rusia podría estarse ahorrando 10 millones de rublos (alrededor de 465 millones de dólares), al año si se desmantelaba de la FSKN. Algunos, de hechos, consideraban que su existencia era redundante, habida cuenta de que el ministerio del Interior también se encarga de investigar delitos de drogas.

"El pastel es cada vez más pequeño", asegura el analista Alexei Makarin en relación a la eliminación de la FSKN. "Antes, en los tiempos del crecimiento económico y del éxito era una agencia lo suficientemente grande para todos. Ahora la cosa se ha reducido: ni siquiera hay suficiente para todo el mundo. Y el papel y la eficiencia de la agencia y de sus responsabilidades ha aumentado, mientras que sus exigencias han disminuido".

Por mucho que 4.000 de los 27.000 empleados de la FSKN serán transferidos al ministerio del Interior, existen opiniones para todos los gustos a la hora de valorar como afectaran tales reestructuraciones al creciente problema de las sustancias existente en Rusia. Golichencko ha asegurado que el ministerio del Interior no repetirá el modelo de la FSKN, en especial en lo concerniente a perseguir infracciones menores para reventar las estadísticas y así justificar su existencia. También ha advertido que el ministerio del Interior se ha opuesto ligeramente menos a aplicar una política de reducción de riesgos para el drogodependiente de la que estaba aplicando la FSKN.

Otros activistas, como Sarang, no son tan optimistas.

"La política de drogas del país está cambiando", ha contado, "y su función represora pasará sencillamente a ser transferida a los hombros del ministerio del Interior".

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