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Sexo

Probar un dildo eyaculador me ha enseñado más de lo que esperaba

Puedes masturbarte y quedarte embarazada.
MA
traducido por Mario Abad

Antes de escribir este artículo, mi experiencia con los dildos era nula. Como mujer heterosexual cisgénero con menos fetiches de lo que cabría esperar de una columnista de sexo, nunca he sentido la necesidad de buscarme un sustituto de las pollas (otra cosa muy distinta son los vibradores fálicos). Si los tipos con los que me enrollo tienen pene, ¿por qué iba a interesarme una imitación? Como mucho, a veces le he dado a mi pareja sexual un anillo vibrador para el pene o he aprovechado los preámbulos para limpiar disimuladamente el suelo de migas del desayuno. Eso es lo más salvaje que he hecho en la cama.

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Por eso, cuando recibí un email informándome del POPDildo, un dildo que “eyacula”, mi confusión fue mayúscula.

Pese a que los hombres creen que nos vuelve locas —una vez un tipo me envió un vídeo en el que se le ve eyaculando sin que yo se lo pidiera, como si aquello me fuera a parecerme irresistible—, lo cierto es que la eyaculación es la peor parte del sexo.


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Embarazo, ansiedad, infecciones de orina, pérdidas en los momentos menos oportunos… ¿quién querría recrear todas esas incomodidades?

La eyaculación es la peor parte del sexo

Hay que reconocer que, a diferencia de la mayoría de juguetes sexuales, el POPDildo es incluso bonito. Se comercializa como apto para personas LGBT, FTM / trans, con discapacidad, disfunción eréctil o parejas serodiscordantes”, y la novedad está en que suelta un líquido lubricante “parecido al semen” hecho a base de agua purificada y celulosa vegetal.

Cuando pregunté a Stephanie Berman —fundadora y presidenta de Berman Innovations y creadora del POPDildo— cómo se le había ocurrido diseñar algo semejante, su respuesta me hizo ver que estaba juzgando su invento desde una perspectiva heteronormativa, y es que el POPDildo puede ayudarnos a concebir.


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Berman, al igual que muchas otras aficionadas al POPDildo incapaces de concebir de forma tradicional, utilizaron su invento para llenarlo con semen extraído de un banco de esperma.

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El POPDildo puede ayudarnos a concebir

“Mi mujer y yo hemos intentado concebir en casa, usando perillas y jeringuillas sin aguja, pero no había forma”, me explicó Berman. “Me puse a investigar otras opciones de inseminación en casa, pero no encontré nada. Entonces fue cuando se me empezó a ocurrir la idea. Si las parejas heterosexuales pueden practicar sexo cuando y donde quieran para intentar concebir, ¿por qué no pueden hacer lo mismo las parejas del mismo sexo?”.

Berman también señaló que el POPDildo ha tenido una acogida muy positiva entre los hombres cisgénero con disfunción eréctil o algún tipo de discapacidad física.

Pero, ¿qué pasa con las personas que no quieren concebir? ¿Por qué no usan un dildo que no suelte líquido? Cuando le hablé de este producto a una mujer homosexual con pareja, se mostró muy intrigada. “Aunque no creo que lo usáramos regularmente, me haría gracia probarlo. Podría estar bien en el contexto o la fantasía adecuados”, aseguró.

Sadie Synn, mujer transexual y dominatrix profesional, me dijo que este producto podría ayudar a alcanzar el orgasmo a personas que de otro modo no lo conseguirían.

“Hay personas que fantasean con ser el objeto del orgasmo de otra; es una fantasía de afirmación”, me explicó. “Creo que cuando practicamos sexo o exploramos nuestros fetiches somos más vulnerables y muchas veces necesitamos una afirmación respecto a nuestra propia identidad, y para eso es absolutamente clave sentirse atractiva para tu pareja”.

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“Antes de hacer la transición, conocí a mujeres que decían que les gustaba sentir a un hombre eyaculando en su interior”, señaló Synn, “aunque sabiendo lo que sé ahora, tal vez lo dijeran simplemente para que me corriera más rápido”.


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Como profesional del periodismo que soy, tenía que probar el POPDildo yo misma para poder emitir un juicio. Siguiendo mi ritual masturbatorio, ordené la habitación y me puse Music from the OC Mix 3: Have a Very Merry Chrismukkah.

Luego monté el dildo, que tenía un tacto suave y estaba recubierto de venas. Por el tacto ya se veía que estaba hecho con un material de alta calidad —silicona de uso médico. Inserté el tubo de plástico en el dildo y acoplé una perilla cerca de la base, con la que podría bombear el líquido que hubiera decidido usar (la llené con lubricante de marihuana que me había sobrado cuando hice este artículo, para asegurarme de que, de una forma u otra, experimentaría un subidón de algún tipo).

Empecé a masturbarme como hago siempre, con un vibrador. Luego pasé a otro pequeño vibrador para el clítoris, que sostenía con una mano mientras que con la otra hacía maniobras para introducirme el POPDildo.


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La combinación de penetración y estimulación del clítoris era muy agradable, pero cuando solté el vibrador, el dildo a secas no resultaba tan emocionante. Entonces recordé que tenía que usar la función eyaculadora del dildo y me dio miedo. Se me pasó la excitación y me quedé absorta en la melodía de “Merry Xmas Everybody”, de Rooney.

Era como intentar hacer ese ejercicio de coordinación consistente en darte golpecitos en la cabeza con una mano y con la otra masajearte el estómago en círculos. Al cabo de muy poco rato, empecé a preguntarme qué habría sido de Rooney. ¿Estarían todos bien? ¿Sobrevivieron al mundo después de The OC?

Me saqué el dildo. Presioné la perilla y me eché el lubricante de maría sobre el vientre. Había sido una experiencia real como la vida misma. Tras varios minutos asimilando todo lo que había ocurrido para llegar a aquel punto, usé el lubricante que tenía en el abdomen para masturbarme, esta vez sin dildo. Y no hubo problemas.