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ESTÉTICA MAQUINAL

La maquinaría del cine convertida en performances escultóricos

La artista italiana retrata de forma mágica e inmersiva la estrecha relación entre individuos y dispositivos.

El espacio de exposición se transforma en una cabina de proyección en la que un proyector refleja un campo rectangular de luz hacia el exterior. La exposición del paisaje se convierte en una imagen tridimensional que puede observarse desde una habitación vacía. La tierra gira, pero el espectador permanece inmóvil, se encuentra dentro del mecanismo de control del dispositivo cinematográfico donde el mundo se convierte en imagen, en idea.

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Rosa Barba, artista visual y cineasta italiana, nos introduce en un cine que tiene como figuras el cuerpo y el cerebro. Barba por medio de esculturas cinemáticas nos abre a lo experimental en su doble sentido: experimentación de sonidos, música, texto e imagen, transformación de la percepción en una experiencia háptica cuyo efecto es la inmersión.

La propuesta de Barba es una obra de máquinas donde convergen el flujo de pensamientos y afectos, devenires más que relatos. Sus filmes e instalaciones rompen la narrativa al proponer otras percepciones de lo real, en donde las tecnologías de encuadre y los dispositivos se revelan como parte esencial de la organización de las subjetividades, afectos y experiencias del espectador.

Barba toma como medio de expresión la escultura, para desarticular el cine, y a partir de ello crear nuevos objetos móviles e instalaciones multisensoriales. En sus filmes, la cámara opera como un instrumento de dibujo, con particular interés en la forma escenificada de figuras, delimitando y delineando objetos y paisajes.

Las esculturas cinemáticas de esta artista proyectan imágenes, memorias verbales, objetos físicos e imaginados, desplegando un diálogo fragmentario donde converge la imaginación, la fantasía y la memoria. Sus obras son especulaciones de naturaleza documental y reflexiones contemporáneas. Barba está interesada en la traducción del documento al arte, su proceso creativo transita del material a la imagen, de la imagen al material.

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El medio cinematográfico, sus dispositivos, materialidad y temporalidades, sirven a Barba para explorar los mecanismos que articulan una sociedad cada vez más dependiente de la técnica y la tecnología, provocando la concepción del entorno como una gran máquina social.

Su obra es un espacio de mutaciones, una interzona cartografiada que, desde sus primeros trabajos, es la clave para definir un espacio expandido a través de la escultura, en donde el paisaje real se convierte en parte operante de la instalación. Ejemplo de ello lo encontramos en White Museum, exposición nómada exhibida en diferentes lugares del mundo, escenificando su propio espacio ya sea en un parque circundante, la intersección de calles, la pista de un aeropuerto, el mar o el cielo.

Para Barba, la concepción visual del tiempo está en relación directa con el espacio. Al crear espacios físicos y sensoriales abre perspectivas y conexiones a un espacio y tiempo inteligible. Ejemplo de ello lo podemos ver en Western Round Table (2007), instalación en la que las posibilidades históricas y materiales convergen, entablando un dialogo entre la idea y el objeto creado. Western Round Table es una instalación compuesta por dos proyectores que exhiben películas que emulan una conversación maquinal, superponiéndose unas con otras. Haciendo referencia al simposio sobre arte y cultura celebrado en 1949 en San Francisco, Barba rescata la ironía del tiempo y la historia, en un dialogo disnarrativo entre proyectores imposible de descifrar, enfatizando el papel del dispositivo en aquello que acontece.

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A través de su obsesión por las máquinas, Barba muestra la estrecha relación entre individuos y dispositivos. Obras como The Empirical Effect (2009), Outwardly from Earth Center (2007) o Somnium (2011) exponen rasgos estilísticos que componen escenarios de temporalidad compleja donde se contraponen un pasado que ha dejado de existir y un futuro que se desconoce.

El gesto, la información y la experiencia son componentes de su obra, para ser enmarcados, rediseñados y representados por el espectador. La ficción, el mito, la realidad y la metáfora replantean la puesta en escena del espectador como un acto radical donde al ser receptor de una imagen, el espectador ejerce el control de la obra.

Entre el cine avant-garde y la literatura fantástica, esta artista experimenta el performance a través del cine como una nueva manera de escenario. Esculturas fílmicas repiten y diferencian un aspecto singular de la forma. Ya sea en una oración o un sonido, las esculturas son figuras sensibles que interactúan entre sí, formando sociedades y paisajes a través de una narrativa ficcional que abre nuevas posibilidades de interpretación.

Barba ha publicado una serie de ediciones impresas paralelas a sus películas como otra forma de expresar y desmantelar el organismo cinematográfico. En ellas conjuga y define las relaciones entre imagen y palabra, entre imagen y espectador.

Conoce más de la obra de Barba aquí.

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