Artículo publicado por VICE México.Cuando sufres un accidente o tu cuerpo se encuentra al borde del colapso por alguna enfermedad, tu vida queda en manos de pocas personas: el equipo médico que busca evitar a toda costa que sigas la luz y pases a mejor vida. Ya sea dentro de una ambulancia o en la sala de un hospital se mantienen firmes con un objetivo: salvarte. Luchar contra la muerte es su trabajo diario.
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Pero a veces esa lucha es desigual. Deben de afrontarla en condiciones laborales riesgosas, insalubres o bastante agotadoras. Dentro de ese mundo, las enfermeras son, quizás, las que llevan la peor parte, a las que les toca el trabajo sucio. Son, en muchos casos, el primer contacto con la persona que agoniza y las primeras en actuar.Para entender un poco más lo que viven día a día hablamos con distintas enfermeras sobre las situaciones que más las hayan impactado en su trabajo diario. ¿A qué se enfrentan? ¿Qué es lo más extraño que han visto en su lucha diaria por la vida? ¿Qué hay detrás de ese mundo lleno de jeringas, sueros y sangre?Un sábado en la madrugada nos llegó el reporte de una riña callejera en Iztapalapa, de inmediato nos trasladamos en ambulancia para allá. Al llegar vimos a un joven de unos 20 años con una herida en el cráneo, se estaba desangrando, por eso lo trasladamos rápidamente a un hospital cercano.Después de hacerle una tomografía vimos que había desaparecido parte de su tallo cerebral y que prácticamente era imposible salvarlo. El médico que estaba a cargo le dijo a su madre que era momento de despedirse de su hijo. Ella no dejaba de gritar y de llorar, estaba cubierta por la sangre de su muchacho. No dejaba de repetir: “es mi culpa, mi rey, perdóname”, mientras lo abrazaba y besaba. En ese momento la madre nos dijo que quien le había disparado había sido el hermano del joven. Fue un momento muy impactante.
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