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Drogas

Este director de casting contrata a miembros reales de los cárteles para las películas

Eduardo Giralt Brun les ofrecen a los jóvenes en riesgo un posible escape de una muerte temprana al interpretarse así mismos en la pantalla.
LC
traducido por Laura Castro
Miembros de un cártel posando para la cámara.
Todas las fotos son cortesía de Eduardo Giralt Brun.

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Los brazos fuertemente tatuados del director de casting Eduardo Giralt Brun se mueven con entusiasmo mientras habla en un español venezolano muy acentuado acerca de cómo busca pandilleros genuinos de las montañas de Sinaloa con experiencia en crimen y asesinato para protagonizar su más reciente película.

Y ha ido al lugar correcto: Sinaloa, un estado al oeste de México. La mayoría de los jóvenes que están ahí de pie y fumando en silencio mientras lo escuchan, trabajan para el Cartel de Sinaloa, anteriormente controlado por Joaquín "el Chapo" Guzmán, quien actualmente está siendo enjuiciado en los Estados Unidos. Giralt Brun está aquí en busca de realismo para su casting, tentando a los criminales mexicanos a ser protagonistas, al tiempo que ofrece a los directores mexicanos independientes la oportunidad de hacer películas que reflejen la realidad social del país.

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México ha sido devastado por la violencia en una guerra contra las drogas que ha dejado franjas del país controladas y cooptadas por el crimen organizado. Una generación de hombres jóvenes de la clase trabajadora, especialmente en estados como Sinaloa, que es el lugar donde nació el narcotráfico organizado en México, prácticamente está siendo formada por el negocio de las drogas. En parte, el narcotráfico es atractivo debido a la falta de mejores opciones de empleo, pero también debido al estatus y poder que ofrece a los jóvenes marginados. Puede ser una carrera placentera, aunque de corta duración, algo muy parecido a los efectos que ofrece la cocaína que venden.

La cultura popular de México siempre ha retratado a los traficantes de drogas, por lo que parece ser una progresión natural que algunos directores los quieran en el set. Giralt Brun cree que solo aquellos que realmente han vivido algo pueden representarlo adecuadamente en la pantalla.

“Estoy hablando de los parias y los renegados. Lo ves en sus ojos, en cómo se paran y la postura que adoptan y cómo te miran cuando hablan. "No hay manera de recrear eso y si la hubiera creo que sería una pérdida de tiempo porque no hay nada tan bueno como la realidad", dijo.

Fue durante la realización de su propio largometraje codirigido con Raúl Rico, Los Debiles, cuando Giralt Brun se sumergió por primera vez en el mundo del crimen organizado en busca de actores. La película, que fue reconocida en el circuito de festivales de cine internacional en 2017, sigue a un personaje que busca venganza después de que sus perros fueran asesinados por una pandilla criminal local. La mayoría de los actores provienen del mundo que la película representa, y todo surgió a partir de ahí.

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"Siento que en países como México hay una gran necesidad de hablar sobre lo que está sucediendo, y lo más justo es darles una oportunidad a las personas que son protagonistas en la vida real para que pueden estar en la pantalla", dijo Giralt Brun.

A photo from one of Giralt Brun's recent casting trips

Una foto del viaje que recientemente hizo Giralt Brun para realizar un casting. Foto cortesía de Eduardo Giralt Brun.

Su cuenta de Instagram está llena de tomas del atisbo que le ha dado a ese mundo. Se adentra en las comunidades, generalmente con ayuda de los lugareños, para hacer contacto con la maña: delincuentes, criminales y otros marginados. Le pide a los aspirantes a actores que realicen escenas frente a su teléfono y luego se las muestra a los directores que lo contratan para encontrar a estos actores.

Giralt Brun ha recurrido a otros oficios en busca de personas reales a las cuales contratar, como los trabajadores de la construcción de la Ciudad de México, por ejemplo. Sin embargo, enfrenta una lucha constante contra la disparidad de poder entre la industria del cine y la gente que está tratando de representar.

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"Cuando trabajo con personas del crimen organizado, me siento en la misma posición de superioridad que uno puede sentir al estar trabajando con personas indígenas, personas desplazadas, personas en construcción", dijo. "Pero hay algo en los niños involucrados en el comercio de drogas que es diferente. No siento que me esté aprovechando de nadie. De hecho, es todo lo contrario, estoy en la posición más débil".

Muchos de los jóvenes a quienes Giralt Burn les hace casting ya tienen cierta reputación en sus comunidades, aunque como malandros (chicos malos), a diferencia de las personas que trabajan en ocupaciones de la clase trabajadora, los cuales, según él, tienden a ser más sumisos.

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"Estos muchachos tienen más control", dijo Giralt Brun. "Si quieren hacerme daño, pueden hacerlo y lo saben, y eso cambia el juego por completo".

Las tareas diarias de estos jóvenes, de entre 15 y 25 años, van desde ser vigías locales hasta secuestradores y asesinos.

Dicho esto, tienen que ser capaces de seguir órdenes o no saldrá la escena, dijo Giralt Brun. "Tienen que ser capaces de seguir una dirección muy concreta y muy específica; la dirección con ellos no puede ser conceptual o metafórica como a menudo lo es con los actores profesionales".

El año pasado, seleccionó a algunos de los actores de la película independiente Cómprame Un Revolver, dirigida por Julio Hernández Cordón. La película trata sobre una jovencita que vive con su padre en un campo de béisbol abandonado que es utilizado por narcos jóvenes que trabajan para el capo local.

"La persona que conseguí para el papel sabía cómo sujetar un arma, cómo esconder drogas: sabía todo, había estado ahí, lo había sufrido", dijo Giralt Brun. "El fue el verdadero trato".

A ese actor, llamado Lucho, no le fue bien durante las audiciones, pero Giralt Brun tuvo una corazonada con respecto a él y lo eligió de todos modos. Dio un paso adelante y le mostró al resto del elenco cómo manejar las armas frente a la cámara de manera realista.

Para aquellos que Giralt Brun puede convencer de emerger del inframundo criminal y salir en la pantalla, es una oportunidad de hacer algo diferente de lo que hacen en su día a día, una oportunidad para escapar del aburrimiento innato de los trabajos como ser vigilante de un cártel, así como de ganar algo de dinero extra. Giralt Brun dijo que el miembro de una pandilla le dijo que el proceso de audición lo puso más nervioso que un plan de secuestro de una familia entera.

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Los riesgos que corre Giralt Brun para encontrar a estos rostros son obvios.

“Eduardo tiene con el cine el mismo compromiso que un corresponsal de guerra tiene con el periodismo. Eso es muy inspirador y contagioso, así que siempre he querido apoyarlo", dijo Gabriel Stavenhagen, fundador de la productora Cineburó.

Stavenhagen está respaldando el proyecto más reciente de Giralt Brun, que es un documental sobre sicarios millennials. Basado en parte en la investigación de su trabajo de casting, Giralt Brun ahora se coloca como una mosca en la pared en la vida de estos jóvenes, filmando todo excepto sus actos criminales. Trabajando junto con su compañero Emmanuel Massú, un rapero de Sinaloa conocido como "El Enfermo", está construyendo un banco de personajes del inframundo criminal en un intento de crear una imagen de sus vidas diarias, motivaciones y luchas.

"Es uno de esos proyectos que llegaron en el momento y lugar correctos y, a veces, simplemente tienes que hacerlos", dijo Stavenhagen.

"Es muy conmovedor", dijo Giralt Brun, "ver a estos muchachos, a quienes toda su vida les han dicho que no sirven para nada, descubrir que tiene talento para hacer algo que es bueno".