Un viaje a la cuna olvidada del fútbol de selecciones
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Un viaje a la cuna olvidada del fútbol de selecciones

Hace 140 años en un campo de cricket se jugó en Escocia el primer partido de futbol internacional. Si tu viajas a Hamilton Crescent, encontrarás fácilmente el campo de juego donde se realizó.

Es fácil idealizar el fútbol de selecciones. Al fin y al cabo, los momentos verdaderamente memorables suceden con muy poca frecuencia. Si eres fan de un gran club, tienes la posibilidad de ver a tu equipo ganar cada semana en una buena temporada; en cambio, puedes considerarte afortunado si ves a tu selección generando un momento mágico una vez cada diez años —no digamos ya ganando un Mundial o una Euro… o encadenando varias—.

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Son estos impulsos de euforia los que hacen que los amistosos sin sentido a media temporada y los incesantes e incómodos partidos de clasificación para los torneos internacionales valgan la pena. Por alguna razón, un gran partido de fútbol de selecciones logra unir a millones de espectadores de un modo en que ningún otro deporte parece poder hacerlo.

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Toda historia tiene un comienzo, pero pocos saben en qué momento los países decidieron ensamblar selecciones nacionales y mandarlas a competir. Los ingleses declaran firmemente que son los creadores del futbol y pocos se molestan en comprobarlo. En el centro de Inglaterra, cualquier borracho en un pub puede contaros que el fútbol se reglamentó por primera vez en las escuelas privadas inglesas y que el Sheffield FC se considera el club más antiguo… pero pocas veces se menciona que el fútbol de selecciones comenzó lejos de los campos de Eton o Rugby.

Si empezamos a rascar más allá del cabezazo de Zinedine Zidane a Marco Materazzi y de la imagen de Diego Armando Maradona dejando por los suelos a media Inglaterra, terminaremos descubriendo que todo empezó en un club de críquet amateurde Glasgow, en Escocia.

Incluso hoy en día, los habitantes de Glasgow se sorprenden un poco al enterarse de que un deporte tradicionalmente visto como poco popular en Escocia jugó un papel principal en el nacimiento del fútbol internacional. Cerca de la localidad de Patrick —que había sido un pueblo autónomo antes de ser absorbido por Glasgow en 1912— se encuentra Hamilton Crescent, la casa del West of Scotland Cricket Club. Fue aquí donde se celebró el primer partido oficial de selecciones el 30 de noviembre de 1872: Escocia recibió a Inglaterra y el resultado fue un empate a cero. Fue el último encuentro sin goles entre ambos equipos hasta 1970.

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En la actualidad, hay poco que sugiera que Hamilton Crescent acogió por primera vez un evento destinado a convertirse en una obsesión para millones de fans alrededor del mundo. El lugar tiene una pinta similar a como debía ser hace 145 años: un extenso campo de césped rodeado por edificios de tres pisos… sin mucho más que destacar, en realidad.

En Hamilton Crescent no hay trofeos brillantes color neón de Jules Rimet o fotografías encuadradas de Sepp Blatter: en su lugar hay un marcador de críquet en una esquina y un pintoresco bar donde puedes comprar pintas de cerveza Guinness a un precio razonable. Quienes busquen una especie de Meca del fútbol no tendrán más remedio que usar su imaginación. Todo lo que hay como señal del valor histórico del recinto es una pequeña placa de la Asociación Escocesa de Fútbol en una de las paredes del bar de la instalación.

Esta olvidada cuna del fútbol está abierta, por lo general, siete días a la semana, y el club permite que el público pasee a sus perros en el césped cuando no hay partidos programados. El lugar tiene un fácil acceso desde el centro de Glasgow en metro o en tren, pero cuando visité el lugar un sábado de agosto no había ni un solo turista allí. Tampoco había muchos fans del críquet, a pesar de que el equipo local recibía al Ayr en un encuentro de la liga Western District Cricket Union.

Fui hasta allí para intentar visualizar el primer partido internacional de toda la historia —y de paso, para entender mejor la supuesta indiferencia de los escoceses hacia el críquet. El club West of Scotland ha permanecido en Hamilton Crescent desde su fundación en 1862 por un grupo de hombres de negocios locales; en su infancia, la entidad tenía grandes planes para convertirse en la mayor de Escocia, aunque la cosa no terminó como se esperaba.

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El presidente Anthony Lewis, quien se unió al club hace 24 años y que sirvió como jugador y entrenador al mismo tiempo, cree que el críquet en Escocia se encuentra en perfectas condiciones. "En Escocia, hay más jugadores de críquet federados de lo que parece. Pero el West, como muchos otros, se apoya en el amor por el deporte y el trabajo de los voluntarios que heredan el club de generación en generación".

Aquel famoso día de 1872 no ha sido olvidado por la gente del West. "Es un hecho fascinante", continúa Lewis. "También se jugaron partidos de futbol aquí después del primer encuentro. En años recientes, el club ha albergado entrenamientos de equipos profesionales, entre ellos el Rangers, el Partick Thistle y el St. Mirren".

Lewis asegura que Hamilton Crescent comienza a atraer pequeños números de turistas amantes del fútbol y a aficionados ocasionales ansiosos por ver el lugar donde todo empezó. Sin embargo, este destino no figura dentro de la página web del Departamento de Turismo de Glasgow ni de la página principal de Visit Scotland, financiada por el gobierno. La reputación de la ciudad en cuanto a fútbol ahora recae casi en su totalidad sobre el Old Firm —un partido bastante disminuido en los últimos tiempos.

Hasta 1967, Glasgow fue el hogar de hasta seis equipos de la primera división escocesa. Fue en ese año que Third Lanark —que históricamente era un equipo respetable, con tres trofeos mayores en sus vitrinas— se fue a la quiebra. Si ignoramos a los omnipresentes Celtic y Rangers, todo lo que le queda a la ciudad son el Partick Thistle y el Queen's Park. Aunque el primero haya sido portada en los medios internacionales en los últimos meses por su peculiar mascota Kingsley, el Queen's Park es el club que en realidad está más ligado a la historia de Hamilton Crescent y del nacimiento del fútbol internacional.

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El equipo de los 'Spiders' se fundó en 1867 y fue, con mucho, el club más exitoso de Escocia en la era victoriana tardía. Fue el Queen's quien aceptó en 1872 el desafío puesto por Charles Alcock, de la Football Association (FA), para que su equipo jugara contra Inglaterra. La FA estaba interesada en organizar un partido al norte de la frontera tras una serie de cinco partidos entre Inglaterra y una selección formada en su mayoría por escoceses que residían en Londres. Ese hecho provocó un cierto resentimiento entre los clubes escoceses por la falta de participación de sus jugadores en la serie, que tuvo lugar en la capital del Reino Unido entre 1870 y 1872.

El Queen's organizó el primer partido internacional para el día de San Andrés en 1872 y le pagó al West la espléndida suma de 1 libra y 10 chelines para alquilar el campo de Hamilton Crescent. Dos escoceses que jugaban para clubes ingleses fueron invitados a jugar para la escuadra local, pero desgraciadamente no pudieron viajar. Al final, el primer equipo escocés fue conformado por 11 jugadores del Queen's.

"Todos los involucrados con el Queen's Park están orgullosos del lugar único que tiene nuestro club en la historia del futbol escocés", me contó Christine Wright, la directora general del club. "El haber aportado con 11 jugadores para una selección es un logro grandioso… y lo hace aún más especial el hecho de que se tratara del primer partido internacional".

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"Sin embargo, aunque estamos orgullosos de nuestro pasado, también lo estamos de nuestro continuo impacto en el deporte nacional. Nuestra casa, Hampden Park, sigue siendo el recinto de los partidos internacionales de Escocia", apunta Wright.

El primer partido internacional estaba programado para las 14h, pero se retrasó veinte minutos por la neblina. Una multitud de más de 4.000 personas pagó la cuota de un chelín por ver el encuentro —un gentío bastante grande en un período donde el fútbol todavía se jugaba en los parques públicos. Escocia optó por una alineación 2-2-6, mientras que Inglaterra, capitaneada por Cuthbert Ottaway, se aventuró con un sistema 1-1-8.

Dado que el concepto de las televisiones estaba aún a 90 años de distancia en el tiempo, las crónicas del partido quedaron confinadas a los periódicos deportivos del momento. Los escoceses tuvieron las mejores oportunidades, e incluso les fue anulado un gol en el primer tiempo porque el árbitro juzgó que el balón se había ido por encima de los dos postes: los travesaños no serían obligatorios hasta 1882. A pesar de la falta de goles, los fans y jugadores se fueron contentos a casa. Bells's Life informó de que el evento había sido "uno de los encuentros más felices, apasionados y placenteros que jamás se hayan jugado bajo el reglamento de la Asociación".

De regreso a la actualidad, el partido del West frente al Ayr en Hamilton Crescentes apasionante, pero los jugadores, como muchos atletas de la era moderna, están demasiado concentrados como para decir que están contentos. El West sufrió para imponer su juego y el Ayr terminó ganando por 80 carreras. Le pregunté a Lewis si siente que el recinto merece un mayor reconocimiento dado su papel en la historia del fútbol.

"Sí… y cuando la FIFA, la FA, o la SFA quieren hablar con el club sobre las posibilidades de homenajear el hogar original del fútbol internacional, tendremos en mente una variedad de opciones".

La posibilidad de volver a ver fútbol internacional en su cuna es ciertamente cautivadora. Definitivamente me encantaría ver a Escocia e Inglaterra volviendo a jugar en Hamilton Crescent una vez más para honrar el lugar donde todo comenzó.

Sigue a Chris McCall en Twitter:@Dennynews