Cenas de culto: Comimos como ‘María Antonieta’, de Sofia Coppola

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Cenas de culto: Comimos como ‘María Antonieta’, de Sofia Coppola

En nuestra primera edición de 'Cenas de culto' intentamos comer como la María Antonieta de Sofia Coppola. ¡Cumplimos el sueño: comimos lo que comen en la pantalla!

La comida en el cine tiene un propósito: crear momentos de unión entre personajes. Pero también tiene una consecuencia paralela: nos provoca antojo y hambre.

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La comida es tan importante en el cine que muchos de los momentos climáticos de las películas suceden cuando hay alimentos presentes, de modo más o menos evidente. Para ejemplo (aunque estos sobran), la más famosa escena de When Harry Met Sally, de Nora Ephron (1989), en la que Sally finge un orgasmo mientras Harry come gustoso un sándwich; pero sobre todo: la comida figura en el cine porque éste también existe en la botana del espectador.

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La experiencia cinematográfica depende en gran medida de las golosinas. Cuando éramos niños amábamos ir a ver (casi) cualquier película porque era el momento en que se nos permitía comer porquerías. Así, nos condicionamos desde pequeños a que cada vez que vemos un filme —en sala pública o casera— tenemos que llenarnos la boca de palomitas, de nachos, de helados, de Nerds, de hot dogs, o de cualquiera de los sofisticados platillos que venden ahora en los cines caros.

El cine por lo general huele mantequilla, a sal, a salsa Valentina, a comodidad, a palomitas de maíz calientitas que nos ayudan a sobrellevar el hambre que muchas escenas nos despiertan, como cuando Samuel L. Jackson se come una Big Kahuna Burger en Pulp Fiction (1994). El antojo funciona así: vemos a alguien comiendo rico y deseamos comer lo mismo, no tanto por el alimento, sino por la sensación de placer que genera comer con gusto.

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En MUNCHIES siempre quisimos comer y beber tan sabroso como comen las personas de las películas que vemos; por eso creamos nuestra serie Cenas de culto, en la que le pedimos a un chef que diseñe un menú inspirado en una película con el único fin de experimentar a otro nivel el viejo placer de comer mientras vemos cine.

Nuestra más reciente edición ocurrió en Anatol Kitchen, en la Ciudad de México, donde recreamos un ambiente estilo Versalles del siglo XVIII y comimos elegancias de Francia como las que aparecen una y otra vez en Marie Antoinette (2006). En esta película, Sofia Coppola recurre al pop —música, palabras y referencias contemporáneas— para retratar a la famosa reina de Francia María Antonieta, como una adolescente que sobrevive a la burbuja protocolaria de la Corte Real francesa entregándose a sí misma y apapachándose con lujos ilimitados.

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El mundo de la María Antonieta de Sofía Coppola, en la hermosa y solitaria Versalles, está repleto de macarrones de colores, torres desbordantes de champaña, pasteles decorados con fondant y adornos dorados. Ah, dulce decadencia. Qué lástima que toda esta extravagancia terminó en la decapitación de María; pero antes de irse de este mundo vivió el lujo como pocos lo han hecho. I Want Candy, debió haber dicho algún día.

Sin embargo, según los registros del libro In The Marie Antoinette Diet: Eat Cake and Still Lose Weight (2014), María Antonieta tenía hábitos alimenticios distintos a la glotonería que se refleja en el filme. Es verdad que tenía una fuerte inclinación por los postres, pero los disfrutaba por lo regular durante el desayuno, acompañados por un café o un chocolate caliente; o entre comidas, cuando también botaneaba quesitos y frutitas confitadas. Claro que disfrutaba de los típicos lujos franceses: paté, ostras, langosta, pato, salmón, foie gras; pero por lo general prefería los platillos sencillos: carne asada o hervida acompañada de verduras cocidas, caldos o sopas simples; y no bebía alcohol con frecuencia: prefería limonadas o agua importada de Ville d'Avray.

Según la autora, sus hábitos alimenticios constituían una especie de "dieta perfecta", pues comía mucho por la mañana pero cenaba muy poco y siempre lo hacía lentamente. Cuando el banquete era público, apenas tocaba los majestuosos arreglos comestibles que se servían en la mesa real —destinados a ilustrar la riqueza de la monarquía—, pues no le gustaba que la vieran comer.

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Pero como nuestro menú de Cenas de culto está inspirado en la película y no en el personaje real, el chef Justin Ermini y la pastry chef Mayra Victoria, de Anatol Kitchen, diseñaron un menú que refleja la opulencia francesa:

Tartar de salmón "belly, con chartreuse de manzana, limón y aceite de naranja

Escargot, con soubise de cebolla, emulsión de perejil, vino blanco y ajo

Sopa de Porrusalda, con mousseline de camarones, poro y papa crujiente

Filete Creekstone Farms estilo Wellington, con salsa clásica Roberto y puré de papa ahumada

Y de postre… Let them eat cake! Pastel María Antonieta, con bizcocho de vainilla y un hermoso decorado. A todos nos hizo pasar por el mismo pensamiento: Qué bonito está, no me lo voy a comer. Mejor sí. Un poquito. Uy, delicioso. Uf, exquisito. El mejor momento de la noche. ¿Tiene otro?

Por supuesto también hubo petit fours, macarrones de colores, galletas María Antonieta y cocteles, a cargo de Zacapa México, que acompañaron cada plato y escena de la película:

Clásico Champagne Cocktail, París, 1862: con champaña, Zacapa 23, cassis, durazno y zarzamora

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Mojito estilo La Habana, 1940: Zacapa 23, angostura, ginger ale y hierbabuena

Boulevardier, Paris 1927: con Zacapa 23, Amaro Averna, Dry Curaçao, té de nuez de cola y limón amarillo

Zacapa XO: solito, porque es un joya que hay que apreciar sin mezclar

No es necesario saber nada de María Antonieta para disfrutar de esta película. Tampoco necesitamos haber visto la película para disfrutar de la cena; pero nuestra tesis fue comprobada: comer y beber como lo hacen en el filme nos permite disfrutar más del cine, sin perder atención a los placeres de la mesa. ¡Cumplimos el sueño: comimos lo que comen en la pantalla!

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