FYI.

This story is over 5 years old.

Bogotá

Mateo no es un falso positivo judicial: es una cortina de humo

Una semana después de capturado el estudiante, lo único que sabemos es que los que mataron a un policía en Bogotá siguen sueltos.
Cortesía de libertadparamateo

Durante meses los bogotanos nos rascamos la cabeza. Medio perezosos, a veces nos preguntábamos quién o quiénes estaban detonando una variedad de petardos que vienen estallando en la ciudad con cierta regularidad desde febrero de 2015 sin dejar víctimas fatales.

Luego, cuando en la madrugada del miércoles 22 de febrero, uno de los seis policías heridos de gravedad por el que había sido detonado días atrás cerca a la Plaza de Toros de La Macarena falleció, la pregunta por quién o quiénes andan por ahí haciendo explotar las cosas en la capital, cobró una nueva urgencia.

Publicidad

Ese mismo viernes en la tarde la prensa fue citada a la Dirección General de Policía para conocer "importantes resultados obtenidos contra el terrorismo en la ciudad de Bogotá". Durante el evento, el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas presentó las capturas de Mateo Gutiérrez León y Arturo Stiven Buitrago Montaño. Ellos, según el ministro, serían "responsables de diez de los eventos terroristas en Bogotá". A eso, agregó: "no descartamos que estén involucrados con los atentados del pasado 19 de febrero en la Macarena".

Ahí estaba la respuesta de la autoridades a nuestra inquieta pregunta. Lastimosamente esa respuesta solo ha generado nuevas preguntas.

La primera de ellas tendría que ser si Mateo Gutiérrez León es en efecto un "falso positivo judicial".

Este lunes en la tarde me encontré un auditorio de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional en el que la familia y los amigos de Mateo Gutiérrez se habían reunido para decir que sí, que Mateo era un falso positivo judicial.

En el auditorio —una sala con paredes de madera y pupitres desvencijados que lo hacen pensar a uno en la época de Antanas Mockus como rector— se encontraban los padres de Mateo, quienes expusieron ante un grupo de unos 80 estudiantes su versión de los hechos.

La exposición se trató, en buena parte, sobre cosas que Mateo no había hecho. Sobre versiones de los hechos.

Según sus padres, Mateo no fue capturado por estar involucrado en el atentado que le costó la vida a al patrullero Albeiro Garibello Alvarado. Su hijo fue capturado, llevado ante un juez e incluido en los noticieros de la noche como sospechoso de haber cometido 10 atentados en Bogotá: la Fiscalía cuenta con una prueba que lo relacionaría con dos petardos detonados simultáneamente el 18 de septiembre de 2015.

Publicidad

La prueba es el testimonio de un joven que, para el momento de los hechos, tenía 17 años y fue supuestamente reducido y amarrado en el apartamento de la calle 18 con Décima por dos hombres armados con un puñal y un arma de fuego, respectivamente. La Fiscalía dice que este joven reconoció a Mateo León en una serie de fotografías. Según la mamá de Mateo, Aracely León, esa versión contradice el retrato hablado que el testigo había hecho cuando sucedieron los hechos: "Él hablaba inicialmente de un hombre moreno, de pelo mono con cola y depilado. Esa descripción no coincide con la apariencia de Mateo".

Según Omar Gutiérrez, padre de Mateo, su hijo tampoco viajó recientemente al extranjero para realizar un curso de explosivos —como sugirió la Fiscalía durante la audiencia de imputación de cargos que publicó Noticias RCN esa misma noche—. Omar afirma que su hijo ha visitado Cuba dos veces, ambas en compañía de su madre. Durante la segunda visita, que tuvo lugar a principios de este año, Mateo se quedó unos días más que su madre para participar de una jornada de "solidaridad" a la que había sido invitado durante el viaje.

"Luego del atentado de la Macarena ellos tenían que encontrar a alguien —sigue Omar Gutiérrez— y el perfil del Mateo, por ser estudiante de Sociología en una universidad pública y ser de izquierda, les pareció el más creíble para presentar".

Pero, según la Fiscalía, la captura de Mateo es fruto de meses de trabajo de inteligencia, no de un operativo presionado por el momento político.

Publicidad

Mateo Gutiérrez fue individualizado por primera vez el pasado 12 de octubre de 2016. De acuerdo con la Fiscalía, habría sido visto entregando propaganda alusiva al Movimiento Revolucionario Popular, un nombre que ha aparecido en varios petardos panfletarios que han estallado en Bogotá en los últimos años.

Luego de eso, su cara fue reconocida en una fotografía por el joven que fue amarrado en el apartamento de la calle 18 con Décima en 2015.

Para la Fiscalía, Mateo llevaría varios meses viviendo como fugitivo. Voceros del ente investigador aseguran que, a pesar de conocer el domicilio de Mateo desde hace un buen tiempo, la captura no se produjo hasta ahora porque él no habría visitado su casa durante meses. Solo a comienzos de febrero, cuando migración reportó su ingreso al país desde Cuba, los investigadores pudieron retomar la pista. También reconocen que la descripción brindada por el testigo en un primer momento no coincide con la forma en la que se ve hoy Mateo Gutiérrez, pero presentaron varias fotos que demostrarían cómo ha cambiado de apariencia varias veces en los últimos años.

Por su parte, Omar Gutiérrez asegura que la de su hijo era una rutina normal. Mateo, me dijo, alternaba periodos en la casa su padre y de su madre, asistió a clases y presentó sus exámenes en la Universidad Nacional hasta finales de noviembre. Durante el periodo de vacaciones de diciembre Omar asegura haber tenido contacto "a diario" con su hijo hasta que este partió rumbo a Cuba en enero, acompañado de su madre.

Publicidad

En lo que sí están de acuerdo la Fiscalía y la familia Gutiérrez León es en que, hasta el momento, no hay nada que permita pensar que Mateo estuvo involucrado en los atentados de la Macarena.

Pero eso no lo hace un "falso positivo judicial".

El término "falso positivo judicial" se usa para referirse a una persona que fue capturada juzgada y condenada por un crimen que no cometió, como el caso de Jubiz Hazbún, el tipo que pasó casi cuatro años en la cárcel La Picota por el magnicidio de Luis Carlos Galán y que fue liberado en 1993 porque la justicia descubrió que no, que él no era, que qué pena.

Hasta ahora —y a pesar del trato injusto que recibió en un primer momento por los medios— a Mateo solo le han imputado algunos cargos y aún cuenta con varias etapas para defenderse de ellos. Mientras tanto, deberá esperar en la Cárcel Modelo a ser acusado por la Fiscalía para comenzar su defensa, como otros miles de colombianos.

Sin embargo, y a pesar de no ser del todo exacto, el término "falso positivo judicial" ha cogido fuerza para describir una maña que han cogido las autoridades a la hora de enfrentarse a la amenaza de los petardos en Bogotá.

El 2 de julio de 2015, dos petardos explotaron en sedes de la aseguradora Porvenir en Puente Aranda y en la calle 72. El segundo de ellos, que estalló a media tarde en pleno centro financiero de Bogotá, dejó a diez personas heridas. Era la sexta explosión del año. A la mañana siguiente, el presidente Juan Manuel Santos se vio obligado a cancelar una visita presidencial a Lima para volver a Bogotá, donde el Ministro Villegas y los comandantes de la Policía y las Fuerzas Militares lo esperaban para tener un consejo de seguridad extraordinario.

Publicidad

Cuatro días después de este consejo, el 7 de julio de 2015, 13 personas fueron capturadas simultáneamente en Bogotá y sus alrededores. Estos operativos también fueron anunciados en pomposas ruedas de prensa en las que los capturados, entre ellos varios estudiantes de universidades públicas, fueron presentados por el entonces comandante de la policía Rodolfo Palomino como "autores de los atentados que se produjeron en Bogotá". Por su parte, el entonces vicefiscal Jorge Perdomo hablaba de "una de las operaciones contra una estructura urbana de una guerrilla más importante en los últimos años". Y el presidente los felicitaba a ambos a través de un tweet que cerraba con la frase: "que paguen por los atentados".

Unos días después, la Fiscalía reveló las pruebas que tenía en contra de los capturados, quienes en realidad eran investigados por su relación con otros petardos que habían explotado durante 2014  y una revuelta ocurrida en la Universidad Nacional también el año anterior —no por las explosiones en las sedes de Porvenir que habían dejado a 10 personas heridas días atrás—.

Para septiembre de 2015, los 13 capturados fueron dejados en libertad por un juez que consideró que la Fiscalía no había aportado suficientes pruebas para privarlos de la libertad. Hoy, estas personas siguen libres, aunque pude confirmar que al menos una de ellas continúa vinculada a un proceso en la Fiscalía. El ente acusador nunca anunció más capturas de personas relacionadas con el incidente de Porvenir y, para febrero de 2017, los petardos, que ahora cobran vidas, siguen estallando aquí y allá en Bogotá.

Publicidad

Es como un deja vu: luego de un petardo que causa gran escándalo —porque mata a un policía o porque estalla en una calle importante— la justicia, la Policía, la Fiscalía y hasta el Ministerio de Defensa se ponen en movimiento y, a la vuelta de unos días, presentan como "responsables de numerosos actos terroristas en la capital" y "como golpe a las milicias urbanas del ELN"  a uno o varios estudiantes de universidades públicas que, a la vuelta de otros días, resultan ser personas contra las que la Fiscalía tiene escasas dos o tres pruebas que los vinculan a hechos lejanos y mucho menos relevantes.

Estos no son falsos positivos judiciales. Todavía. Pero seguro parecen cortinas de humo.

Como también parece muy raro ese petardo del que acusan a Mateo Gutiérrez León.

Durante la audiencia del viernes pasado, la Fiscalía le imputó a Mateo los cargos de terrorismo, hurto agravado y tráfico y porte de armas por hechos ocurridos el 18 de septiembre de 2015. Según el ente acusador, este día se presentaron dos detonaciones simultáneas en apartamentos ubicados en la calle 76 con carrera 16 y la calle 18 con carrera Décima.

Mateo sería uno de dos hombres que ingresaron al apartamento de la calle 18 donde, armados con un puñal y un arma de fuego, redujeron a un menor de edad —el menor que reconocería a Mateo— le robaron el celular y detonaron un petardo que no dejó heridos ni muertos.

Sin embargo, no existen registros públicos del petardo por el cual culpan a Mateo Gutiérrez. A pesar de que el petardo detonado en la calle 76 con carrera 16 recibió amplia cobertura en su momento, el otro —que, según la Fiscalía, estalló al mismo tiempo en un lugar muy concurrido de la ciudad— no aparece mencionado en ningún medio.

Publicidad

Vendedores ambulantes de la zona no recuerdan ninguna explosión en este punto de la ciudad alrededor esa fecha y un policía, que afirmó estar adscrito desde 2013 al CAI Colseguros (ubicado en la calle 17 con carrera décima), negó tener registro el evento.

También es un misterio la historia de 'el Cojo'.

Volviendo al auditorio en el que amigos y familiares de Mateo se reunieron para asegurar su inocencia, en un punto de la reunión, una voz se alzó entre el público para preguntar: "¿Alguien aquí sabe algo del otro muchacho que capturaron aparte de Mateo?".

Arturo Stiven Buitrago Montaño, alias 'el Cojo', fue capturado el mismo día que Mateo en la localidad de Kennedy. Según la Fiscalía, a este hombre le fueron imputados los cargos terrorismo en concurso homogéneo y sucesivo por estar presuntamente involucrado en la instalación de dos petardos en contra de entidades financieras en el Parkway y Engativá en agosto y octubre del año pasado.

Se sabe eso y no mucho más.

La Fiscalía no confirma ni desmiente si Stiven tenía alguna relación con Mateo. Tampoco ofrece información acerca de su edad y ocupación ni de la fecha y lugar exactos de las explosiones en las que podría estar involucrado. Omar no sabía que esta persona existía. Nadie usa la expresión "falso positivo judicial" para referirse a su caso y, volviendo a ese auditorio de madera en la Universidad Nacional, nadie alzó la voz cuando preguntaron por "el otro muchacho".

Stiven Arturo Buitrago Montaño es el signo de interrogación gordo y pesado que cierra todo este asunto de los 30 petardos que desde 2015 han venido estallado en Bogotá.

Luego de un muerto, 26 heridos, 15 capturas y de dos supuestos golpes en contra de las células urbanas del ELN, la única certeza que las autoridades pueden ofrecernos es que la mayoría de la gente que anda volando mierda aquí y allá sigue suelta por Bogotá.