Revolucionarios: Arrigo Sacchi y el AC Milan | ES | Translation
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Revolucionarios: Arrigo Sacchi y el AC Milan | ES | Translation

Arrigo Sacchi llevó al AC Milan a la gloria en 1989 y 1990. "No lo hice porque quería ser parte de la historia", diría años después. "Lo hice porque quise darle a la gente 90 minutos de felicidad."

"La única forma en que puedes formar un equipo es teniendo jugadores con el mismo lenguaje y que puedan jugar en conjunto", dijo alguna vez Arrigo Sacchi. "No puedes lograr nada tú solo, y si lo haces, no dura por mucho tiempo. A menudo cito lo que dijo Miguel Ángel: 'El espíritu guía a la mano'."

Es difícil imaginarse a un entrenador de la Premier League usando al artistas más grande del Renacimiento como inspiración, y es que romper con las convenciones del futbol italiano requería de un futbol valiente y atrevido. Sacchi no solo destruyó el librito, sino que tuvo la gracia para actualizar su versión.

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Sacchi fue un visionario. Sus métodos no solo eran vistos como inusuales, también se les consideraban una locura. Uno de sus métodos de entrenamiento poco ortodoxos era "el juego de sombra" donde el equipo completo jugaba todo un partido sin balón. El portero comenzaba con un balón imaginario, y el equipo jugaba de acuerdo a las instrucciones del entrenador.

Existe una maravillosa anécdota sobre un cazatalentos que fue a espiar al entrenamiento del Milan antes de un partido crucial a principios del reinado de Sacchi, y que observó precisamente este partido sin balón. Cuando se lo explicó a su entrenador, ambos se rieron por la forma tan rara de entrenar. Como era de esperarse, el Milan ganó el encuentro y mantuvo su meta en cero. Los contrarios no rieron más.

Sacchi en 1990 | PA Images

Más que nada, Sacchi estaba obsesionado. "Un poeta italiano escribió: 'Sin la obsesión, no hay arte.' Con poco, obtienes poco", esto es lo que opinaba Sacchi. Su último puesto como entrenador —en 2001 en el Parma— duró 23 días, después de que fuera obligado a renunciar y a retirarse por una enfermedad relacionada con el estrés. Suona un campanello d'allarme, las campanas de alerta están sonando.

Es complicado pensar en un entrenador con más influencia en la historia del futbol (tal vez excepto por Rinus Michels). Sacchi permaneció estoico frente a la falta de fe y confianza de jugadores y compañeros de alto perfil. Siendo fiel a su propia visión era la única manera en que ayudaría al Milan a alcanzar la grandeza en el futbol. Para mayo de 1990, cualquier futbolista en el mundo habría estado comiendo de la mano de Sacchi.

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"Nuestro presidente tenía un sueño", dice Sacchi. "Quiso armar al mejor equipo en el mundo. Cuando llegué, encontré un gran grupo de profesionales ansiosos por ganar, pero solo jugando el futbol más espectacular."

De vender zapatos en Fusignano para alimentar a su familia, a alcanzar el cenit del futbol en 15 años, Sacchi se convirtió en uno de los íconos de la dirigencia técnica de toda la historia del futbol. Si Silvio Berlusconi —el dueño creído del Milan— fue quien tuvo el sueño, como Sacchi dice, entonces encontró al entrenador perfecto para hacerlo realidad.

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En 1987, el Milan estaba estancado. El escándalo "Totonero" del amaño de partidos en 1980 los había descendido a la Serie B, todo para que dos años después volvieran a descender por la ineptitud del club. Habían fracasado en finalizar entre los primeros cincos puestos de la Serie A en cualquiera de las últimas seis temporadas.

Cuatro años después ganaron Copas Europeas consecutivas. Un nuevo club había renacido; un legado había sido establecido. Retener la Copa Europea en la actualidad se ha convertido en un sueño inalcanzable. Desde 1980, solo un entrenador y un club ha logrado esta hazaña: Sacchi y el Milan.

El nombre de Berlusconi tal vez sea sinónimo de controversias, escándalos y orgías, pero cuando el magnate tomó el cargo del Milan en 1986 fue un momento vital para el éxito del club. Sacchi fue el protagonista inmejorable, mientras que Berlusconi —y su riqueza— proveyeron el escenario ideal sobre el cuál realizar la producción.

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La decisión de Berlusconi de despedir a Niels Liedholm y reclutar a Sacchi fue un toque maestro, pero también una apuesta significativa. A pesar de que había sido exitoso en la Serie C1 y Serie B con el Parma, Sacchi nunca antes había dirigido en primera. Derrotar al Milan en dos ocasiones en la Copa Italia había sido la perfecta entrevista; pronto sería evidente que era el candidato ideal.

Con el balón, el Milan era muy entretenido. Sacchi prefirió los pases cortos y rápidos, creando espacio que después era explotado al máximo. Gracias a Ruud Gullit y Marco van Basten, los Rossoneri contaban con una ataque capaz de anotar cualquier tipo de goles. Detrás de ellos, Frank Rijkaard jalaba las cuerdas, el tercer miembro de aquel magnífico trío holandés que llegó después del Scudetto de 1988. Carlo Ancelotti y Roberto Donadoni jugaban papeles secundarios.

Gullit celebra sus primeras dos Copas Europeas consecutivas de la mano maestra de Sacchi. PA Images

Hay una extraña dicotomía de la reputación de Milan bajo Sacchi. Eran conocidos por ser un equipo emocionante, pero se hicieron más famosos por su trabajo sin el balón. En cuanto perdían la posesión, Sacchi ordenaba a sus jugadores presionar como una unidad, operando con una línea extremadamente defensiva. A diferencia de otros equipos italianos, el Milan defendía usando un sistema de marcaje por zona y apuntaba a la trampa de fuera de juego con regularidad.

Existe una idea falsa de que el estilo a presión, particularmente en la actualidad, requiere de mucho esfuerzo físico. Sacchi rechazó esta idea: "Presionar no se trata de correr, ni de trabajar arduamente, se trata de controlar el espacio." Obliga al contrario a pasar donde quieres que pasen. El control fue la llave del éxito.

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Fue espectacularmente efectiva. En la primera temporada de Sacchi, el Milan anotó más goles en primera que en todas las últimas ocho temporadas. Al año siguiente, anotaron 61 veces, un récord de más de 15 años. La línea defensiva formada por Mauro Tassotti, Franco Baresi, Alessandro Costacurta y Paolo Maldini fue tal vez la mejor de toda la historia del club, ya que cada uno se desenvolvía cómodamente con el balón y contaban con mucha disciplina. El Milan permitió 14 goles en la temporada 1987/88 para asegurar su primer Scudetto en casi una década. En 10 partidos de eliminación de la Copa Europea, a partir de los cuartos de final entre 1989 y 1990, solo concedieron tres goles.

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Es importante mencionar lo difícil que era ganar en la Serie A en la época de Sachhi con el Milan, sin duda fue la competición más complicada en la historia del futbol. Deigo Maradona y Careca jugaban en el Napoli, Zbigniew Boniek y Rudi Voller en la Roma, Roberto Mancini y Gianluca Vialli en la Sampdoria, Enzo Scifo y Giuseppe Bergomi en el Internazinale, Roberto Baggio en Fiorentina, Michael Laudrup en la Juventus. Después de que el Milan ganara la liga, el rival de la ciudad, el Inter, fichó a Andreas Brehme y Lothar Matthaus para intentar cerrar la brecha.

La primera victoria del Milan en Copa Europea, en mayo de 1989, es la que mejor se mantiene ante el paso del tiempo. Después de 11 finales consecutivas definidas por un margen de un gol, el equipo de Sacchi pasó por encima del Steaua de Bucarest en el Camp Nou del Barcelona con estilo para ganar 4-0. Steaua no había perdido un juego en tres años, y se esperaba que la final fuera pareja. Ningún equipo ha ganado la Copa Europea por un margen tan grande. Sacchi y su equipo eran los reyes.

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De hecho, la victoria en semifinales ante el Real Madrid fue una de sus actuaciones icónicas. El Madrid estaba a punto de asegurar el cuarto de cinco títulos de liga consecutivos, y contaba con 27 partidos de liga sin conocer la derrota. Después de empatar en España 1-1 en el partido de ida, los Rossoneri aplastaron 5-0 al Real en casa, cada gol con autor diferente. Fue una noche decisiva no solo para el Milan, sino también para el futbol italiano.

A pesar de que las victorias en la Copa Europea pueden considerarse más fáciles que en el actual formato de la Champions League, el Milan no se benefició de sorteos afortunados. Al ganar y repetir como campeones de la competición, lograron eliminar al Real Madrid (dos veces), Bayern Munich, Werder Bremen, Estrella Roja de Belgrado y Steaua de Bucarest. En la segunda final, frente al Benfica de Sven-Goran Eriksson, un gol de Rijkaard fue suficiente para asegurar el triunfo.

El Milan de Sacchi celebra su Copa Europea de 1990. Ningún club a logrado defender el trofeo desde entonces. PA Images

El Milan de Sacchi celebra su Copa Europea de 1990. Ningún club a logrado defender el trofeo desde entonces. PA Images

Sacchi nunca pareció ser un entrenador a largo plazo para el Milan. Carecía la ambición para construir una dinastía y el deseo para rearmar al equipo. Era extrovertido y terco, muy estricto y un brutal maestro. Su personalidad, eternamente divisiva, al final de cuentas le costó el puesto; se peleó con Van Basten y perdió el juego "él vs. yo". La flama que alumbra lo doble se consume más rápido.

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Sin embargo, su equipo no solo existe en el pasado, también en el presente. Sus sellos distintivos pueden encontrarse en el Barcelona y Bayern Munich de Pep Guardiola, en el Dortmund de Jurgen Klopp, y en el Porto de Mourinho. Xavi rindió homenaje a Sacchi en 2012: "Nos sentimos increíblemente orgullosos cuando nos comparan con el Milan de Sacchi. Fue un equipo que hizo historia en el futbol."

De forma más clara e inmediata, Sacchi dejó su huella en aquel gran equipo del Milan. Su sucesor Fabio Capello, al mantener la misma formación, ganó tres ligas consecutivas y una Copa Europea más. El primer Scudetto de Capello se ganó sin ser derrotado, convirtiéndose en el segundo equipo en la historia de la Serie A en alcanzar ese récord.

Aunque el Milan de Sacchi solo se prolongó por cuatro años, su legado es infinito. Serán recordados no solo como ganadores, sino como revolucionarios y una escuadra entretenida. Su entrenador no lo habría pensado de otra forma.

"No lo hice porque quería ser parte de la historia", rememora Sacchi. "Lo hice porque quise darle a la gente 90 minutos de felicidad. Quería que dicha felicidad no emanara de la victoria, sino del entretenimiento, después de ver algo especial."

@danielstorey85