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¡big bang kamehameha!

Más de 9000 peleas: la saga Dragon Ball y las artes marciales

La serie Dragon Ball ha tenido una influencia decisiva en una generación de luchadores de MMA, incluyendo algunos de los atletas más exitosos de esta disciplina.
Imagen vía usuario de Flickr Rogzon News.

Por si alguno de vosotros no lo sabe aún (cosa que me extrañaría, para qué mentir), Dragon Ball es un manga japonés escrito e ilustrado por Akira Toriyama. Fue publicado originalmente en la revista Shōnen Jump, de la editorial Shūeisha, a partir de 1984. Durante tres décadas fue el manga más vendido del país nipón y pronto se convirtió en una serie de dibujos animados de éxito mundial.

Por decirlo en una palabra, Dragon Ball ha marcado un antes y un después en las generaciones de los años ochenta y noventa. Tal vez esa sea vuestra generación; al menos es, sin duda, la mía.

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2015 es un año importante para los seguidores de la serie. En abril se estrenó en los cines japoneses la película Dragon Ball Z: La resurrección de F; pocos meses después, en junio, se lanzó la nueva serie de animación —la cuarta de la saga— bajo el nombre de Dragon Ball Super. A pesar de la polémica desatada por la calidad de algunos de sus capítulos, la serie está siendo un éxito y multitud de televisiones de todo el mundo planean emitirla pronto. Este 6 de noviembre, la película aterriza por fin en los cines españoles.

Yo tuve la fortuna de crecer con Dragon Ball y sus continuaciones, Dragon Ball Z y Dragon Ball GT. Tanto en España como en Latinoamérica, la serie se emitió en repetidas ocasiones y en múltiples canales, en general de forma cíclica, de manera que varias generaciones de niños tuvieron la oportunidad de verla completa —y varias veces, en muchos casos. Igual que la inmensa mayoría de críos de la época, me sé todas las melodías, las canciones de las intros, las frases más célebres… y por supuesto, todos los personajes.

Para no herir sensibilidades lingüísticas ni dentro de España ni entre los posibles lectores latinoamericanos—un problema clásico de las series traducidas en varias versiones—, nos hemos decantado por incluir la intro de Dragon Ball Super, que de momento solo está en japonés.

En mi caso, comencé a ver el anime cuando aún era más pequeña que el protagonista, Son Goku, que inicia sus aventuras como un niño de doce años —aunque parecía aún más pequeño dada su estatura y su inocencia. Dejé de seguir la serie cuando cursaba la universidad. Goku, sin embargo, no creció conmigo: permaneció siempre joven gracias a resurrecciones y superpoderes.

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No es nada descabellado afirmar que muchos niños de alrededor del mundo practicaron algún arte marcial debido a la influencia de los más de quinientos capítulos de Dragon Ball. Yo misma me cuento entre quienes se iniciaron en el mundo del combate gracias a DBZ. Incluso algunos luchadores del UFC y de otras ligas de artes marciales reconocen una cierta intervención de la creación de Toriyama a la hora de elegir su deporte.

La lista de ilustres fans de Dragon Ball encabeza la campeona estadounidense Ronda Rousey, que apareció en un evento de Wrestlemania con una camiseta con la leyenda "Over 9.000" —"más de 9.000": la famosa frase que pronuncia Vegeta refiriéndose al poder registrado en su visor y que emana de Goku—. En otra ocasión, en un pesaje previo a un combate, Rousey apareció con una sudadera naranja muy similar al gi que suele llevar el Goku adulto en sus combates. Ronda incluso confesó un enamoramiento infantil con el personaje de Vegeta.

Otro luchador estadounidense, Marcus Brimage, admitió que Dragon Ball Z y Quinton 'Rampage' Jackson fueron su inspiración para entrar en las MMA. Para su combate en el UFC 175, Brimage incluso se presentó con el típico visor de las armaduras de los Saiyajins, la raza extraterrestre a la cual pertenecen los protagonistas Goku y Vegeta según la serie.

Mark Hunt, apodado 'Súper Samoano', tomó este apodo de los 'superguerreros' de la serie. En honor a la transformación de los Saiyajines en Supersaiyajines, Hunt también se decolora el cabello antes de sus peleas.

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El canadiense Carlos Newton alguna vez comentó que su estilo de pelea era el 'Jiu-jitsu Dragon Ball Z'. La afición de Newton era tal que a veces replicaba el famoso kamehameha —un ataque de Goku que en algunas versiones, y por desgracia, fue traducido como 'onda vital': mejor no digo hasta qué punto me parece absurdo traducir una expresión con tantísima fuerza—.

Si nos sumergimos en Dragon Ball, comprobaremos que el concepto del UFC ya existía en el universo creado por Toriyama. Los Grandes Torneos de las Artes Marciales servían precisamente para eso: para enfrentar a luchadores de distintos pesos, edades, tamaños y razas en batallas sin límite de tiempo con el único objetivo de recibir el premio al hombre más fuerte del mundo.

A esta coincidencia con el mundo de las MMA hay que añadirle otra cuestión central: la fácil identificación con el argumento. El único personaje que realmente muestra tener tres dimensiones es Vegeta, capaz de pasar de villano a héroe al descubrir la esencia del ser humano. Los demás se mantienen de forma lineal: los buenos son buenos, los malos son malos, y al final el bien siempre triunfa aunque para ello tenga que llegar hasta sus mismísimos límites.

Hay algo romántico en la serie, no obstante, que va más allá de este triunfo del bien. La luchadora Roxanne Modafferi explicó en una entrevista en Fightland que consideraba que Toriyama debió haber practicado artes marciales, o al menos conocer bien a alguien que lo hubiese hecho, porque "entendía" la forma en la que los luchadores piensan y sienten: "[Es muy importante] el concepto de estar lesionado pero aún así tener que ganar sin importar lo demás. En las artes marciales tienes que levantarte y ganar de todos modos. Podemos estar lastimados, pero tenemos que entrar ahí y ganar como sea. Eso es muy inspirador para nosotros", aseguró Modafferi.

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A ello se le añade una tercera característica también romántica y también fácil de relacionar con el mundo de las MMA: el concepto de la mejora constante a través del entrenamiento y la experiencia. Aunque Goku y Vegeta, a diferencia de los humanos, tienen la ventaja de ser Saiyans —una raza que puede morir, pero que no envejece para poder seguir peleando—, comparten con ellos la capacidad para aprender y salir reforzados de cada choque. Para un luchador de MMA, la idea de progresar gracias al esfuerzo es muy motivadora: no pocos practicantes de artes marciales (niños… o no tan niños) han tenido en Dragon Ball una motivación para levantarse del sofá e ir al gimnasio con la esperanza de convertirse algún día en Supersaiyajines.

En esta nueva generación de películas y series —La Batalla de los Dioses, Dragon Ball Super y ahora Resurrección de F— el sentido del humor simple e irreverente —la auténtica marca de Toriyama: ver si no su obra previa Dr. Slump— sigue estando presente, aunque parece algo forzado en algunas ocasiones. Según el autor, la serie prescinde del universo de Dragon Ball GT, más propio de la compañía Toei que de Akira, y se ubica justo al final de Dragon Ball Z; esto implica que personajes como Son Goten, el Trunks adulto o Boo pasen a un segundo plano. Otros, como el viejo maestro Mutenroshi o un Son Gohan bastante inútil, recuperan algo más de protagonismo del que seguramente les correspondería.

En La Batalla de los Dioses, el universo de Dragon Ball está totalmente focalizado alrededor de la pareja de teóricos antagonistas formada por Goku y Vegeta. Los nuevos personajes, Bills y Whis, tienen una apariencia bastante distinta a los 'looks' imponentes de las figuras sobrenaturales anteriores como Piccolo, Freezer o Célula. Si me preguntáis, Bills parece más un Pokémon que un dios de la destrucción, mientras que Whis es un sujeto afeminado y andrógino sin mucha presencia visual —aunque su rol llega a ser bastante más importante de lo que uno podría imaginar al principio—.

¿Cómo será en Resurrección de F? Bueno, os confieso que yo ya la he visto. Como no quiero dejar molestos 'spoilers', solo os diré que para un viejo fan siempre es un placer volver a ver una pieza de Dragon Ball, aunque solo sea por recordar las voces que oíamos cuando éramos pequeños… incluso si eso significa aceptar un Goku —¡o un Vegeta!— de pelo azul.

Este artículo se publicó originalmente en Fightland y ha sido adaptado para su publicación en VICE Sports España.