Estas fotografías muestran las fábricas y los paisajes posindustriales de las colinas de los Apalaches septentrionales y las llanuras del Oeste Medio y ponen de relieve las estructuras que representan y simbolizan la historia y la realidad de la clase obrera y el trabajo. Los medios de producción de la región nunca han estado en manos de los trabajadores; son los nombres de los propietarios de las fábricas y las minas, junto con los de los banqueros que las financiaron, los que aparecen en los edificios públicos y las instituciones privadas.
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Estos monumentos ⎯financiados por los “titanes de la industria”⎯ raras veces tienen en cuenta el trabajo y el sacrificio de generaciones de familias. Gran parte de mi obra, tanto personal como por encargo, gira en torno a estas ideas y estos lugares. La lucha obrera y la disparidad de clases están firmemente enraizadas en esta región. Sus efectos son patentes en la superficie del paisaje: la historia es presente y continúa dando forma al futuro. Es algo que tengo muy en mente en mi trabajo.En los últimos años, ha crecido mi interés en el concepto de monumentalidad, en concreto, quién erige los monumentos y con qué propósito. Son cuestiones que cada vez están más presentes en mi obra y en los que me centro. A través de la fotografía, un medio mucho más democrático que la fundición de bronce o los grabados en piedra, pongo de manifiesto las formas y estructuras inherentes a la naturaleza efímera de la producción. Con mi trabajo, intento, desde la humildad, crear monumentos respetuosos a aquellos cuyos nombres y cuyo recuerdo seguramente nunca aparecerán en la placa de ninguna universidad ni de un puente.
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