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Vice Blog

Raíces de Rivelino: el arte público como infección intestinal

La Tenia de ocho millones de pesos.

Mi primera reacción al ver la serie de esculturas Raíces del artista jalisciense Rivelino (1973) fue preguntarme a dónde había ido a comer al Centro últimamente. Sea donde sea, les recomendaría a todos alejarse de ese lugar si quieren evitar lo que le sucedió a algunos de los sitios más emblemáticos de la capital: pescarse una solitaria.

Como algunos de ustedes ya sabrán, la solitaria o Tenia, es una infección intestinal ocasionada por ingerir alimentos insalubres. Como espero que muy pocos de ustedes sepan, para extraer una Tenia adulta del intestino, es necesario pararse desnudo con las piernas y nalgas abiertas sobre una cubeta con leche y duraznos en almíbar. Esta combinación, es como petróleo para las Tenias, que de alguna forma la huelen y como pequeñas capitalistas deciden asomarse por el ano para investigar; momento de tirar con fuerza para arrancarla.

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Justamente me preguntaba qué combinación de frutas en almíbar sería necesaria para curar al MUNAL del parásito cuando me enteré de que no eran lombrices intestinales sino raíces. Y eso no era lo peor de todo, se trataba de un proyecto de arte público instalado en 14 sitios de la capital. Una visita a la página web www.rivelino.com.mx confirmó mis peores sospechas: “…el artista compara la historia social de México con el crecimiento de una planta a la que no importando los obstáculos que ha ido enfrentado, sigue y seguirá creciendo”.

Según distintos medios de información, las esculturas probablemente están hechas de malla metálica, fibra de vidrio, poliuretano, polietileno de alta densidad y patina cromada. Al margen de dicho listado de materiales y del sitio web del artista que describe su “depurada técnica” e “impecable instalación”, diré que con un poco de papel de baño y Resistol blanco se podría hacer algo muy parecido.

Si bien Rivelino, o José Rivelino Moreno Valle, como sus padres lo nombraron, es la mente creadora de esta “instalación”, fueron muchas las empresas e instituciones públicas que apoyaron y promovieron el proyecto. Me pregunto qué fue exactamente lo que impulsó a empresas privadas como Herdez, Nestlé, Banorte e Ixe a buscar en sus bolsillos los ocho millones de pesos que costó; me intriga por qué diecisiete de las instituciones públicas y culturales más importantes del país, como la UNAM, Conaculta, el INAH y el INBA la promovieron; pero de lo que no tengo idea es en qué carajos estaba pensado Elena Cepeda, Secretaria de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, al describirla como una reflexión inteligente sobre nuestro pasado nacional.

Le recomendaría al artista y a todos sus patronos que abrieran un libro de historia, para que comprueben de primera mano que México no es como una planta. México tiene una historia llena de matices que se refleja en una sociedad compleja y heterogénea. Las plantas son como plantas, México es otra cosa. Mientras nos mantengamos en estas reflexiones, que no sólo son superficiales o vacuas sino evidentemente estúpidas, jamás entenderemos qué es realmente México. Mientras las instituciones promuevan sin el uso criterios, las obras públicas en nuestro país no dejaran de parecer una enfermedad, el tipo de enfermedad cuya curación demanda pararse desnudo sobre una cubeta.

@Cocodruls