Máscaras, bailes y gallos decapitados: bienvenidos al Carnaval del Huehue

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Máscaras, bailes y gallos decapitados: bienvenidos al Carnaval del Huehue

Fotografías de un salvaje ritual mexicano.

Todas las fotos de Arturo Lara.

El Carnaval del Huehue, que se lleva a cabo en la Sierra Norte del estado de Puebla, es un momento de locura y libertad debido a la fiesta, la risa, el colorido y la magia del pulque que fluye por las venas de los asistentes.

El municipio creó hace tres años el Festival del Huehue como un evento más turístico y con la finalidad de rescatar esta tradición única, pero es sólo un vistazo de lo que realmente sucede en el Carnaval. Durante el Festival, los huehues de muchas comunidades se reúnen para danzar en el centro de Tetela de Ocampo, un pueblo ubicado a tres horas de la capital de Puebla y a cuatro horas y media de la Ciudad de México. Huehue, que significa 'anciano' en náhuatl, es una palabra que remite a la sabiduría y la experiencia. Este nombramiento se transfiere de generación en generación, por lo que desde pequeños, los niños desean formar parte de las danzas.

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Cada comunidad, representada por una cuadrilla de huehues, pasa, una a una, a danzar y presumir del dominio del chirrión, que es un látigo que hacen sonar al sacudirlo con fuerza y destreza. Cada grupo cuenta con un "capitán" y se acompañan de una joven —a veces un hombre vestido con ropa de mujer llamados "maringuillas"—, con minifalda, tacones, peluca y rellenos prominentes.

Un día antes del miércoles de ceniza, desde temprano da inicio esta tradición de liberación, transgresión y burla. Este carnaval tiene un doble significado: una parte religiosa en la lucha con el pecado y la otra relacionada con la batalla perdida por el ejército francés el 5 de mayo de 1862, por lo que los huehues escenifican de manera lúdica la batalla, haciendo tronar sus látigos y los cientos de cohetes con los que compiten entre las danzas.

Una capa blanca, un látigo, sombrero y su máscara —objeto que transporta a una nueva identidad adquirida—, son los elementos indispensables para formar parte del ritual. La música en mancuerna de violín y guitarra acompañan la danza durante todo el carnaval con sones y huapangos.

En palabras de la Dra. en Antropología por el INAH, María de Lourdes Báez, cuando los huehues irrumpen en la comunidad, "son los personajes encargados de protagonizar la dramatización ritual y de ocupar posiciones de estatus diferentes a las habitualmente asumidas, acompañadas de comportamientos fuera de lugar, ejercitando por medio de sus conductas una autoridad ritual sobre sus superiores".

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Caminando cuesta arriba por pequeños senderos de uno de los cerros que rodean el pueblo, la danza hace algunas pausas en casas donde danzan y son recompensados con pollos, carne, dinero o alguna bebida, a cambio del rato de diversión que comparten.

Al llegar al espacio donde se realiza lo que ellos denominan "el remate", el sonido de los petardos y los látigos arranca. El movimiento de la gente alrededor genera expectativa y comienzan a acercarse a donde se realiza la descabezada, o el palo de horca. Ésta es una práctica entre las comunidades de la sierra, que sirve para cerrar el eslabón del ciclo ritual. Se entierran dos palos sobre los que se sostiene un lazo y de ahí cuelgan de las patas a los pollos. Su "sacrificio" es a modo de intercambio o de reemplazo de energías de los seres vivos. Los carnavales son rituales que tienen que ver con los ciclos agrícolas y, según la cosmogonía de los pueblos originarios, se está en contacto con la muerte, la vida, el inframundo y la sexualidad.