Convencí a cientos de personas de que no saltaran del Golden Gate
Foto de Marko Knezevic para VICE.

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Convencí a cientos de personas de que no saltaran del Golden Gate

El puente es el sitio más popular de Estados Unidos para aquellos que quieren suicidarse. Cerca de 1,600 personas han saltado a sus muertes desde su inauguración en 1937.

Kevin Briggs trabajó para la Patrulla de Carreteras de California entre 1990 y 2013, un periodo durante el cual fue parte del recorrido que abarcaba el Puente Golden Gate. Si bien ofrece algunas de las vistas más majestuosas del mundo, hay un lado oscuro: Es el sitio más popular de Estados Unidos para aquellos que quieren suicidarse. Aquí está la historia de cómo fue la experiencia en sus propias palabras.

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Llegué al Área de la Bahía el 5 de diciembre de 1983, justo después de una temporada en el ejército. Lo recuerdo porque era mi cumpleaños. En 1987 me inicié en el Departamento Correccional y en 1990 me uní a la Patrulla de Carreteras de California.

Trabajé en Marin, un condado muy grande que comienza justo al otro lado de la bahía y luego se junta con el condado de San Francisco mediante el Puente Golden Gate. Marin se encarga del puente. Empecé a trabajar allí y en verdad me gustó, pero no sabía que tenía un lado oscuro. La gente no hablaba mucho de eso. Teníamos de cuatro a seis llamadas cada mes de personas suicidas en el puente, que fue llamado "a prueba de suicidios" por Joseph Strauss, el ingeniero encargado de construirlo.

"Suicidarse en el puente", dijo Strauss en ese momento, "no es ni práctico ni probable". Según la Bridge Rail Foundation, una organización dedicada a detener los suicidios en el puente, cerca de 1,600 personas han saltado a sus muertes desde su inauguración en 1937.


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Cuando descubrí por primera vez que esto era parte de las rondas, estaba enojado. No tenía entrenamiento en este asunto. Era un falta de respeto para aquellas personas que estaban a punto de saltar del barandal, y también una falta de respeto para mí. Hemos recorrido un largo camino desde entonces. Ahora los oficiales veteranos y los psicólogos atienden estas llamadas.

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Mi primera llamada fue una señora que estaba muy desanimada y que tal vez no tenía hogar. Había tenido la misma vida dura que la mayoría de la gente que decidió saltar. Típicamente, habían experimentado diversas tragedias durante varios años. La mayoría sufría de enfermedades mentales, generalmente depresión. Yo no sabía cómo acercarme, y me estaba trabando con las palabras. Me estaba costando demasiado trabajo, pero ella finalmente regresó. Para ser honesto, creo que ella me tenía lástima, porque yo era un desastre.

Como policía te enseñan a controlar las situaciones. Llegas, te haces cargo y sigues adelante. Pero con los casos o negociaciones que involucran una enfermedad mental, necesitas calmarte. Necesitas tomar tu tiempo y desarrollar un buen entendimiento de la situación. Lo que empecé a hacer fue caminar hasta estas personas, manteniendo un poco la distancia, y pidiendo su permiso para acercarme. "¿Puedo hablar contigo un momento?" Que un policía les pidiera permiso siempre los sorprendía y nos ponía en un buen camino, ya que la mayoría de las interacciones que la gente tiene con la policía es recibir órdenes de la autoridad. Una vez que obtenía el permiso, trataba de colocarme debajo de ellos. Si podían voltearme a ver era una ventaja. Así que me arrodillaba y los invitaba a mirarme a través de los barandales.

A veces había conductores que gritaban desde sus coches. '¡Salta! ¡Hey, salta hombre! ¡Serán buenas fotos!

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En el trabajo utilizamos habilidades para escuchar atentamente y lenguaje corporal abierto como no cruzar las manos o los brazos. Nunca hacemos preguntas que comiencen con "por qué", ya que sus respuestas podrían hacer que se sientan culpables. Es muy importante no juzgar, dejar que cuenten su historia siempre y cuando quieran seguir hablando. Dices cosas sólo para hacerles saber que estás prestando atención, no para interrumpir. Tienes que prestar atención. Es mucho trabajo, estás cansado al final.

Normalmente no cruzábamos la barrera para agarrar a una persona que va a saltar. He tenido que forcejear con algunas personas cuando estaban tratando de cruzar el barandal. Pero una vez que lo cruzaron, tú no puedes hacerlo. Si intentas agarrar a alguien, su primer instinto será alejarse. No quiero perderlos de esa manera. Pero probablemente la razón principal para no intentar jalarlos es que se sentirán fortalecidos si regresan por su cuenta. Se necesita valor para hacer eso.

A veces había conductores que gritaban desde sus coches. '¡Salta! ¡Hey, salta hombre! ¡Serán buenas fotos! Alguna tontería del estilo. Luego se producía un embotellamiento por la gente distraída que se quedaba observando, lo que provocaba que otras personas tardaran unos minutos más en regresar a casa, así que bajaban su vidrio y se ponían a gritar. Toda esa comprensión que tratabas de mostrar quedaba aniquilada porque la persona que iba a saltar te decía, "¿Ves? ¡a nadie le importa!" Te obstaculizaba.

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Perdí a dos personas con las que hablé directamente. Con una de ellas no pude hablar durante mucho tiempo. Era un tipo muy agradable. No me dijo su nombre. No me dijo cómo llegó a esa situación, ni cuál era su historia. Pero algo estaba ocurriendo en su vida, y finalmente se volteó, me estrechó la mano y dijo: "Kevin, tengo que irme, mi abuela está ahí abajo". Su abuela había fallecido. Me dio las gracias y saltó. No había nada que pudiera hacer.

La gente suele preguntar, ¿por qué? ¿Por qué el Puente Golden Gate? Es el puente en sí, y el romance asociado con él. La mayoría de la gente salta y piensa que es una puerta de entrada a algún lugar. Piensan que el agua los va a limpiar. Quieren ver el paisaje antes de irse. Mucha gente ha dicho que saltar del puente es la forma de cumplir su objetivo.

Tienen razón. Después de que alguien salta, experimenta una caída libre de cuatro a cinco segundos. El cuerpo golpea el agua a 120 kilómetros por hora. Ese impacto rompe los huesos, algunos de los cuales perforan los órganos vitales. La mayoría mueren por el impacto. Es probable que quien logre sobrevivir a la caída se ahogue en el agua.

Por supuesto que perder a alguien te afecta. Solíamos lidiar con los problemas a la vieja usanza: salir, tomar una copa, cerrar la boca, y volver al trabajo. Pero ahora la situación está mejorando. Podemos ver a un consejero de forma gratuita y mantener confidencialidad. Además, si hablaste con alguien que saltó, ya no tienes que manejar tú el caso. Otro oficial se hace cargo. Acudirán a la Guardia Costera, verán el cuerpo, hablarán con testigos, harán un reporte. Lo cual es una buena manera de hacerlo. No quiero bajar y observar a alguien que saltó, a alguien al que podría referirme como mi "fracaso".

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