Vimos a Numasbala, mojamos cuco con 424, bailamos con Animal Chuki y echamos humo en Mitú

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Música

Vimos a Numasbala, mojamos cuco con 424, bailamos con Animal Chuki y echamos humo en Mitú

Anoche seguimos la ruta del ruido en Smoking Molly y Latora 4brazos. Ganadores de la noche: 424 y Mitú.

Todas las fotos por André Piaf

Seguimos la fiesta en el segundo día del Festival Hermoso Ruido. Esta noche la primera cita era en Smoking Molly, un pequeño bar de blues y rock ubicado detrás del Museo Nacional, por La Macarena. A las 8, la banda colombo-guateque-peruana de reggae-ska gitano-tropical Numasbala se subió a la tarima, frente a un público calmado que se repartía entre pedir una cerveza o algún plato para acompañar la noche. A pesar del entorno pequeño, su energía daba como para un coliseo: bailaban, cantaban y hacían que las personas corearan a media lengua canciones  como “Pensé”. Bonita banda, pero para nada inolvidable.

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Un poquito pasadas las nueve de la noche le tocó el turno a 424, una banda costarricense que podría ser una de las apuestas musicales más exitosas de ese país en el momento, si no la más. Sus canciones grabadas en estudio se quedan cortas para mostrar lo que es el sonido en vivo de esta agrupación, que logra un revuelto entre Foals, The Strokes y hasta los Deftones en sus picos de trance musical más altos. La voz del cantante (quien, juro, es el hermano gemelo perdido de Nicolás Jaar) parecía superarse a sí misma canción tras canción, rayando en la experimentación vocal. A esto súmenle una guitarra con un sonido supremamente indie, un bajo sólido y un sintetizador que jugueteaba todo el tiempo con la música, llevándola casi al caos. Unos pelados carismáticos, sencillos, que tienen talento pero no se comen el cuento para no empalagarse. El carisma se les nota casi inmediatamente y conectaron de muy buena manera con el público, el cual, a pesar del reducido lugar, hacía bastante bulla al final de cada canción. A veces no se necesita decir mucho en tarima ni alzar las manos para pedir aprobación, basta con subirse y encuerar el alma, y 424 es el perfecto ejemplo de esto. Esta noche tocará a las 11:30 en La Ventana, por si quieren repetir, y a los que no los hayan visto, les juramos que vale la pena.

De ahí arrancamos volados para Latora 4Brazos, el bar de Chapinero que ya se ha vuelto ícono para los que les gusta el perreo alternativo. Llegamos a tiempo para ver a Animal Chuki, la banda peruana que prometía calentar motores para lo que se venía después con Mitú. Mientras el lugar se llenaba hasta su límite, la gente empezó a bailar al ritmo de su cumbia digital, medio chichera, medio amazónica y hasta medio villera, por momentos, y siempre futurista. Se gozó, se bailó, se tomó. Gran ambiente. Y a pesar de eso, sin embargo, el show de Animal Chuki no está a la altura de su música, aún les falta bastante canchita para conectar con el público como se debe. Y me refiero a que hace falta más que preguntarle a los presentes: “¿Cómo están?” o decir “¡Arriba Bogotá!” para lograr una respuesta genuina entre la gente. El sonido siempre los salvaba de la monotonía a través de un bajo corrosivo, algún ritmo de tambor o timbal o guacharaca, algún teclado ácido setentero o alguna voz chamánica, pero a esta banda todavía le falta soltarse en el escenario. Tarea que no les va a quedar difícil, pues pareciera que su música estuviera diseñada para eso. Plus por su remix de "Viene de mí", de su colega de sello La Yegros.

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En paralelo a lo que sucedía en el escenario del segundo piso, en el primero se fueron presentando sucesivamente djs como Anti o WWF, que a pesar de poner a bailar un buen rato al personal presente con ritmos de nu disco,  deephouse y electrónica aletosa, no se destacaron precisamente por la originalidad o el filo de sus propuestas. Cumplieron y ya.

Para lo que estaba calentando motores Animal Chuki era para el real deal de la tierrita: Mitú. Para cuando el dúo se subió al escenario, la gente parecía ya una mezcla borrosa de brazos y caras entrelazadas entre sí. El lugar estaba putamente lleno, el sudor aumentaba y para cuando Franklin Tejedor empezó sus rezos palenqueros de rutina al inicio de la presentación, el sitio parecía hervir. La fiesta estaba en su punto perfecto. Arriba. De repente todo era suspenso. De fondo, una nota de sintetizador escalofriante planteaba el escenario: supimos que era serio lo que venía. Entonces Franklin encomendó entre sus rezos el fiestón tan madre que se venía y la vaina se disparó. Cuando arrancó el puro techno palenquero, en un momento pensé que el suelo del segundo piso iba a ceder, hasta el aire temblaba. La gente entró en trance, evidente en sus caras y en sus movimientos. Todo se empezó a poner medio frenético, medio ritual, medio que la sangre te empezaba a bullir dentro del cuerpo, pidiéndote baile. La combinación entre sintetizador furioso y percusión ancestral de Mitú es chamánica, y anoche quedó claro una vez más. Los he visto ya cinco veces y me despelucaría cinco veces más. D-E-L P-U-T-A-S.

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Mañana más impresiones. Hoy, el Hermoso Ruido continúa sonando a través de Bogotá.

Numasbala

424

424

Animal Chuki

Mitú

Mitú

Franklin "Lamparita" Tejedor de Mitú