Vijay Chamman, Hedwig van der Meer, Dennis Gerkes
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Identidad

Cosas con las que se lidian laboralmente por la apariencia

Como profesional de la salud, es difícil que te tomen en serio cuando no encajas en el molde de un hombre blanco maduro con bata de laboratorio.

El viejo cliché de "no juzgues un libro por su portada" tiene cientos de años, pero según un estudio de 2010, lo seguimos haciendo de todos modos. La investigación evaluó cuánto confiaban los pacientes en sus médicos en función de lo que llevaban puesto y descubrió que los uniformes los hacían más confiables que la ropa de diario.

Desafortunadamente, las personas no solo juzgan a sus médicos por su forma de vestir, sino también por su edad, apariencia física y raza. Hablé con tres jóvenes profesionales de la salud a los que juzgan regularmente por su aspecto.

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Hedwig van der Meer, 30 - Fisioterapeuta.

Hedwig van der Meer. Cabello largo y de colores (rosa, morado y verde azulado), tres piercings debajo del labio inferior.

Hedwig es fisioterapeuta orofacial.

Soy fisioterapeuta especializada en el área de la cabeza y el cuello. También doy clases y estoy trabajando en mi tesis. A la mayoría de la gente le gusta mi cabello colorido y mis piercings, pero a veces pueden causar un poco de revuelo. Antes de comenzar mi pasantía, el supervisor de mi escuela me dijo que mi apariencia podría ser un problema en el trabajo. La gente hace comentarios sobre mi aspecto regularmente: pacientes, otros fisioterapeutas, incluso estudiantes.

Una vez, recibí a un paciente de la sala de espera. Cuando me vio, su expresión facial cambió. Hasta que terminé de examinarlo comenzó a relajarse. Me dijo que esperó no tener que regresar nunca más, porque pensó que yo no estaría lo suficientemente informada. Se dio cuenta de que me había juzgado mal y dijo que volvería. Le agradecí su honestidad; probablemente mucha gente piensa como él, pero no lo admite.

Algunos pacientes quieren una segunda opinión después de mi diagnóstico. No creo que se deba a mi apariencia, sino a que se toma menos en serio a las mujeres jóvenes en el campo de la medicina. A menudo he tenido que explicarles a los pacientes que me gradué hace nueve años y sé de lo que estoy hablando. Solo así confían más en mí.

Los compañeros de trabajo también pueden tener prejuicios. Una vez le pregunté a un fisioterapeuta especializado si podía observar su trabajo durante un día. Él no tuvo problema, pero la dueña del consultorio me pidió que me quitara los piercings primero, preocupada por la imagen del consultorio. La rechacé cortésmente. Hace poco, una estudiante me confundió con la asistente de la nueva maestra y se sintió muy avergonzada cuando le dije que yo era su maestra.

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Dicho esto, hay ventajas. Muchos de mis estudiantes me dicen que les encantaría expresarse pintándose el cabello o haciéndose piercings, pero creían que no podían hacerlo en este campo. Les digo que pueden hacer lo que quieran, siempre que se cuiden y hagan bien su trabajo.

Vijay Chamman, 30 - Exenfermero domiciliario.

Vijay Chamman. Cabello castaño corto peinado hacia un lado. De pie con una bata blanca frente a un hospital.

Vijay es un exenfermero domiciliario.

Durante dos años trabajé con personas que necesitaban recibir atención médica en casa, revisando sus presupuestos y asegurándome de que recibieran la atención adecuada. Antes de eso, fui enfermero a domicilio durante cinco años. Ahora, soy profesor en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam.

En mis trabajos anteriores, estaba constantemente en casa de mis pacientes, por lo que era crucial que confiaran no solo en mi experiencia, sino también en mí como persona. Eso no siempre fue fácil. Nací en los Países Bajos, pero soy surinamés-indostaní. Además de eso, era joven en comparación con mis compañeros de trabajo. Muchas veces, la gente se sorprendía cuando se enteraban de que yo sería su nuevo enfermero. Rara vez esperaban ver a un hombre, y mucho menos a una persona de color.

Mi identidad bicultural tuvo sus pros y contras cuando trabajaba como enfermero a domicilio. A algunos pacientes al principio les daba miedo, especialmente a las personas mayores. Una vez tuve que cuidar a una mujer de 80 años. Cuando llegué, empezó a llorar histéricamente y a preguntar por qué le estábamos haciendo esto. Ella había pedido una mujer holandesa, pero yo era la única persona disponible. Al final acordamos que me voltearía cuando se lavara sus partes íntimas y sería lo más discreto posible mientras la ayudaba a vestirse. A las mujeres mayores son a las que más les preocupa el acoso sexual. Había una mujer musulmana mayor que no quería que la tocara, eso significaba que no podía administrarle la insulina. En esos casos, prefiero no imponerle mis servicios a nadie.

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Los miembros de la familia también eran cautelosos en mi presencia. Lo entiendo, poner la vida de un ser querido en manos de un completo extraño no es cualquier cosa. No me lo tomaba personal, quería ganarme su confianza, demostrar que solo quería ayudarlos y que sabía lo que estaba haciendo. Hablar con ellos ayudaba. Mientras más iba a verlos, más se olvidaban de esas nociones preconcebidas. Una mujer que no quiso verme durante semanas terminó queriendo que solo yo la atendiera. Fue hermoso.

Tener antecedentes biculturales puede ser útil cuando eres enfermero, porque puedo adaptarme fácilmente a la cultura del paciente. Desde el principio, me di cuenta de que las personas con antecedentes no holandeses confiaban en mí más rápido, aunque no hablara su idioma.

Dennis Gerkes, 21 - Entrenador personal.

Dennis Gerkes. pelo rubio claro y corto, piel pálida. Izquierda: jugando al fútbol. Derecha: sonriendo dentro de una portería.

Dennis ha sido entrenador personal desde el año pasado.

La gente normalmente tiene dos huesos en el antebrazo: el cúbito y el radio. Yo no tengo cúbito en ninguno de mis brazos, por lo que son más cortos y mis manos se voltean hacia adentro. Tampoco tengo algunos músculos, lo que debilita mis manos. Mi discapacidad no define lo que puedo y no puedo hacer en mi vida diaria, pero hace que algunos deportes sean más desafiantes. Por eso, los atletas a menudo se sorprenden cuando descubren que soy responsable de su rehabilitación después de una lesión.

Elegí estudiar administración de deporte y fui una de las primeras personas con discapacidad física en hacerlo en mi universidad. Me permitieron saltarme los deportes que físicamente no podía hacer, siempre y cuando supiera la teoría detrás de todos los movimientos. Finalmente, elegí el entrenamiento físico como mi profesión y me convertí en un entrenador certificado el año pasado. Ahora enseño a los atletas cómo entrenar de manera eficiente, cómo evitar lesiones y ayudarlos con su recuperación si es necesario.

Cuando era entrenador de futbol en la secundaria, alguien me preguntó si mi discapacidad era contagiosa. También me han preguntado si puedo practicar un deporte antes de escucharme explicar cómo pueden jugar de forma segura. Una vez que se dan cuenta de que sé de qué estoy hablando, olvidan sus prejuicios.

Mi sueño es ser entrenador en los Juegos Paralímpicos. Es increíble cómo las personas con discapacidad usan su fuerza de voluntad para superar sus propios límites una y otra vez. Me gustaría ayudarlos a lograr eso.