Mujeres con tapabocas sobre sofá en calle
Foto: cortesía de Carla.
Coronavirus

La osadía de mudarse en plena pandemia

Visitas virtuales, tapabocas y permisos para circular. Toda una aventura para ser feliz sin que te denuncien tus vecinos ni te contagies de coronavirus.

Las mudanzas son como esas peregrinaciones eternas que hacés por convicción, pero que en el medio del camino te generan cierto arrepentimiento por el esfuerzo mental y físico que conllevan. Mi padre decía que “siete mudanzas equivalen a un incendio”. No sé exactamente de dónde sacó esa afirmación; sin embargo, creo que es precisa y contundente. Estoy a punto de hacer mi séptima mudanza en la vida y, más allá de una cama y una valija, ya casi no tengo nada que trasladar.

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Debo comprar cosas. Tengo algo de dinero, ahorros que comencé a gastar en la pandemia. Mi madre me dijo alguna vez: “nena, vos ahorrá por las dudas”, y ese por las dudas llegó en cuerpo de COVID-19 y nos jodió a todxs. Y como si el caos del confinamiento fuera poco, decidí que este mes estaré viviendo sola en Buenos Aires, en un departamento que me guste y con ayuda de un flete desconocido. Claro, es una osadía criticada por mucha gente que me rodea.

En Argentina esta semana entró en vigencia una Ley de Alquileres que renueva el vínculo entre propietarios e inquilinos y suma algunas cuestiones para que los profesionales inmobiliarios no se sobrepasen con nuestra economía. Por ejemplo, el depósito previo al ingreso que las agencias pedían, equivalente a dos meses de alquiler, ahora se reduce a un mes; las expensas extraordinarias debe pagarlas el locador, y solo se admiten aumentos anuales y no semestrales. Esta aprobación también se votó en pleno confinamiento y es necesario tenerla en cuenta; sin embargo, yo ya decidí ir por una vía más simple y menos engorrosa, alejada de papeles y formalidades: consulto a amigos y en redes sociales por posibles lugares para alquilar sin intermediarios.

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Esta decisión me tiene en una serie de conversaciones absurdas en las que intentamos coordinar con distintas personas para poder ver el inmueble: barajamos horarios insólitos en los que está permitido salir a la calle pero ya no existe la luz del día, nos preguntamos la terminación del DNI a ver si es factible encontrarnos en horas más luminosas y nunca faltan los cuestionamientos sobre si recientemente me he relacionado con gente que ha llegado de otras partes. La búsqueda de un departamento a través de un dueño directo se basa en la confianza mutua para un futuro acuerdo. A esto se le suma que esa persona debe fiarse de mi compromiso con la cuarentena para poder mostrarme el sitio.

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Esta mudanza será un dolor de cabeza, pero será realizable. Mientras la concreto, hablé con algunas personas que la pudieron llevar a cabo para que me cuenten su experiencia desplazándose a una nueva casa en medio de la pandemia.

Cristian, 35 años

¿Tenías planificado mudarte cuando empezó la cuarentena?
Sí. Por un lado sabía que en mayo finalizaba mi contrato. Como se venía un año de recesión y ajustes había empezado a buscar con algo de tiempo. Finalmente apareció la cuarentena y el dueño del departamento me comunicó que había decidido venderlo, pero me propuso quedarme el tiempo que necesitara. Estaba claro, el contrato no se iba a renovar de ninguna manera, me obligué a buscar y concretar felizmente esa mudanza.

¿Fuiste a ver departamentos personalmente?
Sí. A través de inmobiliarias fui a ver uno, las llaves se las habían dejado al encargado del edificio. La reserva de la visita estaba a nombre mío y el encargado me permitió abrir la puerta y ver el inmueble. En otras ocasiones me enviaron videos y fotos para que los vea entendiendo que no estaban coordinando visitas, deduje que hoy por hoy ese era el juego. Aunque finalmente alquilé uno a través de un dueño directo.

¿Cuántas personas te ayudaron el día de la mudanza?
Dos: el fletero y el portero del edificio donde vivo ahora. Fue medio caótico como toda mudanza: subí cama, heladera y algunas cajas seis pisos por escalera. Lamentablemente este ritual hermoso en el que suelen ayudar amigos no fue posible. En mi caso todos viven a más 500 metros a la redonda y no me daba exponerlos. Es verdad que estar con menos ayuda significó un desgaste físico bastante grande.

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¿El permiso de mudanza te aclara cuántas personas pueden acompañarte?
En realidad no. Según la página del Gobierno los días de mudanza son los sábados y domingos de las 9 a las 18 horas. No te aclara la cantidad de personas que pueden acompañarte. Al final creo que este tipo de condiciones también las propone la administración de cada edificio. En mi caso la administración del edificio de donde me fui solicitó una copia del trámite de mudanza y mi permiso para circular; después en el espacio nuevo curiosamente solo me pidieron que cumpla con el horario de mudanza que se plantea desde el Gobierno. Eso me llamó la atención: me pidieron más datos para irme que para llegar, teniendo en cuenta que llegaba desde uno de los barrios de la capital que más contagios tiene hasta ahora.

Carla, 29 años

¿Sabías que te ibas a mudar en medio de la pandemia?
No realmente. Una semana antes de la pandemia decidimos tomarnos un tiempo con mi pareja y me fui a lo de una amiga que tiene un monoambiente de 40 metros cuadrados pensando que sería por unos días. Se desató la cuarentena en el medio del monoambiente, y eran 24 horas juntas. Nos queremos mucho, pero el espacio nos resultaba chico. Decidí irme a lo de mi cuñada, y si bien pude estar sola unos días al poco tiempo llegó ella con mi hermano. Yo dormía en el sillón y ellos en la habitación.

En ese momento mi pensamiento fue: no puedo solucionar la pandemia, no puedo solucionar mi relación de pareja, voy a solucionar mi espacio. Me fui a lo de una amiga que me alquiló una habitación dentro de su casa, ahí me quedé dos meses, abril y mayo. Esclarecí mejor las ideas mientras empezaba el invierno en Buenos Aires. Empecé a buscar departamento porque mi ideal era vivir sola. Busqué en inmobiliarias pero me dio fiaca la cantidad de condiciones que me ponían, sumadas a que no me mostraban los que quería ver. Finalmente hice un flyer y se lo pasé a mis amigos y amigas para que lo compartan, publiqué en mis redes sociales y apareció un amigo de mi hermano ofreciéndome un departamento que alquilaba. El precio cerraba por todos lados, vi el departamento por video y confié porque era una persona conocida. La verdad es que conocí el lugar el día que fui a firmar el contrato. El primero de junio me mudé.

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¿Cómo fue la mudanza? ¿Quiénes te ayudaron?
Yo tenía que ir a desarmar mi excasa porque en el medio me separé oficialmente. Habíamos quedado en que él no me ayudaría porque sería raro. El flete era chico, así que hice parte de la mudanza en auto y otra parte en flete. Mi hermano, quien me iba a ayudar, me dijo a último momento que no le salía el permiso y no podía arriesgarse a venir porque le podían hacer una multa. Vinieron tres amigas, una caminó cuatro kilómetros, otra vino en auto sin permiso y la tercera vino en tren también sin permiso. El día de la mudanza nos enteramos de que no teníamos manos de hombres, fue una mudanza feminista, con la fuerza que teníamos tiramos un sillón entre las escaleras, medio caótico. Cargamos auto, flete y nos fuimos a mi nueva casa. Llegamos agotadas, comimos algo entre las cajas y en ese momento les salió el permiso a todas, así que su vuelta fue menos estresante.

Daniela, 36 años

¿Cómo fue la búsqueda de departamento en la pandemia?
Nos costó mucho, estuvimos casi dos meses mirando avisos, llamando a dueños directos o a inmobiliarias. Mi contrato de alquiler se venció en medio de la cuarentena. Éramos cuatro viviendo juntas, dos se fueron y quedamos una amiga y yo para buscar algo.

Algunos no querían mostrar nada en ese momento y nos tenían esperando. Incluso mandamos papeles para uno que nunca más se contactó. Algunas inmobiliarias nos pasaron videos, pero no nos animábamos a alquilar algo por dos años sin poder verlo in situ, abrir cajones, tocar paredes. Fue muy angustiante porque no sabíamos cuándo íbamos a poder mudarnos realmente. Guardábamos de a poco nuestras cosas porque manteníamos la esperanza, pero no teníamos lugar ni fecha. Finalmente nos decidimos por un departamento que cumplía con casi todo lo que necesitábamos. En otras circunstancias quizás hubiéramos seguido buscando, pero la incertidumbre de la pandemia y los intentos fallidos de búsqueda nos llevaron a cerrar de una vez por todas para poder mudarnos.

¿Pudieron pedir ayuda para mudarse?
El día de la mudanza nadie nos ayudó, sí nos cruzamos con un par de vecinos y fueron todos muy amables pero nada más. Para mí no fue diferente a otras mudanzas que tuve (y tuve muchas). Sólo el proceso anterior, el de la búsqueda, fue muy angustiante y complicado. Al final ese día de trasladar todo fue muy intenso, como cualquier mudanza, pero sin inconvenientes. Pedí un permiso que nunca me llegó y salí igual. Nadie nos paró.

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