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Hoy, en delirios de cuarentena: Marina Yers dice en un vídeo que el agua deshidrata

El principal argumento de Marina Yers era que "en las botellas no pone que hidrate".
marina yers agua deshidrata
Captura de pantalla vía usuaria de Twitter @miiriamaguilera

"Si tú te das cuenta en el agua nunca pone que es un suero hidratante o que es algo que se utiliza para la hidratación. De hecho, el agua deshidrata más de lo que hidrata. Buscad esta información en Google y vais a saber más cosas". Lo dijo la influencer Marina Yers en sus stories y lo dijo mientras se bebía una botella de Electrolit, un suero hidratante "para que viéramos cómo sabe", sinestesia seguramente no intencionada.

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Y se lió en Twitter. Le dijeron que el champú llevaba etiquetas por gente como ella, que las manzanas tampoco llevaban una etiqueta que dijera que son nutritivas y que parara de desinformar. Que tenía más de un millón de seguidores y que tuviera un poco de respeto para con el agua y con la inteligencia ajena. No era la primera vez en esta cuarentena que Yers protagonizaba una polémica: ya fue reprendida en redes sociales cuando se hizo vídeo en Tik Tok ataviada con un bikini hecho a mano con lo que parecían mascarillas reutilizadas, una herramienta sanitaria que escasea en estos días en muchos países.

Tras la polémica y las reacciones en redes, la autoconsiderada humorista publicó unos stories aclaratorios: todo era broma, joder, era ironía, "todo está metido dentro de un contexto y significa algo", dijo, y añadió que no nos tomáramos las cosas "tan literal". No, al menos, cuando se trata de ella. Y es curioso, porque ni sus stories bebiendo Electrolit -que no eran publicitarios, esto también lo aclaró- hacían gracia ni ella misma se ha tomado con gracia la reacción que han desatado. Se lo ha tomado "muy literal", sin entender "el contexto", sin la "ironía" que nos invita a concebir y a poner en práctica como manera de mirar el mundo.

No son días sencillos para nadie. Son días proclives a propasarse, a delirar, a no entenderse ni a uno mismo, a caer con más facilidad que nunca en el ridículo, a tomarse las cosas a la ligera o a la tremenda. Marina Yers probablemente cayó en lo primero y la turba que se le echó encima en lo segundo. Pero también esto pasará, aunque la estupidez y la indignación humana, que no descansan ni en estado de alarma, seguirán operando como de costumbre.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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