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¿Por qué la cumbre climática de París es fundamental?

La diplomacia mundial ha desembarcado en París para enfrentarse a dos semanas de negociaciones. El principal objetivo es conseguir que las temperaturas globales a final de este siglo no rebasen los 2º en relación a los niveles de la era preindustrial.
Foto di Sally Hayden/VICE News
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2015 está destinado a batir todos los récords de calor desde que se tiene registro de las temperaturas planetarias. Parece un año inmejorable para recibir a los 150 jefes de estado que ya han aterrizado en París para alcanzar un acuerdo internacional sobre cómo combatir el cambio climático.

A lo largo de las dos próximas semanas, 183 países tratarán de buscar la manera de contener las temperaturas globales. La meta es que para final de siglo no se hayan rebasado los 2,7 grados centígrados respecto a las temperaturas de la era pre industrial — un umbral que, de ser superado, podría desencadenar gravísimas consecuencias en el clima de la Tierra. Así lo aseguran muchos científicos, que advierten que solo 2 grados centígrados más podrían provocar el aumento del nivel del mar y poner en peligro a ciudades costeras, fraguar tormentas extremas y disparar el riesgo de guerras por ausencia de comida y de agua.

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En vísperas de la cumbre, 183 países han presentado ya sus propuestas sobre cómo reducir sus niveles de emisión de gases de efecto invernadero. La suma de todas las propuestas es mantener el calentamiento en un temperatura que no rebase los 2.7 grados centígrados, como mínimo. Tal es el motivo por el que este domingo, miles de ciudadanos desafiaron el estado de emergencia declarado en toda Francia tras los atentados del 13-N, y se echaron a las calles para exigir a los líderes mundiales que mejoren lo presente.

La policía redujo a los manifestantes con gases lacrimógenos y arrestó a 280 personas. El director ejecutivo de Greenpeace, Kumi Naidoo, se ha mostrado de lo más desafiante. "Seguiremos presionando", asegura. "Quieren cerrar un acuerdo que mantenga el calentamiento en unos niveles aceptables".

Sin embargo, pese al dramático trasfondo que dibuja Naidoo, algunos de los negociadores y de los supervisores que jugarán un papel clave durante la cumbre, aseguran que las posibilidades de alcanzar un resultado positivo siguen siendo elevadas. A pesar de que las propuestas nacionales que descansan ahora mismo sobre la mesa serían incapaces de prevenir por sí solas los peligrosos niveles de calentamiento atmosférico, lo cierto es que tales propuestas "son solo una parte de lo que sucederá en París", explica Jennifer Morgan, responsable del programa sobre clima en el World Resources Institute, una organización de investigación global que lleva más de dos décadas trabajando con conflictos relacionados con el clima.

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Si los delegados coinciden en que la prosperidad global no puede seguir dependiendo en los combustibles fósiles y establecen un plan de combate para eliminarlos, explica Morgan, podría convencerse a muchos inversores de que necesitan virar hacia una economía baja en emisiones de dióxido de carbono.

"Eso ayudaría mucho a mantener el objetivo de los 2 grados centígrados", añade Morgan.

En imágenes: visitamos la pequeña 'ciudad' que alberga la Cumbre del Clima de París

Fergus Green, un investigador en la London School of Economics, comenta que los sistemas económicos y sociales raramente cambian de manera lineal.

"Los cambios pueden producirse muy deprisa una vez se llega a un momento crítico", cuenta.

Green cree que el uso del carbón alcanzará pronto su momento crítico. El carbón es el responsable individual que más estragos está causando al planeta. El Reino Unido ha anunciado este mes una propuesta para deshacerse de manera paulatina de todas sus plantas de carbón durante los próximos diez años. La propuesta fue emulada enseguida por la provincia canadiense de Alberta. China podría rebajar la cantidad de carbón que quema a partir de 2020, mientras que en Estados Unidos el consumo de carbón ya ha descendido significativamente.

La razón por la que estas promesas son factibles es porque la economía del carbón está descendiendo vertiginosamente, al tiempo que la energía no contaminante se está volviendo cada vez más competitiva.

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La evidencia de este cambio queda manifiesto en el hecho de que en 2013 se instalaron 143 gigavatios en energía limpia y 141 de energía procedente del petróleo, el carbón y del gas. A principios de este otoño, la compañía Moodys Investors Service estimó que la mitad de las reservas de carbón del planeta a día de hoy, no son rentables: extraer carbón a los precios actuales es un mal negocio. Por su parte, Goldman Sachs ha advertido a sus clientes que la caída del carbón se producirá antes de lo previsto — probablemente en el año 2020. Mientras tanto, el coste de la energía solar en los Estados Unidos ha caído un 70 por ciento desde 2009.

"Estas tendencias están cobrando impulso y ha llegado un punto en que su fuerza es imparable", explica Green.

Hasta ahora esa fuerza no había sido lo suficientemente fuerte como para mantener los 2 grados centígrados de calentamiento global. Eso explica porque una coalición de las principales empresas e inversores, que se ha bautizado bajo el nombre We Mean Business, está urgiendo a los negociadores parisinos a que se fortalezcan de una manera muy concreta: eliminando los subsidios por combustibles fósiles y proclamando un precio global para el carbono. Si los gobiernos lideran el llamamiento de tales negocios — y de las decenas de miles que se han lanzado a las calles de ciudades de todo el mundo — entonces podrían alcanzar el objetivo de situar al planeta "cerca de conseguir el objetivo de los 2 grados centígrados y garantizar una transición más plácida hacia el horizonte de una economía desprovisto de carbonos", asegura Morgan.

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Sin embargo, tal escenario está lejos de ser una realidad. Establecer un precio global para el carbono provocará, por ejemplo, que se encarezca la producción de petróleo en petro-estados como Arabia Saudí y otras economías del Golfo Pérsico. La medida, de hecho, ha sido tan fuertemente combatida por naciones productoras de combustibles fósiles, que el consejero especial de Naciones Unidas Brice Lalonde ya ha declarado que es improbable que el precio del carbono forme parte el acuerdo final.

En imágenes: enfrentamientos entre anarquistas y la policía durante la Cumbre del Clima en París. Leer más aquí.

Los partidarios de ponerle un precio a las emisiones de dióxido de carbono ganaron un aliado en octubre cuando Justin Trudeau fue elegido primer ministro del Canadá. A pesar del hecho de que Canadá sigue siendo uno de los mayores exportadores de petróleo a los Estados Unidos, la nueva ministra de medioambiente de Trudeau, Catherine McKenna aseguró el domingo en París que "necesitamos cifrar el precio del carbono".

Otro de los temas más controvertidos de las negociaciones será determinar si el acuerdo final será o no legalmente vinculante.

El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, considera que el acuerdo final debería de ser voluntario — un resultado al que se oponen vigorosamente los negociadores de la Unión Europea. Sin embargo, no parece que exista ninguna posibilidad de que el congreso estadounidense, controlado por los republicanos, apruebe nada parecido a acuerdos legalmente vinculantes.

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China, por su parte, ha prometido recortar severamente sus emisiones en el futuro. Tal es el motivo que ha llevado al negociador estadounidense Todd Stern a proponer que el acuerdo de París obligue a los países a renegociar sus objetivos más importantes cada cinco años. "Tal sería una manera de reforzar la ambición", ha dicho Stern.

Jennifer Morgan desconfía de los objetivos voluntarios. Ella considera que es importante que los acuerdos alcanzados en París sean protegidos por la ley internacional. "Para emitir un mensaje de seriedad", piensa.

Morgan coincide con Stern en que las conversaciones sobre cambio climático que empezarán esta semana pueden conseguir que las reducciones a las que ya se han comprometido 176 países, sean todavía mayores. Lo cual significaría que el objetivo de no rebasar los 2 grados centígrados seguiría siendo perfectamente alcanzable.

"Lo que es muy posible que suceda en París es que se cree un acuerdo sostenido de larga duración que determine los límites, para así dejar bien claro que las energías renovables y la reducción de las emisiones de carbono se conviertan en la norma", sentencia.

Activistas denuncian exhaustivos controles fronterizos por la Cumbre del Clima de París. Leer más aquí.

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