Han pasado cuatro meses del sismo y Juchitán se reconstruye sola
Foto por Tercero Díaz/Cuartoscuro.com.

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Han pasado cuatro meses del sismo y Juchitán se reconstruye sola

Los habitantes de la localidad más afectada de Oaxaca levantan sus casas sin la asesoría de expertos y en los mismos lugares en donde se les cayeron, la ayuda gubernamental es lenta e ineficiente y los precios de materiales se han disparado en un 40%.

Han pasado cuatro meses del terremoto más fuerte en la historia de México, y Juchitán, la ciudad más afectada de Oaxaca, un estado del Pacífico al sur del país, mantiene un rostro desolador. Sus avenidas siguen con los escombros de los hogares que se vinieron abajo, con espacios libres donde el viento sopla y hace remolinos a su antojo.

VICE News hizo un recorrido por las localidades de Juchitán y Unión Hidalgo y encontramos una larga lista de dificultades a las que se enfrenta la población: la ayuda gubernamental a través del Fondo Especial para la Reconstrucción que surgió del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) es lenta y persiste falta de organización de las dependencias; los precios de construcción y mano de obra se han encarecido y el incremento alcanza hasta un 40 por ciento, sin que nadie vigile esta acción. Aunado a ello, los afectados reconstruyen sus viviendas sin asesoría de expertos y en los mismos sitios. Además, la reconstrucción está siendo encabezada por mujeres, quienes a pesar de cumplir con todas sus labores, han tomado las riendas a través de la reactivación de las artesanías.

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Reconstrucción de las casa de Jesús Hernández en Juchitán. Foto por Diana Manzo/VICE News.

Caminamos por una esquina de la colonia Las Flores, en un refugio elaborado con lonas y cartón. Ahí dos niños juegan en el patio donde alguna vez hubo una gran vivienda. Al otro extremo, un señor trabaja con su pico y pala.

“Es mi papá”, exclama uno de los niños que juega. “Está excavando el espacio donde será nuestra nueva casa”, señala el otro menor. El padre de familia se acerca. “Soy Jesús Hernández Gómez, arquitecto y constructor”, dice al presentarse. El arquitecto se sienta, se limpia rápido las manos, toma el celular y muestra una fotografía guardada en su dispositivo. “Miré así era mi casa. ¿Verdad que estaba enorme? Pero bueno, ya Dios nos dio una lección y ahora a reconstruirla”, dice resignado, sin molestia, echado hacia adelante.


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Lo que mostró Jesús no era una casita. Era una edificación grande, de dos plantas, con diseño arquitectónico, tenía cuatro cuartos, una sala comedor, vestíbulo, tres sanitarios, área de lavado interior y exterior, corredor de seis por nueve metros cuadrados. Era una casa donde vivía muy cómodo con su familia —su esposa y sus cuatro hijos—. La construyó hace 15 años y el terremoto del 7 de septiembre la pulverizó, como al resto de las 14.927 viviendas que se cayeron sólo en el municipio de Juchitán.

Durante los primeros días de enero, Jesús comenzó a reconstruir su casa, la cual será de una planta y tendrá dos cuartos y una sala comedor, no como la de antes porque aprendió la lección de “que vale más la seguridad y no la vanidad… Ahora será una pequeña pero bien firme”, agrega.

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— ¿Y le alcanzará con el apoyo del Fonden que las autoridades dieron para reconstruir su vivienda) —se le pregunta.

—¡Aaaaah no!, ni para la barda, pero sí ayuda, en mucho —suelta una gran carcajada, cargada de ironía.

Los pobladores de Juchitán aún viven entre escombros a cuatro meses del sismo. Foto por Diana Manzo/VICE News.

A causa del terremoto 79 personas perdieron la vida, la más alta cifra de víctimas por un movimiento telúrico en Oaxaca. Los datos del gobierno estatal señalan que el sismo de 8.2 grados del 7 de septiembre de 2017 dañó unas 70.477 viviendas, entre daño parcial y pérdida total.

Jesús y su familia no saben de datos oficiales, pero sí de lo costoso que está siendo la reconstrucción de su vivienda. A pesar de que recibió el apoyo de 120.000 pesos (unos 6.400 dólares) por “daño total” no es suficiente. Para reconstruir solicitó prestamos por lo que quizá tenga una deuda para el resto de su vida.

En medio de la ciudad regada de escombros es muy común ver en los negocios de venta de materiales para construcción el siguiente aviso. “Aquí se acepta la tarjeta Fonden”. Como hay demanda de insumos para la reconstrucción, los materiales y la mano de obra se han elevado en un 40 por ciento, aseguran los afectados.


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“Nos presumen que aceptan la tarjeta, pero cuando uno va a preguntar los precios están elevados” dice Jesús quien ha hecho un amplio recorrido por los establecimientos y asegura que antes del terremoto el cemento costaba entre 1.900 pesos la tonelada (unos 100 dólares) y 2.300 pesos (124 dólares), actualmente está entre 2. 800 pesos (151 dólares) y 3.500 pesos (189 dólares).

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Cuando se le pregunta sobre la mano de obra, el hombre se frota la cabeza angustiado, pues ésta ha subido mucho más. “¡Los maestros albañiles son los nuevos ricos ahora! Cobran entre 500 pesos al día (unos 27 dólares) y el ayudante 350 pesos (18.5 dólares). Antes del terremoto un maestro albañil cobraba de 300 a 350 pesos, y el ayudante 150”.

En las pocas construcciones que han comenzado se observa una falta de atención técnica, gran parte de las obras son elaboradas bajo las mismas técnicas y en los mismos espacios donde la casa sufrió afectaciones o se cayó.

Jesús, además de construir su casa, está a cargo de tres viviendas más para su reconstrucción, y señaló que supervisores contratados por la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), dependencia encargada de supervisar el avance de obras de reconstrucción, están recorriendo el avance de las viviendas y ofrecen dar asesorías, pero ha comprobado que muchos de ellos no cuentan con experiencia y tienen carreras truncas.

“Al preguntarles quiénes los habían contratado me comentaron que la Conavi y que se trata de un acompañamiento en la obra, pero por ejemplo los cuatro que llegaron a las obras que estoy supervisando, dos eran ingenieros eléctricos pasantes, otro más estudiante de medicina (carrera trunca) y uno maestro de educación física, y si no los quieres te hacen firmar una carta responsiva para que así cobren sus honorarios de parte de la dependencia”.

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Los pobladores de Juchitán continúan viviendo en lugares provisionales a la espera de reconstruir sus casas. Foto por Diana Manzo/VICE News.

El costo de la reconstrucción

El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, ha dicho públicamente a los medios nacionales que la entidad requiere alrededor de 16.000 millones de pesos (unos 865 millones de dólares) para afrontar la reconstrucción de casas, escuelas y edificios públicos afectados por los sismos del 8, 19 y 23 de septiembre, que dejaron más de 60.000 personas afectadas.

Ofelia Betanzos vive en Unión Hidalgo, municipio que se afectó en un 70 por ciento con el terremoto, su casa de más de 100 años de antigüedad tuvo que ser destruida porque tuvo muchas afectaciones. Ahora la reconstruye y la hará de cuatro cuartos.
Ella enviudó hace un par de años, su hija y su yerno la apoyan en la tarea. Volverá pronto a habitarla, pero la obra fue realizada únicamente con la asesoría de un maestro albañil que es su hermano, nos dice.

La vivienda nueva se construyó en el mismo terreno y justo en el mismo sitio. Casi todos lo están haciendo igual. Ofelia nunca recibió asesoría de ningún técnico en construcción, únicamente se basó en la confianza de que las casas que ha construido su albañil siguen de pie a pesar del terremoto.

En la región del Istmo, las autoridades aseguran que hubo estudio de suelo, pero nadie de la población lo conoce. Ese era el gran temor de los afectados debido a que a diario existen réplicas. Hasta la fecha suman alrededor de 15.000 movimientos de diferentes intensidades desde que tembló la noche del 7 de septiembre.

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La reconstrucción tiene rostro de mujer

Arcelia Jiménez Montero y muchas mujeres encabezan la reconstrucción de sus hogares, y aunque no tienen un techo seguro donde dormir han tomado sus bastidores de madera, agujas e hilo y han comenzado a producir sus artesanías.

“El dinero tiene que llegar a casa”, dice Arcelia originaria de Juchitán, que teje un huipil (blusa de terciopelo o algodón elaborado a mano que forma parte de la vestimenta tradicional de la mujer zapoteca) de múltiples colores en su bastidor de madera, el cual colocó en la casa de su vecina, porque su vivienda colapsó. La reconstrucción de su vivienda aún no comienza, la mano de obra y los materiales aumentaron de precio después del terremoto.

“La tonelada me costó 3.500 pesos (unos 189 dólares), pero a mi hermana que lo compró en otro establecimiento le salió 2.900 pesos (156 dólares), pero gastó 300 pesos (16 dólares) por el flete, entonces da lo mismo, nadie regula los costos aquí”, se queja Arcelia.

Arcelia Jiménez en su casa de Juchitán. Foto por Diana Manzo/VICE News.

La Comisión Nacional de Evaluación (Coneval) que es un organismo mexicano que anualmente da a conocer su informe sobre la evaluación de política de desarrollo social del país, sostiene que Oaxaca es la segunda entidad más pobre del país, con un 70 por ciento de la población viviendo en la pobreza.

El terremoto en Oaxaca no distinguió condición económica. Más de la mitad de los afectados todavía duermen en refugios temporales, algunos de lona donados por la sociedad civil mexicana y por habitantes de países como China, Canadá y la comunidad judía. Algunos otros refugios fueron donados por los Menonitas y otras organizaciones sociales.

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En Juchitán, de donde Arcelia es originaria, 41 personas murieron la noche del 7 de septiembre, y de las viviendas, unas 14.000 están dañadas, un 70 por ciento fueron demolidas, inclusive hay 500 casas que aún esperan ser pulverizadas debido a que se localizan en callejones y calles angostas donde es imposible que llegue la maquinaria. Los escombros aún siguen en las calles.

“La situación es complicada” expresa Arcelia quien refiere que las autoridades los olvidaron. “No hubo ningún apoyo para reactivar a los artesanos, el único apoyo que recibimos fue un albergue donde vivimos tres meses habilitado por el DIF de Oaxaca, que por cierto se cerró y ahora vivo en la calle”.

Tras abandonar el albergue junto con 200 personas en el mes de diciembre, Arcelia sólo tiene un pequeño refugio de metal que le fue prestado por su vecina, el cual utiliza como ropero donde guarda celosamente su ropa y accesorios porque no hay avances, la escasez de albañiles y de materiales para la construcción ha hecho lenta su reconstrucción.

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