Salir con un drogadicto es un auténtico infierno
Ilustración de Martin Cuer

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Drogas

Salir con un drogadicto es un auténtico infierno

"Me mandó un mensaje diciendo que acababa de meterse la primera raya del día. Me encerré en el baño y me puse a llorar".

Este texto se publicó originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Al principio odiaba las drogas. Para mí eran como otra mujer, alguien a quien él amaba más que a mí", dice Anna*. Durante muchos años, Anna estuvo saliendo con un hombre que fumaba marihuana y se metía cocaína casi a diario. Desde el primer día, el problema de su novio con las drogas también fue problema de ella… Al menos hasta que entendió que no podía ganar la batalla contra la adicción de su pareja.

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Cuando Zeit Online preguntó a través de Internet a 32,000 personas sobre su consumo de sustancias en relación con la Encuesta Mundial sobre Drogas de 2014, el 86 por ciento de los encuestados dijo haber tomado drogas ilegales al menos una vez en la vida. El Informe de drogas y drogadicción que publica el gobierno alemán anualmente, descubrió que en 2016 se produjeron un 19 por ciento más de muertes por drogas con respecto al año anterior. Según el informe, los hombres jóvenes son especialmente vulnerables: "[Los hombres jóvenes] no sólo consumen más drogas ilegales que antes, sino que lo hacen con más frecuencia".

Estos estudios apuntan a una realidad generalizada sobre el abuso de sustancias, pero las personas que mantienen una relación con adictos son invisibilizadas en dichos estudios, al igual que en la sociedad. Además, se enfrentan a todo tipo de estigmas y culpa ya que, al fin y al cabo, ¿por qué alguien saldría con una persona que miente, engaña, y está dispuesta a todo con tal de satisfacer su adicción?

"Los parientes y las parejas no suelen recibir ayuda", dice Silke Biester, especialista en tratamiento de adicciones y psiquiatra de Caritas Berlín. Biester conoce de primera mano los problemas a los cuales se enfrentan las personas enamoradas de drogadictos. Las ganas de ayudar a la persona querida cada vez ocupa más espacio y tiempo en su vida diaria hasta que, sin darse cuenta, se quedan sin nada. Es un proceso que desgasta, en parte porque ambas partes se acostumbran a negar la realidad del abuso de drogas. "Hay un dicho que me encanta y que lo deja todo muy claro: las drogas crean pensamientos delirantes en todas las partes involucradas ", dice Biester.

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"Sentía que cada vez se alejaba más y más. No hablaba mucho y, a veces, no sabía nada de él durante días"

Cuando Caroline* conoció a su actual exnovio todo parecía perfecto. Ella lo describe como "aventurero, abierto, inteligente y sociable", pero había un problema: "fumaba marihuana todos los días". Al principio de la relación, esto no parecía ser un inconveniente para esta joven de Viena. Pero el problema de verdad vino cuando empezó a consumir otras sustancias. "Bebía varias veces a la semana, después de las clases, y se ponía muy borracho. Después empezó a tomar drogas duras".

Según las directrices oficiales para el diagnóstico del síndrome de dependencia, su novio ya cumplía con el primer parámetro para ser considerado un adicto: la compulsión por consumir. En total, son seis los parámetros que pueden ser aplicados a todo tipo de adicciones, desde la ludopatía hasta las drogas ilegales. Los otros cinco parámetros son la pérdida de control, la incapacidad para abstenerse, la generación de tolerancia, la aparición del síndrome de abstinencia y el abandono de la vida social. Aunque la lista parece lo suficientemente clara, en realidad es mucho más difícil de identificar, especialmente si la persona forma parte de un círculo social donde las drogas son más una regla que una excepción.

Cuando la berlinesa Jasna* conoció a su exnovio, ella misma solía consumir speed y cocaína con frecuencia. Para ella, el hecho de que él estuviera siempre drogado no era un problema; tal vez él también estaba pasando por una fase extraña, al igual que ella. Pero después de un tiempo empezaron a surgir unos problemas que ella simplemente no podía ignorar. "Sentía que cada vez se alejaba más y más. No hablaba mucho y, a veces, no sabía nada de él durante días. Llegaba a casa tres días después, asegurando que había dormido en la casa de un amigo, pero yo sabía —por sus enormes pupilas— que no había dormido ni un segundo". Si se peleaban, él se marchaba durante mucho más tiempo, dejando sola a Jasna en el apartamento que compartían, mientras ella se preguntaba dónde estaría o qué podría estar haciendo todos esos días.

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Las adicciones no sólo afectan a la salud de los adictos, sino que también tienen un fuerte impacto en el bienestar de los seres queridos de estas personas, especialmente para las parejas sentimentales.

"Cuando estaba drogado, no tenía límites", dice Anna de su expareja. Parecía que nada era "demasiado", ni siquiera el abuso o las amenazas de muerte hacia Anna o sus amigos que, según él, "se la querían coger". La cocaína en su sistema ponía de manifiesto todos sus miedos y dudas con una ira diabólica. Estos episodios eran seguidos de declaraciones de arrepentimiento y de lo poco que merecía el amor de Anna.

Foto por Gray Hutton.

"Una persona adicta a la cocaína suele caer en periodos depresivos", confirma Biester. "Cuando el efecto de la droga desaparece, se sienten inútiles y tristes. Su mundo se vuelve oscuro y depresivo, y eso hace que quieran drogarse de nuevo".

"Una vez me mandó un mensaje diciendo que acababa de meterse la primera raya del día", recuerda Anna. "Me encerré en el baño de mi oficina y me puse a llorar". Cuando finalmente se enfrentó a él, su ex le dijo que su adicción era culpa de ella: afirmó que el mal carácter de ella le llevó a tomar drogas.

Según Biester, esta reacción no es inusual. "Normalmente los drogadictos tienen la habilidad de manipular a la gente diciendo cosas como 'pensé que me amabas' o '¡cómo no voy a drogarme si todo el tiempo estás quejándote y presionándome!'. Si eres una persona vulnerable, es posible que acabes creyendo que tú tienes la culpa de la situación".

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Con la intención de ayudar a su novio, Jasna se aferró a la relación. Al fin y al cabo, sus allegados le decían que él nunca podría dejar las drogas sin amor y apoyo. Decidió seguir adelante con la relación, sintiéndose obligada tanto por la culpa como por la empatía. "Todas mis amigas pensaban que estaba loca [por darle otra oportunidad], pero yo me decía a mí misma: si lo dejas ahora, este tipo morirá tarde o temprano".

Sin embargo, esta dinámica tóxica permite que la persona adicta se desentienda de culpas y, además, manipule —intencional o accidentalmente— a su pareja para que no la deje. De esta forma, acaba con las posibilidades de ambas partes de interactuar como iguales: el adicto se vuelve como un niño que debe ser protegido de sí mismo, mientras que la pareja sólo existe para ayudar a salvar al adicto.

"Veía a las drogas como algo que se interponía entre nosotros y nuestra felicidad".

"Este es un reflejo de la dependencia: mi felicidad depende de que alguien haga otra cosa", explica Biester. La "codependencia" es el término que se suele utilizar en esta instancia, pero Biester es crítica frente a esa palabra. "Hay una connotación incriminatoria que implica que la pareja es cómplice". La especialista en adicciones prefiere llamar a esto un "conflicto".

Anna recuerda estar atrapada en un callejón sin salida. Por un lado, ella siempre estuvo mal en la relación; por el otro, no podía perder la esperanza de que su novio finalmente se rehabilitara. "Veía a las drogas como algo que se interponía entre nosotros y nuestra felicidad. Pensaba que mi papel consistía en apoyarlo y en darle razones para que dejara de meterse".

Lidiar con la pareja se convierte en una especie de baile en el que una palabra equivocada o una pelea pueden mandar todo a la mierda. ¿Acaso esto ayuda? Biester cree que no. "Quien absuelve a su pareja de sus demonios, termina saldando la deuda con su propia alma. Por eso es importante no caer en ese vórtice de mentiras, engaños, y consumo, y en vez de eso buscar ayuda para uno mismo". Según los centros de ayuda para la adicción, quien esté luchando con esto es la única persona de la relación que tiene el poder de cambiar la situación.

Caroline de Viena pudo separarse de su pareja relativamente rápido. Jasna finalmente terminó con su relación después de que su novio desapareciera durante semanas. "Me di cuenta de que ya no estaba interesada o, más bien dicho, preocupada. Estaba agotada, y sabía que debía salvarme a mí misma si él no quería ser salvado. Así que decidí echarlo de mi casa". Cuando Anna logró cerrar ese capítulo de su relación, entró a un programa de terapias. Al final, su ex consiguió dejar las drogas sin ella.

"En caso de duda, recuerda que si tu pareja es adicta, la droga siempre será más importante que cualquier otra cosa", concluye Biester. Al final, da igual cuánto quieras a la otra persona. Si quieres mantener su relación, ten claro que debe ser tu pareja quien rompa primero con el ciclo tóxico de la adicción.

* Los nombres fueron cambiados para proteger las identidades de los entrevistados.