Es sábado por la noche. Sobre la pista hay 41 parejas bailando. Las luces que emiten las esferas de espejos son azules o rojas y giran como si fueran enloquecidos insectos que buscan la miel de la música. Los meseros caminan tranquilos llevando tragos y levantando cadáveres de las largas mesas plegables que se comparten entre extraños. También hay hombres que bailan solos. Se encuentran al final de la pista, parecen un poco aislados del resto de los bailarines, un tanto marginales, pero no menos contentos. Sobre la pista y gastándose la suela hay personajes de todas las edades, gente envuelta en brillantes camisas, en atuendos que se distinguen. Hoy es noche de música disco.
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Muchos de los cuerpos que se agitan tienen sobrepeso, arrugas y canas. Pero parecen desobedecer a la edad. Mueven las caderas con entusiasmo. Estos adultos mayores no bailan danzón. Les gusta Dona Summers. Me pregunto cuántos odiarán mañana en la cruda a sus nietos. Aquí hay un glamour distinto al del Studio 54, diferente del que se necesitaba para pasar al Baby’O.Sobre la pista es el mejor. Se mueve según sus reglas, pero también dentro de cierta estética. Se nota que disfruta lo que hace. “No lo hago por la calentura. No vengo a ligar. Es de corazón”. Cuando salió la película de Fiebre del sábado por la noche, Víctor Monreal tenía once años. Recuerda que en el Sear’s de Plaza Universidad un tipo dio clases de pasos de música disco. En el estacionamiento. Debió ser 1979.
En Facebook estoy como Tony Manero
Además de bailarín es DJ. Estudió electrónica. “Cuando la gente no baila con la música de un DJ, es porque el que toca no sabe bailar”. Lleva cuarenta años bailando la misma música. Nunca lo ha dejado de hacer. Desde que tenía once. Casi no baila salsa ni cumbia, ni le gusta mucho tocarlo. Pero si eso le pide la gente cuando va a chambear, eso toca. Nunca fue a una de esas legendarias discos cuando esta música se encontraba en pleno apogeo.“Tengo la ilusión de hacerme un traje de luces como Travolta.” A Víctor le gusta mantenerse en forma, le pedalea duro a la bicicleta. Ha llegado a rodar más de mil kilómetros en un día. Dice que constantemente lo felicitan por su forma de bailar. “Me trato de ir de este mundo feliz. Es una broma la vida”.
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DJ Martín Obsession
“Cuando nace un diseño de música disco tienes que enfocarte a aquella época, en cómo vestían. El John Travoltta es un ícono demasiado grande. Con solo verlo ya está dicho todo. Hay otros elementos de la época. La esfera, los audífonos, los tornamesas, los afros.” Nos habla de su público. “El perfil es para esa gente, ellos que vivieron esa época. Y atrás venimos nosotros, viendo lo que fueron las modas, los gustos.”Le preguntamos acerca de cómo inició el movimiento de la música disco en la Ciudad de México. “La radio tuvo mucho que ver. Pero cuando sale la película de John Travoltta eso fue un boom terrible. Y existió una estación de radio, Estéreo 100, con el señor Mario Vargas, que es una institución en la música funk, y el señor fue una plataforma importantísima para difundir la música disco en los años setenta”.Mario Vargas era una voz muy particular que habitaba no sólo en el radio, un gran MC, que además hacía el intro para un famoso programa de televisión dedicado a hacer concursos de baile de música disco, con bandas y grupos de baile de todo el país, que se llamaba Fiebre del 2, conducido por Fito Girón. La voz de Mario abría el programa más o menos así: “Ya está una vez más, concentrada en la pista, y la temperatura va constantemente en aumento. Bien amacizado el switch de la música. Y la cinta ganando velocidad. Entonces como hubiera dicho Margarita Primera, revisando sus posesiones allá en Parral: ¡Aquí hay fiebre! Y seguramente que o viene del valle de Allende. Así que sírvanse a amarrarse muy bien los tenis, colocar su atención en la posición de salida. Esperar el disparo. Porque aquí vamos otra vez”. Checa:
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Todavía queremos que sea una cosa muy nice
Los inicios de la música disco se encuentran en la ciudad de parís, mientras era sitiada por los nazis. Las raíces de esa cultura se encuentran en las fiestas clandestinas donde ya no había música en vivo si no a través de acetatos cuyo orden de aparición recaía en las manos de un hombre.El Byblos, una disco que se encontraba sobre Florencia, era una de las discos más conocidas de aquellos tiempos. “Pero te voy a decir una cosa, la gente de barriada nunca tuvimos la oportunidad de ir. Por la cuestión del dinero”. Javier ha participado en distintas actividades artísticas, entre ellas un homenaje a Tin Tan. “Muchas veces arrastramos un vicio de los setentas y ochentas, todavía queremos que sea una cosa muy nice. Con la edad que tenemos, todavía queremos ver cosas muy limpias, bonitas, queremos el glamour. Y eso no es posible. Mucho menos con las canas que uno tiene”.
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Nos habla de la importancia del baile en su vida: “Son dos carreteras, antes de todo soy dentista, pero a la par de esa carretera, va el baile. Yo le entro a todo, la cumbia, el reggaetón, el rock n' roll”. Tiene tres o cuatro trajes más de la época. Con corbatas y camisas.
En mi funeral que suene música disco
Ella va enfunda en un vestido luminoso y corto. Él lleva la camisa desabotonada y el pelo esponjado. Son estrella que destacan dentro de la constelación que se forma en la pista. Ella se llama Rocío y él Roberto. Él baila música disco desde que iba en la secundaria. Escuchaba esa música por influencia de sus hermanos. Desde los setentas. En una estación llamada Radio Hits. La ropa de él se encuentra empapada de sudor. No han dejado de darle fuego a la pista.“A mi papá y a mis tíos les gustaba. Por eso comencé a escucharla. Y ahora a mi pareja le gusta mucho.” Dice, para ella bailar es lo máximo. Se siente viva a la hora de bailar. “Cuando me muera quiero música disco en mi funeral”. Dice él antes de volver a la pista.
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