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Salvar a un niño o a tu perro: hablamos con el culpable del debate del verano

La encuesta de Pepo Jiménez ha convertido un debate ético en fenómeno viral en España.
Fotografía cortesía de Pepo Jiménez

Ha sido –está siendo- El Debate. En mayúsculas. Todo empezó hace una semana. El pasado jueves, Pepo Jiménez, un gurú de la viralidad conocido en las redes sociales como @Kurioso (el nombre no lo eligió por casualidad) lanzaba desde su cuenta de Twitter la siguiente pregunta a modo de encuesta:

Como no podía ser de otra forma en Twitter, lo que Pepo Jiménez planteaba como un dilema ético sobre el que teorizar, se convirtió, además de eso, en una enorme guerra entre dos bandos. Los properro a un lado, los proniño a otro. En las 24 horas que duró la encuesta, más de 70.000 personas participaron y unas 3.000 comentaron el asunto. Se salvó del incendio “tu perro” por un margen relativamente amplio: 57% de los votos frente al 43% que salvaban “al niño” que había provocado el incendio. Hablamos con Pepo, culpable de generar esta gran batalla teórica y emocional.

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VICE: Sabes de viralidad en redes como pocos. Cuando lanzaste la pregunta, ¿sabías que se iba a montar esto?
Pepo Jiménez: Sabía que se iba a liar, pero no tanto. Es cierto que es un debate ideal para Twitter, porque la pregunta da juego y porque desde el sofá de casa puedes responder lo que te dé la gana, no hace falta estar en el incendio. Pero es un falso dilema. Lo es porque es un debate emocional en el que decides sin estar en la acción, con lo cual no vale para nada lo que opines. Pero, aun así, es muy apasionante. Y las respuestas y todo lo que ha generado la pregunta ha sido brutal. ¿Cómo y por qué esta pregunta?
Todo vino de que un par de días antes un perro me mordió mientras yo iba corriendo, lo conté en Twitter y alguna gente respondió que debía compartir el espacio con los animales, que todos somos iguales y tal. Entonces se me ocurrió lanzar esta pregunta para ver hasta dónde llegaba la postura animalista. Y la lancé desde el váter, es una confesión que tengo que hacerte. Desde donde mejor se piensa.
Así es. ¿Perro o niño?
Niño, sin dudarlo.

Yo tengo que decir que no tengo claro si en ese momento elegiría a mi perro o al niño desconocido ¿Por qué eliges niño sin dudar?
Porque nosotros estamos aquí para defender los derechos humanos. Los perros no tienen derechos humanos, tienen derechos perrunos. Para que un animal tenga los mismos derechos que un humano, debería tener las mismas obligaciones. Sin embargo, el perro solo tiene una obligación, que es la de ser perro.

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Salvaría al niño por empatía de especie, digamos. Ese componente emocional que uno tiene con su perro, yo lo identifico con que el niño tiene un componente emocional con toda una familia, con unos padres, con unos abuelos… Y yo no puedo entrar ahí y romper eso. Y ante la balanza, tengo que elegir. Y elegiría el niño sin dudarlo. Desde el punto de vista teórico. Y lo que parecía una encuesta se convirtió en una batalla.
En Twitter hay un gran maniqueísmo. Si defiendes claramente que hay que elegir al niño eres un antianimalista y odiador de perros. Nada que no supiéramos, pero sigue pasando demasiado. La encuesta es un pulso entre emoción y razón. Y la gente suele responder desde el punto de vista emocional. De hecho, los que responden salvar al perro son los únicos que responderían algo así.

Quiero decir, todo el que se sitúe en la escena del incendio sin conocer al perro o al niño, respondería salvar al niño. Lo cual deja claro que el que salva al perro lo hace por una cuestión puramente emocional, no racional. Lo de la empatía está bien, pero, ¿y si el niño es el hijo del vecino, y si lo conoces? ¿Y si lo oyes gritar? El debate es teórico. Por eso la clave es dar una respuesta teórica y defenderla. Y dejando a un lado el maniqueísmo, me quedo con que hay mucha gente que sí ha debatido. No era una encuesta para matarse entre bandos, sino para reflexionar, era un ejercicio de teoría.

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En el bando properro he encontrado alguna respuesta que me parece que defiende muy bien la posición perruna. Por ejemplo, esta: “Se llama empatía y es una característica que nos hace humanos. Nos permite ponernos en la piel de cualquier ser vivo sin importar su especie. Poder elegir al perro antes que al niño es algo que me hace humana”.
Es la mejor explicada para defender salvar al perro, desde luego. En el bando de salvar al niño la que más me gustó fue la de alguien que decía: “salvaría al niño, pero le odiaría toda mi vida”. Está bien cuando se enfoca desde el punto de vista teórico, desde el emocional pierde sentido. Alguien comentaba algo así como: imagínate dentro de 30 o 40 años, cuando los robots estén lo suficientemente desarrollados como para que generemos un sentimiento emocional hacia ellos. Pasará exactamente lo mismo. De hecho, ya hay japoneses que compran robots, conviven con ellos y los aman de una forma apasionada. Esos salvarán al robot antes que al niño, estoy convencido también.

La filosofía y la ética surgiendo de una pregunta en Twitter.
No es nada nuevo. ¿Conoces el clásico dilema del tranvía? Hay un señor en un puente. Si lo tiras, el señor muere, pero evitas un accidente del tranvía en el que van a morir cinco personas. ¿Qué haces? ¿Te conviertes en el asesino de una persona a cambio de salvar cinco vidas o no haces nada y mueren esas cinco personas? Estos debates teóricos me parecen siempre muy interesantes. Tan interesantes son que en tu encuesta participaron 70.000 personas. Para que nos hagamos una idea, las encuestas del CIS se hacen con alrededor de 3.000 consultas.
Sí, ha tenido más participación que las primarias del PP.

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Pues sí, es verdad. Oye, ¿qué porcentaje de votantes properro crees que tienen hijos y viceversa, cuántos de los que votaron niño crees que tienen perro?
Esa es buena pregunta. Eso sería muy interesante saberlo, aunque es imposible con las estadísticas de Twitter. Yo intuyo que el porcentaje del votante properro que tiene hijos es bajo. Es decir, la mayoría de los que votaron salvar al perro, no creo que tengan hijos. E intuyo que dentro de los que votaron salvar al niño, da un poco igual que tengan o no perro, porque al tener un hijo, te vas al bando de salvar al niño directamente. Pero bueno, esto es especular. Sería muy interesante saberlo y la encuesta daría para hacer un análisis más amplio. ¿Sigues en problemas con los animalistas como yo una semana después?
Desde que opiné en la encuesta, cada vez que sale una historia de un perro me la mandan: “Mira, ¿no salvarías tú al perro este?”. Tienes que tener en cuenta que, en la pregunta, te encargas bien de que una de las opciones no sea “un perro”, sino “tu perro”. Y hay quienes a nuestro perro lo consideramos parte de la familia. Y la familia es lo primero, ya sabes…
Hay una tendencia animalista que consiste en tutelar a los animales dándoles características de personas, que al final lo que hacen es que el animal no sea animal. Hay que amar a las especies por lo que son. Al perro hay que quererlo por perro, no por hijo. Y vale, es tu familia porque es tu núcleo de convivencia, pero incluso lo de meterlo en la familia a mí me causa cierto reparo.

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¿Has tenido perro?
Mi madre siempre ha tenido perros. Teníamos un gran danés que pesaba 60 kilos siendo cachorro. Era un cachorrito, pero te venía y te saltaba una mole gigantesca encima… De ahí te viene lo de abandonar a perros en incendios, creo.
(Risas) Luego mi madre tuvo un cocker, después un bóxer… He tenido gatos, he tenido pájaros… He tenido dos perros y dos gatos en los intercambios que hemos hecho de casa, que es una experiencia curiosa, porque tienes que ser su dueño durante 15 días. Los perros son maravillosos y no tengo ningún problema con los animales, me encantan. Ahora mismo no tengo perro porque tengo tres hijos y no puedo más. Pero creo que no vale la pena ni reseñar esto, porque si alguien ha decidido que los odias, no va a cambiar de opinión.

En el incendio, ¿tus hijos son properro o proniño?
Lo hablamos durante la comida. Y claro que salvarían al niño.

Los tienes adoctrinados. Acabemos de forma optimista: a pesar del maniqueísmo, de las broncas absurdas, de que el debate teórico que era tu objetivo quede en segundo plano, a mí estas cosas me hacen reencontrarme con la esencia de Twitter; miles de personas debatiendo o peleando sobre si salvar al perro o al niño en un incendio que no existe.
El problema es que gastamos una cantidad de energía que luego no tenemos para otras cosas. Y bueno, uno comenta todo esto con la familia y… Te miran como si fueras gilipollas.
Claro, te ven nervioso contestándole a un desconocido en la batalla perro-niño, se lo explicas y te dicen, ¡pero qué me estás contando! Al final somos una especie de secta.