Cerveza, cánticos y violencia sin control: pasamos 72 horas con los ultras en Marsella

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Hostias como panes

Cerveza, cánticos y violencia sin control: pasamos 72 horas con los ultras en Marsella

50 000 hooligans, cientos de incidentes y 35 heridos: así fueron los tres días seguidos de peleas en Marsella entre hooligans ingleses, ultras rusos, franceses que pasaban por allí... y la policía, claro.

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35 heridos, uno de ellos en estado grave: este fue el balance que arrojó la batalla entre los ultras de Inglaterra y los de Rusia en Marsella. En solo tres días la ciudad experimentó lo mejor y lo peor de lo que el fútbol puede ofrecer: el partido y la guerra.

Hoy, los aficionados rusos e ingleses ya se han ido de Marsella; tristemente, algunos lo han hecho orgullosos. Otros todavía están en la cárcel.

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Más fútbol: Un ultra ruso graba los combates con los hooligans ingleses con una GoPro

La tarde del lunes 13 de junio, el hooligan inglés Alexander Booth fue detenido por primera vez en su vida y llevado a comisaría. El joven chef inglés estaba claramente lejos de casa: de hecho, se encontraba celebrando su vigésimo cumpleaños cuando fue detenido en medio del caos.

Booth se presentó ante el juez con la camiseta de Inglaterra, pero su rostro ya no denotaba la ferocidad de la batalla. Disponía de traductor, pero aún así no entendía el procedimiento; el inglés solo sabía que no pintaba nada bien para él. El fiscal, Brice Robin, se querelló públicamente para exigir el encarcelamiento de todas las personas detenidas durante las batallas callejeras entre aficionados.

Booth intentó ser agradable. Reconoció que había tirado un vaso de plástico, pero también dice que no se peleó con nadie, que estaba con su padre de fiesta. "Me disculpo con los marselleses y con la policía", dijo Alexander. "Realmente lo siento… yo estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado".

"Y por lo menos, con dos gramos de alcohol por litro de sangre", añadió el fiscal.

Le impusieron una pena, pero su padre no lo entendió. Alexander, descompuesto, la tradujo balbuceando: "Dos meses". Su padre se derrumbó: "¿Qué? ¿¡Dos meses!?". Apuntó con el dedo hacia él, como si fuera a darle una orden: "¡Aguanta! Voy a buscarte".

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Entonces, entre lágrimas, el padre trató de acercarse a él entre la maraña de periodistas que se acumulaban fuera de la sala. Su abogado estaba decepcionado y escandalizado: es para estarlo, Alexander tenía que cumplir dos meses de pena en la cárcel y después sería expulsado del territorio francés durante dos años.

Aficionados ingleses borrachos cantan canciones delante de los cuatro pubs británicos del puerto antiguo.

Hay cuatro pubs situados uno junto al otro en el puerto antiguo de Marsella: el Queen Victoria, el O'Malley, el Temple y el Out Back. Aquí es donde los ingleses fijaron su residencia la noche del jueves, el 9 de junio. Un área delimitada por banderas con la cruz roja sobre un fondo blanco y con ciudades y estampados de oso.

El viernes 10 de junio, por la tarde, esta zona parecía una ciudad inglesa. Según la policía, habían venido más de 50 000 aficionados ingleses a Marsella para el partido contra Rusia. Un policía me dijo que al principio estaban tranquilos, pero que viendo cómo bebían los aficionados, luego se pondría feo. "Seguramente aquí empiece una batalla".

Un primer grupo de policías interviene en el puerto antiguo, donde hasta ese momento se concentraban los ingleses.

El ambiente era totalmente festivo, aunque el jueves por la noche un medio de comunicación francés señaló los destrozos que los aficionados hacían. Harry, de Leicester, me explicó la dificultad de pedir una pinta en el bar O'Malley; en un momento dado sacó el móvil para enseñarme un artículo que denunciaba el comportamiento de los aficionados ingleses… y que estaba ilustrado con una foto suya.

"Mi novia me llamó en estado de pánico cuando vio el artículo. No entendía lo que estaba haciendo yo en este lío", cuenta Harry. "No soy un luchador. Fueron esos tíos que vinieron buscando pelea, nosotros nos defendimos".

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Franceses, ingleses, ¡mañana vais a flipar!

Un aficionado ruso

Heraud Anthony, el gerente del bar, me confirmo lo que pasó desde su posición detrás de la barra: "Tengo los vídeos de vigilancia, que demuestran que los ingleses fueron atacados". Entiendo que la prefectura le llamara el mismo día a las 4 de la tarde. "Las autoridades quieren enviar a todos los aficionados a la fanzone, pero los ingleses se sienten aquí como en casa", concluye Herauld.

Efectivamente, los ingleses estaban muy cómodos en ese barrio. Ocuparon todo el camino del muelle que hay delante de los pubs, cantando a la gloria de los tres leones. "Vardy está que se sale", rezaba una bandera. Los aficionados bloquearon el tráfico hasta que intervinieron las fuerzas especiales, primero suavemente, después ya con gases lacrimógenos. En pocos minutos, los policías despejaron toda la zona hasta dejarla desierta.

Los gases lacrimógenos lanzados contra los aficionados ingleses los obligaron a dispersarse

Los aficionados ingleses, sin embargo, no se marcharon del todo: siguieron en la zona, un poco más alejados del muelle. En un momento dado se encararon con la policía: la tensión se podía respirar.

Una docena de rusos, atraídos por el ruido, se pusieron camisetas negras con la imagen de Lokomotiv de Moscú en la cara y se colocaron entre la policía y los ingleses para luchar con ellos. Después de unas pocas detenciones, la calma volvió sin que hubiese habido demasiado destrozos.

Yo decidí apartarme e ir a dar una vuelta. Primero me encontré con con cuatro rusos en pantalones cortos y chanclas que iba a la playa. Uno llevaba pegatinas con la imagen de un hombre furioso al que le faltaba un diente: al sonreírme, comprobé que el hombre era él mismo.

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Otro tipo iba profiriendo amenazas cada diez metros. Le pregunté por qué; con un inglés bastante malo, me aseguró que los franceses y los ingleses eran todos unos maricones y que al día siguiente verían lo que es bueno.

La pegatina en cuestión

El día siguiente, el sábado 11 de junio, era el día de partido. El área alrededor del puerto antiguo se convirtió en una zona fuera de control. Por la tarde, unos cincuenta aficionados ingleses fueron golpeados repetidamente. La vida de uno de ellos llegó a correr peligro por culpa de un paro cardíaco. A día de hoy, por suerte, el hombre ya está estabilizado.

Les teníamos que enseñar donde estábamos

Un joven marsellés que había luchado contra los ingleses

A las seis de la tarde, el distrito de la Ópera se convirtió el nuevo campo de batalla, con persecuciones y robos. Los marselleses contra los ingleses, los rusos contra todo el mundo y la policía en medio de todos. No faltaron las botellas de cerveza voladoras, que rompieron las ventanas de la cafetería Garnier e hirieron a mucha gente.

Los aficionados rusos vistiendo las camisetas negras del Lokomotiv de Moscú.

¿Quién empezó? ¿Quién atacó primero? En realidad nadie lo sabe. La mayoría de los detenidos fueron ingleses, pero esto no quiere decir nada, porque los hooligans rusos son abiertamente violentos. Según el fiscal Brice Robin: "Un grupo de cien a ciento cincuenta personas […] llegó a la batalla […] y actuaron muy rápidamente, lo que explica las dificultades para llevar a cabo su identificación y detención".

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De hecho, ningún hooligan ruso fue detenido ese fin de semana en Marsella. El periódico francés L'Équipe, sin embargo, anunció que cuarenta aficionados rusos habían sido detenidos al cabo de dos días cerca de Niza.

Por otro lado teníamos a los jóvenes marselleses. Aún hoy no se conocen muy bien sus motivos para meterse en la pelea: algunos hablan de venganza por los enfrentamientos con los ingleses que datan del Mundial de 1998. Las explicaciones, sin embargo, son más simples para los jóvenes: se reunieron el lunes en el distrito de Belsunce y llegaron a la conclusión que debían mostrar donde estaban.

"Me puse una camiseta de un inglés como trofeo. Está medio rota, pero es porque él no me la quiso dar", me contó un joven.

La policía deteniendo a un aficionado inglés

En total, 35 personas resultaron heridas la tarde del sábado: una grave, tres bastante graves y una por herida de arma blanca. Fueron movilizados 590 bomberos y más de un millar de policías, gendarmes y CRS.

La calma a las calles de Marsella solo llegó con el comienzo del partido. Los ingleses estaban excitados a la entrada del Velódromo; iban llenos de sangre y con las cabezas vendadas. Cantaban en voz alta. Los rusos, en clara minoría en la grada, respondieron con más cánticos.

Más allá de algún que otro altercado menor, ya no hubo más incidentes ese día. Los gases lacrimógenos surtieron efecto después de más de una hora de batalla por las calles francesas.

En el césped, el partido se asemejó bastante a lo que se había vivido en la calle: los ingleses mandaron durante el partido pero fueron sorprendidos por la emboscada rusa a última hora.

Todo fue bastante triste.