Occidente no da ni una en sus líneas de moda para mujeres musulmanas
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Identidad

Occidente no da ni una en sus líneas de moda para mujeres musulmanas

El mundo de la moda hizo la ola cuando marcas occidentales lanzaron colecciones de hijabs para el público femenino musulmán. Pero aún así las fashionistas y diseñadoras hijabistas se sienten más alienadas que nunca.

Hulya Aslan, de 29 años, siempre se sintió atraída por la moda y la ropa bonita, desde su infancia, y su amor por la moda no se vio afectado en lo más mínimo por su decisión de llevar un hijab durante sus años estudiantiles. Cuando estudiaba para obtener el título de editora de moda en la Academia de Moda de Estambul, era la única alumna que llevaba hijab.

Conforme pasó a la edad adulta, la industria de la moda hijabista seguía dando sus primeros pasos. Las colecciones eran básicas y poco atractivas en las décadas de 1990 y 2000, al menos hasta que la moda más conservadora empezó a despegar en Turquía en 2010. Aslan vio que era mucho más difícil vestir con estilo como mujer hijabista que para las mujeres que no llevaban ese accesorio.

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"Comprar ropa era una pesadilla en aquella época", explicó. "Antes del boom de la industria de la moda conservadora, si una mujer quería tener un aspecto estiloso y elegante básicamente tenía que ir a una modista y hacerse la ropa a medida".

Pero cuando Turquía suavizó en la prohibición del velo, que tradicionalmente se imponía en las instituciones públicas, las cosas empezaron a cambiar. Conforme las mujeres hijabistas empezaron a ser más activas en todos los aspectos de la vida social, la demanda de prendas islámicas aumentó. Incluso surgió una nueva revista de moda hijabista, Ala. Cuando Aslan pasó a ser editora en esta revista, no tenía ni idea de que el resurgir de la moda del hijab progresaría tan rápidamente.

"Era como si las mujeres hijabistas hubieran estado esperando que llegara ropa bonita durante décadas", afirmó. "Éramos conscientes de la demanda y del nicho de mercado, hubo un florecimiento de diseñadores de moda que fundaron sus propios negocios". Aslan dirige ahora su propia empresa de asesoramiento de moda y trabaja con las marcas emergentes de moda islámica.

Millones de mujeres musulmanas de todo el mundo tienen ahora más opciones que nunca sobre qué ponerse. Poder llevar las prendas que desean teniendo a la vez un aspecto elegante y con estilo ha hecho que miles de mujeres musulmanas como Aslan se sientan más empoderadas, confiadas y socialmente incluidas. Para muchos, la revolución de la moda islámica fue un ritual de iniciación para incrementar la visibilidad de las mujeres musulmanas.

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El Centro de Compras y Entretenimiento Cevahir es uno de los centros comerciales más grandes de Estambul. Foto por Didem Tali

"Los musulmanes turcos y de otros países del mundo están ganando poder adquisitivo", explicó Cem Ozturk, fundador de Touche, una marca de moda islámica con sede en Estambul. Empezó su carrera como diseñador de prendas a medida, pero obtuvo una demanda tan masiva de sus clientes que finalmente decidió fundar su propia marca.

"Cuando la gente disfruta de un mayor poder adquisitivo, una de las primeras cosas que hacen es vestir mejor. Es casi como un instinto, porque la ropa es un símbolo muy importante", añadió.

No son solo los diseñadores independientes de moda musulmana los que son conscientes de las oportunidades que ofrece la demografía musulmana global. En 2015, Fortune describió a las mujeres musulmanas como el "próximo gran mercado de la moda todavía por explotar". Pueden obtenerse grandes beneficios con la población mundial musulmana joven (y creciente), que posee mayor poder adquisitivo que nunca. Según el informe de 2014-2015 del Estado de la Economía Islámica Global, los musulmanes gastaron 266.000 millones de dólares en ropa en 2013 y se espera que esta cifra alcance los 484.000 millones de dólares hacia 2019.

En otras palabras, la fiebre musulmana del oro ya está aquí y no resulta sorprendente que las marcas globales no se la quieran perder. Cada vez más empresas de moda occidentales que tradicionalmente dirigían sus productos a una clientela secular, occidental y no musulmana están empezando a incluir a las mujeres musulmanas en sus colecciones. Parece que cada semana una nueva marca occidental lanza una colección nueva dirigida a este sector demográfico. H&M, UNIQLO, DKNY y Mango han lanzado colecciones especiales para mujeres musulmanas.

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Hace poco, la marca de lujo Dolce & Gabbana empezó a vender hijabs y abayas. La colección incluye el toque lujoso de D&G en forma de encaje, satén y estampados florales. Su campaña muestra a una modelo blanca, de piel clara y ojos verdes posando con la boca entreabierta. No hay absolutamente nada que sugiera que es musulmana. Aunque la línea recibió comentarios positivos por parte de la prensa y de cientos de usuarias de las redes sociales, muchas mujeres musulmanas se sintieron excluidas y alienadas.

Una mujer con hijab se aplica lápiz de labios mirando su reflejo en su smartphone. Foto por Didem Tali

"He llevado hijab la mayor parte de mi vida, pero no conozco a nadie que se pondría algo así", afirmó Zehra Birisik, logopeda y fashionista musulmana declarada. Hizo hincapié en que algunas de las prendas de la línea de D&G son semitransparentes y algunas de las faldas llegan hasta la rodilla, algo completamente inaceptable para cualquier mujer que desee vestirse de acuerdo con la ley del Islam.

Aunque podría decirse que la esencia de la moda islámica es reconocer las necesidades de las mujeres musulmanas, muchas líneas de moda occidentales no han captado dicha esencia. La finalidad de sus colecciones no es celebrar a la mujer musulmana, sino ganar dinero a su costa. Algunos afirman que estas marcas no solo lo hacen ignorando las necesidades de la moda musulmana, sino que también son totalmente insensibles a nivel cultural.

"El hijab se lleva para expresar modestia. Para mí, es un recordatorio visual diario de que debo ser modesta. ¿Cómo es posible expresar modestia cuando llevas un velo que vale miles de dólares? Es malgastar el dinero y eso no tiene cabida en el Islam", explicó Birisik.

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Ella cree que esas colecciones crean la ilusión de estar representando a las mujeres musulmanas y de que estas tienen muchas opciones en el mundo de la moda, cuando en realidad las prendas de dichas colecciones no hacen sino burlarse de sus creencias. "Ya resulta difícil de por sí ir de compras como mujer hijabista, pero cuando el mercado está lleno de 'ropa islámica' que ni nos comprende ni nos representa, resulta frustrante".

Hulya Aslan y Zehra Birisik. Fotos por Didem Tali

Gonul Taban, escritora hijabista, describió la colección de D&G como "un esfuerzo a medias de hincar el diente al emergente mercado de la moda islámica", que resulta "de todo menos revolucionario" en el Daily Sabah. "[La colección de D&G] es totalmente mediocre", escribió, "y no puede compararse con lo que las firmas de moda tradicionales ofrecen actualmente".

Además, estas colecciones encarnan casi cada aspecto de lo que sería una apropiación cultural de manual: refuerzan la idea de que incluso la moda musulmana pertenece a occidente. No se muestra un respeto adecuado hacia la cultura de origen e irónicamente es la apropiación cultural la que recibe el respeto.

Como dice Hulya Aslan, que ha sido asesora de varias marcas de moda islámica en Turquía: "Actualmente hay diseñadores que crean colecciones de primera clase, pero el mérito se lo llevan las marcas occidentales".

En el mercado internacional de la moda, algunas marcas occidentales gozan de posiciones de extremada ventaja porque cuentan con enormes presupuestos para marketing. Los informes empresariales y los investigadores de mercado siguen instando a las compañías a que exploren la industria de la moda musulmana, que sigue dominada por compañías locales que podrían ser una fácil competencia. Es totalmente posible que, en 2019, los 484.000 millones de dólares que se calcula que gastarán los musulmanes en ropa vayan a parar a estas compañías. Mientras tanto, las marcas independientes de ropa musulmana, que han desempeñado un importante papel en la aceptación mundial de la moda islámica, podrían no ser capaces de soportar la competencia y desaparecer.

Para miles de mujeres como Aslan y Birisik, el auge de la moda islámica —y disponer de una oferta más amplia— ha sido un importantísimo triunfo para la aceptación, pero ahora que se las reconoce como un sector demográfico rentable, dicha victoria se ha trivializado. En lugar de ello, las mujeres musulmanas son bombardeadas con los mismos mensajes que todas las demás: Está bien que seas tú misma, siempre que seas blanca, rica y glamurosa, y que puedas gastar un montón de dinero.