La historia del primer futbolista japonés que jugó en Europa

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La historia del primer futbolista japonés que jugó en Europa

Antes de que 'Oliver y Benji' vieran la luz, un héroe japonés abrió el camino al fútbol europeo para sus compatriotas.

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Para los menores de 30 años —es decir, la mayoría de lectores de VICE Sports—, la selección de Japón es una escuadra de futbol sólida a nivel internacional. Aunque todavía no se han perfilado como candidatos a campeones del mundo, los nipones se han clasificado para los últimos cinco Mundiales de forma consecutiva. Su equipo nacional es potente, con una fusión entre talento local emergente y estrellas que ya han dado el salto a Europa.

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Aunque Japón no dispuso de una organización futbolística profesional hasta 1993, hoy en día su torneo doméstico, la J-League, es una competición firmemente establecida. El torneo nipón es a la vez cuna para jóvenes talentos (Shinji Kagawa, Keisuke Honda, Makoto Hasebe) y retiro dorado para viejas glorias (Gary Lineker, Zico, Diego Forlán): una competición de renombre mundial, en suma.

Hubo un tiempo, sin embargo, en que el fútbol japonés era un auténtico misterio para el resto del planeta… hasta que un hombre descifró los 'kanjis' y abrió el camino hacia el Oriente Lejano.

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Si viajamos al Japón de una época anterior a la imagen de Zinedine Zidane levantando el trofeo de la Copa del Mundo, encontraremos una selección nacional de un nivel muy discreto. El país del sol naciente solo había podido clasificarse para la Copa del Mundo de forma muy esporádica antes de 1970; desde entonces y hasta 1998, los nipones pasaron 28 años sin acercarse a una fase final. Japón tampoco consiguió llegar a la final de la Copa Asia hasta 1992: hoy, en cambio, han ganado cuatro de los últimos siete torneos.

El camino del fútbol nipón hacia la competitividad fue largo y arduo. Aunque hoy en día los jugadores japoneses estén bien considerados y haya varios en equipos de primer nivel europeo, a finales de los años 70 la situación era muy distinta. El hombre que como decíamos antes fue capaz de iniciar este fascinante viaje disputó su primer partido en Europa hace poco más de 38 años: su nombre es Yasuhiko Okudera.

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Fans nipones justo antes de un partido en el Mundial de Brasil 2014. Foto de Toru Hanai, Reuters.

Cuando Okudera se formó como jugador, el fútbol profesional en Japón aún estaba en construcción: la estructura formativa estaba lejísimos de lo que es hoy. Por eso tiene aún más mérito la gesta de Yasuhiko: es admirable que lograra llegar al otro extremo del mundo únicamente gracias a su habilidad. Tras terminar la escuela, Okudera se unió a la compañía eléctrica Furukawa, donde jugó para el equipo de su trabajo en la Liga de Fútbol Japonesa amateur. Poco después ya jugaba para su país en el escenario internacional, aunque con resultados modestos.

En 1977, el equipo de Okudera se fue de gira a Alemania… y la vida de Yasuhiko, que entonces tenía 24 años, cambió para siempre. Los ojeadores del 1.FC Köln de la Bundesliga le vieron jugar y su fútbol les sedujo hasta el punto de ofrecerle la oportunidad de mudarse a Alemania, cuya selección nacional era la campeona del mundo. En una época donde incluso en Europa había muy pocos futbolistas jugando fuera de sus países de origen, esto significaba que Okudera —¡un amateur!— iba a jugar en la misma división que los campeones del Mundial. El nipón debutó el 22 de octubre ante el MSV Duisburg; el encuentro terminó con una victoria del Köln por 2-1.

Okudera jugando para el Werder Bremen sobre la nieve y con un balón oscuro. Imagen vía Werder Bremen Fussball.

"Realmente no estaba seguro de si estaría a la altura", confesó Okudera en una entrevista para la web de la FIFA en 2009. "Mi primera temporada en Alemania fue un martirio, no tanto en términos del estilo de juego como en lo referente al estilo de vida. De mi segundo año en adelante ya me sentí con más control sobre las cosas".

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A pesar de su propia incertidumbre, los goles de Okudera en los dos últimos partidos de la campaña ayudaron al Köln a asegurar el título de la Bundesliga. El conjunto renano también ganó la DFB-Pokal —la copa alemana— para cerrar con broche de oro un primer año lleno de descubrimientos para Yasuhiko.

En la temporada siguiente, Okudera fue una pieza importante del equipo del Köln que llegó a las semifinales de la Copa de Europa. El nipón marcó en los minutos finales para empatar el partido de ida frente al Nottingham Forest, lo cual permitió a su escuadra empatar 3-3 en suelo inglés. Sin embargo, un derrota por la mínima en el partido de vuelta dio el pase a la final al cuadro de Brian Clough, que a la postre se acabaría alzando con el trofeo.

Posteriormente, Okudera fichó por el Hertha de Berlín, donde jugó una temporada. Después recalaría en el Werder Bremen. Una vez acostumbrado a la vida en el extranjero, Okudera asegura que su tiempo en Bremen fue "el más productivo" de su etapa en Europa.

"En el Werder Bremen logré ser un jugador muy constante", dice. "Nunca tuve problemas con el idioma, el clima, ni nada."

En términos de trofeos, su etapa en Bremen no puede compararse con su etapa en Colonia —a pesar de que el equipo verde estuvo muy cerca de ganar la Bundesliga en tres ocasiones—. No importó: Okudera había alcanzado algo mucho más grande que un título. Yasuhikohabía viajado a uno de las ligas más potentes del mundo y había jugado en algunos de sus clubes más destacados durante casi una década. Cualquier prejuicio contra los futbolistas japoneses —que no se adaptarían a Europa, que eran físicamente flojos, que regresarían rápido a su casa por las diferencias culturales, etcétera— había sido desmentido con rotundidad.

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Okudera regresó a Japón en 1986 tras nueve años en Alemania, 259 partidos jugados y 34 goles anotados. En su país natal volvió a fichar por su ex equipo, el Furukawa Electric (ahora JEF United). Allí consiguió un título de liga y un campeonato de la Copa Asia antes de colgar las botas en 1988.

Casi cuatro décadas después, la influencia de Okudera en el fútbol japonés aún es perceptible. Siete de los jugadores nipones en la Copa del Mundo pasada jugaban en Alemania, entre ellos el capitán Makoto Hasebe, futbolista del Eintracht de Frankfurt. Dos internacionales más juegan en Inglaterra; un tercero lo hace en Bélgica.

Los jugadores nipones Maya Yoshida (izquierda) y Masato Morishige presencian las primeras experiencias del ivoriano Geoffroy Serey Die como piloto de vuelo sin motor en el Mundial de Brasil 2014. Foto de Ruben Sprich, Reuters.

Jugadores como Hasebe y Kawaga tienen mucho mérito, pero no hay que olvidar que han triunfado en Europa en una era donde estar a miles de kilómetros de casa no representa una incomodidad tan grande como antaño. Gracias a los medios de comunicación y a la tecnología, nunca estás realmente desconectado de aquellos que dejaste atrás; a través de Internet puedes ver la televisión de tu país, leer tus páginas web favoritas y conversar con las personas que extrañas. Ya no es necesario sumergirte en una cultura nueva.

Okudera, en cambio, cruzó medio mundo en una época en la que dejar el hogar significaba exactamente eso: dejar atrás tu modo de vida y entrar en uno nuevo. Yasuhiko, por si fuera poco, también tenía que demostrar un buen nivel futbolístico para poder quedarse. Haber logrado todo esto y por ende haber abierto el camino para las siguientes generaciones de jugadores japoneses es una auténtica heroicidad. Para ser justos, debemos reconocer que la evolución futbolística del país del Sol Naciente —y el hecho de que los menores de 30 años tengan a Japón por una potencia mundial— tiene dos grandes explicaciones: Oliver y Benji… y Yasuhiko Okudera.