Estas son ocho cocineras y un cocinero que desde niñas se dedican a conservar la gastronomía nacional, aunque no lo sabían hasta que empezaron a asistir a eventos nacionales. Gracias a ellas es que aún disfrutamos de recetas ancestrales que aún peligran en la extinción. Algunos de sus platillos son desconocidos para los que vivimos en las ciudades grandes, pero ellas trabajan para que cada vez más personas conozcan la cultura contenida en cada una de sus ollas.
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Conocí a estas cocineras en la cuarta edición del Foro Mundial de la Gastronomía Mexicana, un coloquio organizado por el Conservatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana (CCGM), para hablar sobre el patrimonio culinario de México. Durante el foro hubo mesas redondas, exposiciones y conferencias, pero lo mejor fue la exposición culinaria de las cocineras, las maestras de los platillos que han hecho que México tenga una gastronomía tan rica —en cultura y en sabor—.Es de San Lorenzo, Uruapan. Su abuela la inició en la cocina cuando era niña; y cuando llegó a jovencita se convirtió en la mejor cocinera de su comunidad. Eso la llevó a ganar los concursos de los encuentros de cocineras que desde hace 10 años organiza la Secretaría de Turismo del estado, y después a cocinar en eventos diplomáticos por todo el mundo —incluyendo aquel en el que se le otorgó a la gastronomía mexicana el nombramiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad—; incluso ha cocinado para su tocayo, Benedicto XVI. A ella le gusta pensar que la cocina es un juego, por eso se permite jugar, experimentar, inventar sabores. Es la única cocinera purépecha que puede hacer las corundas de siete picos, aunque todo lo que ella hace, atápakuas, moles, tamales, es delicioso.
Benedicta Alejo Vargas, Michoacán
Lorenza Taboada, Oaxaca
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