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NFL

Los Patriots humillan a Texans y todo gracias a Bill Belichick

Mientras Bill Belichick jugaba ajedrez, Bill O'Brien miraba el televisor.
Greg M. Cooper-USA TODAY Sports

Si por casualidad viste el partido de anoche de los Patriots y Texans, sabes que para el tercer cuarto se convirtió en un festival para Nueva Inglaterra. La ventaja de 10-0 continuó acrecentándose después de la pérdida de balón en la patada de regreso, y para ese punto todo había acabado; los aplausos no podrían ser para otro más que para el entrenador en jefe, Bill Belichick.

Pero siendo francos, Belichick no hizo mucho para ganar su tercer partido cómodamente. Claro, atacó tácticamente los debilidades principales que los Texans no habían mostrado contra los Bears y Chiefs, pero el entrenador de Houston, Bill O'Brien, por alguna razón inexplicable, nunca se molestó en cambiar las velocidades de su plan de juego. No fue una situación en la que un entrenador se puso a jugar damas inglesas y el otro ajedrez, porque esto implicaría que O'Brien sí realizó algunos movimientos. Más bien, Belichick se encontraba jugando ajedrez, mientras que O'Brien veía la televisión y continuaba ejecutando su indignante y fracasada estrategia.

Belichick utilizó a dos safeties profundos todo el tiempo, limitando el tipo de lanzamientos que le habían resultado a Brock Osweiler contra los Chiefs la semana pasada. Belichick no estaba dispuesto a dejar que sus esquineros entraran al juego de cubrir a DeAndre Hopkins o Will Fuller porque sabía que podría ser peligroso.

O'Brien respondió yendo por tierra, pero la línea ofensiva de los Texans contaba con dos jugadores no consolidados como titulares, el tacle Duane Brown y el centro Nick Martin, y la línea defensiva de los Patriots estuvo poblada a su favor con de diferentes jugadores. A pesar de que el corredor Lamar Miller tuvo uno que otro buen acarreo, los Texans no pudieron prolongar sus series ofensivas con él. Abajo en el marcador por 10 puntos, la respuesta de O'Brien fue…realmente ninguna. Se dedicó a hacer lo mismo una y otra vez. Finalmente, el marcador empeoró tanto que Osweiler se vio forzado a lanzar pases cortos a Ryan Griffin, y eso fue todo lo que tenían bajo la manga.

Hay varias razones para elogiar el trabajo de Belichick en el juego de anoche. Su plan de juego a la ofensiva puso en la mira a los tacles más débiles de Houston y los retó a engancharse en un juego físico, en ocasiones con resultados divertidos. Las jugadas de engaño ayudaron a que el novato mariscal de campo, Jacoby Brissett, se sintiera cómodo lanzando. Y, como siempre, los equipos especiales fueron un factor esencial para el dominio de Belichick.

Sin embargo, no fue una paliza complicada y no fue un partido de ida y vuelta. Simplemente vimos a un entrenador muy por encima de su rival. Todo lo que O'Brien hizo fue humillar a los Texans hasta reducirlos a añicos.