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Anthony Davis y su estancia en el purgatorio

Se esperaba que este año Anthony Davis y los New Orleans Pelicans lograran despegar. No ha sido así, pero eso no significa que sea aburrido ver jugar a Davis.
Photo by Derick E. Hingle-USA TODAY Sports

La actual temporada de la NBA se ha dado en su mayoría como se predijo. Los Warriors, los campeones defensores, siguen siendo el mejor equipo de la liga, y lo demuestran de forma contundente cada semana. Los Spurs y Thunder son los oponentes más complicados, mientras que los Cavaliers continúa tratando la Conferencia Este como un feudo. El MVP del año pasado será el MVP de este año, y el campeón del año pasado será el campeón de este año. La despedida de Kobe Bryant fue tan desabrida como todos esperaban, DeAndre Jordan he llegado tantas veces a la línea de falta como los expertos predijeron, y los 76ers han prolongado sus maniobras dilatorias de basquetbol. Pero todo esto ya lo sabías.

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Una de las pocas tramas predichas en octubre que no ha logrado materializarse es el ascenso de los New Orleans Pelicans. Después de alcanzar un sorpresivo puesto en playoffs la temporada pasada y contratar al codiciado asistente de los Warriors, Alvin Gentry, como entrenador durante el verano, los Pelicans mostraron todas las señales de una mejora. Contaban con jugadores talentosos, un nuevo y supuestamente mejorado sistema, y una joven estrella en evolución.

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En su lugar, los Pelicans se han hundido. La lesiones les han pegado, pero incluso al 100 por ciento, este equipo no se ha visto para nada como la escuadra revelación del pasado julio. Su ofensiva se robó algunas de las tácticas de Golden State, pero nada de su eficiencia, y su defensiva es en gran parte teórica. Se encuentran a más de 10 juegos por debajo de .500, tan cerca de los Timberwolves como ellos de los playoffs. Es malo. Muy malo.

Para el fan sin interés particular en Nueva Orleans, el año desastroso de los Pelicans importa por una razón: ha extendido la carrera de Anthony Davis en el límite de la relevancia. El delantero de poder de 22 años ha tenido una buena campaña, sin progresar ni retroceder de los números All-Star del año pasado, pero un jugador solo puede llegar a ser tan emocionante como el puesto en el que su equipo se encuentra.

Por eso Anthony Davis sigue esperando su tiempo. Si esto frustra tanto a Davis como al público expectante, ambos lados pueden consolarse por el hecho de que ningún jugador en la historia reciente ha sido un mejor blanco de especulaciones. Incluso en medio del retroceso de su equipo, Davis parece ser el futuro.

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Cuando te das cuenta que juegas para los Pelicans. –Foto por Derick E. Hingle-USA TODAY Sports

Anthony Davis posee la altura y peso deseados. Alguien, en el pasado cuando solía ser relevante, midió su alcance de mano a mano y registró sus sprints. Los cazatalentos y entrenadores elogiaron su inteligencia, su sentido del timing, y el control de su cuerpo que muchos otros carecen. Hay un gran número de formas para entender porqué Davis es uno de los talentos más raros en el basquetbol.

Existe una tendencia, cuando se trata de jugadores como Davis, de elogiar y limitar al mismo tiempo, de escribir un simple programa porque sus habilidades no necesitan un plan complejo. "Es demasiado grande para los delanteros, muy rápido para los centros", se dice. Es fácil imaginarse temporadas completas de 28 y 12, con la única decisión que tome dependiendo de si tiene que mirar arriba o abajo para encontrarse con al mirada de sus contrincantes.

Y aún con todo esto, cuando juega, Davis no parece como un conjunto de ventajas inherentes aplicadas en patrones obvios. Tal vez su mejor y más prometedora característica es su habilidad para hacer uso de sus varios talentos —sus largos brazos, sus ágiles pies, su control constante, y su ejecución limpia a la hora de tirar— en cualquier momento, y de cualquier forma. Davis no realiza movimientos predeterminados, suele cambiar por su propia voluntad entre diferentes posiciones tácticas. A veces lo ves trabajando desde una posición amenazante desde los tres puntos. En otras ocasiones, se mueve por la banda, con la espalda arqueada y los dedos separados para disputar un alley-oop.

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Hace una semana y media, en una noche de domingo cuando la mayoría del mundo deportivo prendió la tele para ver a los Cavaliers y Thunder jugar, Davis anotó 59 puntos y tuvo 20 rebotes en contra de los Pistons en Detroit. Realizó 34 tiros y encestó 24. Cada movimiento exitoso acosó a la defensiva hacia una subsecuente sobrerreacción hasta que en algún punto Davis cambió la estrategia.

Un movimiento muy útil cuando se trata de jugar basquetbol. —Foto por Derick E. Hingle-USA TODAY Sports

Aquella noche se ganó un lugar entre las obras maestras individuales de esta temporada, pero fue de un tipo diferente a las demás. El destape de Davis no fue un capítulo característico de una tesis de toda una temporada, como a la Steph Curry con 50 puntos, o Russell Westbrook. En su lugar, fue un simulacro de un experimento en proceso. El juego de Davis refleja un panorama de su talento y curiosidad, pero también a veces provee una posición privilegiada de sus joven inconstancia.

En ocasiones suele desaparecerse de los partidos, cuando ninguno de sus roles parece cobrar efecto.Dos noches después del partido contra Detroit, Davis logró solo nueve puntos en la derrota ante Washington. Dos noches después de ese suceso, anotó 30 en la victoria ante el Thunder.

Una gran porción de la fanaticada basquetbolera espera el momento en que las noches de 30 puntos se conviertan en una tradición, y que las de nueve desaparezcan para siempre. Los fans de los Pelicans piensan lo mismo, ya que esperan a que su equipo trabaje como un unidad sólida y consagrada, en lugar de una proyección abstracta de talento.

El desafío de su joven carrera ha sido dictado no por un equipo o entrenador —o por un tipo de presión en playoffs—, sino por su talento. Se trata de confluir y explorar, de consolidar sus habilidades en algo mucho más confiable.

Por ahora, el proyecto produce algo de fastidio y mucho más sobrecogimiento. Al final de cuentas, la balanza se inclinará en la dirección positiva. La genialidad de Davis pasará por un filtro de experiencias como profesional, y sus malos partidos serán mejores, y sus buenos juegos serán una rutina. Los Pelicans terminarán siendo más competentes. El valor de Anthony Davis es que estamos seguros que todo esto se dará. Lo divertido de él es que no sabemos cómo se verá todo cuando realmente suceda.