El plan definitivo para salvar la FIFA —y cambiar, de paso, el mundo
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El plan definitivo para salvar la FIFA —y cambiar, de paso, el mundo

Todos piensan que la FIFA no es más que un pozo de podredumbre. ¿Todos? ¡No! Una australiana irreductible cree que este organismo ofrece una oportunidad brutal para cambiar el mundo... y tiene una "poción mágica" para intentarlo.

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Estamos en el año 2016 después de Cristo. Todo el mundo considera que la FIFA es un antro de podredumbre sin futuro: desde mayo del año pasado, casi cuarenta de sus miembros miembros —además de múltiples altos cargos de federaciones y confederaciones de alrededor del mundo— han sido imputados en varios casos de corrupción. La imagen del organismo está por los suelos.

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¿Todo el mundo, hemos dicho? ¡No! Moya Dodd resiste ahora y siempre a la corrupción. La australiana —antigua futbolista profesional y actual miembro del comité ejecutivo de la FIFA— considera que, por jodida que esté la institución, aún hay margen para revivirla… y tiene un plan revolucionario para lograrlo: lograr que las mujeres cuenten de verdad en el fútbol mundial.

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Dodd lleva años hablando sobre la reforma de la FIFA. Su objetivo no solo es acabar con la corrupción que mina la institución y que ha dado alas a hombres como Sepp Blatter y Jérome Vâlcke, sino también avanzar hacia un fútbol mundial que se caracterice por la igualdad entre hombres y mujeres a todos los niveles.

El pasado diciembre, el comité ejecutivo aprobó una serie de medidas propuestas por Dodd entre las cuales destacaba una iniciativa para aumentar al representación femenina en el órgano al menos hasta el 30%. ¿Puede que haya llegado la era de Dodd en la FIFA? Es pronto para decirlo, pero no parece que la australiana tenga intención alguna de detenerse.

El ascenso de Dodd en la comunidad futbolística internacional comenzó en Australia entre los años 70 y 80. Gracias a sus raíces mixtas, entre chinas y australianas, Dodd tuvo desde pequeña una perspectiva amplia tanto de la vida como del mismo fútbol. Empezó su carrera jugando para equipos amateurs, hasta que en 1985 la selección de su país la llamó; Dodd se retiró una década más tarde debido a la imposibilidad de compaginar la práctica del fútbol con los estudios de Derecho.

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Tras formar parte de la directiva de una marca de zapatillas deportivas, Dodd poco a poco fue trasladando sus intereses hacia el mundo del fútbol. En 2007, la Federación australiana la aupó a su comité directivo; dos años más tarde se convirtió en vicepresidenta de la Confederación Asiática de Fútbol.

En 2013, la FIFA tomó la decisión —no exenta de cierta demagogia— de crear un puestoen el comité ejecutivo que debía ser ocupado por una mujer. En la votación definitiva, Dodd quedó segunda: como suele ocurrir en la FIFA, hubo rumores que apuntaban a un fraude electoral. Para apaciguar a los partidarios de Dodd, principalmente asiáticos y europeos, se creó otro puesto ad hoc para incluirla en el comité… aunque no se le dio la posibilidad de votar.

Desde ese nombramiento, Dodd se ha encontrado en el círculo más interno —y controvertido— del fútbol mundial.

No, no es un 'screenshot' del FIFA: es un partido entre Australia y Japón en la Copa del Mundo de Canadá 2015. Imagen vía WikiMedia Commons

Gracias al poder del que dispone sobre el fútbol internacional, el comité ejecutivo de la FIFA lleva décadas en el disparadero para la prensa europea. Es el comité, al fin y al cabo, quien toma las decisiones más trascendentes; la votación para elegir a los organizadores de los Mundiales seguramente sea su cometido más famoso… y el que más ampollas ha levantado en los últimos tiempos.

Su condición de miembro sin derecho a voto pone a Dodd en una posición de ventaja: no puede votar en el comité, pero ello no significa que no disponga de poder real.

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"La oportunidad de abogar por el cambio apareció el año pasado de una forma que ninguno de nosotros habría imaginado", explicó la propia Dodd en una entrevista reciente. "Estaba claro que la crisis de la FIFA no solo hacía posibleslos cambios, sino necesarios. Sentí que la igualdad de género debía ser claramente parte de este cambio. No solo es justo y debía hacerse desde hace tiempo, sino que además ayudaría a gobernar mejor la FIFA".

Aquí es donde Dodd ofrece una visión totalmente distinta a la reforma de la FIFA —algo maravillosamente radical. En vez de separar las cuestiones de ética institucional y de igualdad de género, Dodd las ha fusionado.

Moya Dodd entrega el premio a la Jugadora del Año de la Confederación Asiática de Fútbol del año 2012 a la japonesa Aya Miyama. Imagen vía EPA

El pasado agosto, Dodd entregó una propuesta al comité de reforma de la FIFA en el que pedía cambios fundamentales en la gestión del órgano internacional. El plan es un buen ejemplo de su forma de entender la gestión: no solo sugería establecer limitaciones en los mandatos y asegurar la división de poderes en el seno del organismo, sino también modificar la legislación para que un 30 por ciento del comité ejecutivo estuviera formado por mujeres.

El 30, en este caso, no es un número aleatorio. Un 30 por ciento representa un punto de inflexión a partir del cual las mujeres dejarían de ser consideradas como una minoría y pasarían a ser una voz realmente activa en la toma de decisiones.

Como todo el mundo sabe —y, por desgracia, no sorprende a nadie— la FIFA nunca ha sido un actor especialmente activo en la lucha por la igualdad de género. De las 209 naciones que la conforman, solo dos federaciones tienen mujeres como presidentas. Menos del uno por ciento de los miembros con derecho a voto de la FIFA son féminas; en el comité ejecutivo solo hay mujeres desde 2013.

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Dodd piensa que esta situación no solo es discriminatoria, sino que además coarta la capacidad de la FIFA de abrir sus horizontes.

La española Sonia Bermúdez pugna con la costarricense Melissa Herrera en un partido del Mundial de Canadá 2015. Foto de Eric Bolte, USA Today Sports

"En el mundo empresarial hay multitud de pruebas que demuestran que la diversidad da lugar a una mejor toma de decisiones", asegura Dodd. "Es por eso que los gobiernos persiguen cuotas del 30 por ciento o más: para mejorar su eficacia".

A pesar de que la palabra 'cuota' puede provocar reticencias, Dodd mantiene que una diversidad creciente en los órganos directivos de la FIFA no solo ayudará a generar nuevas ideas, sino que también colaborará a la hora de limitar la corrupción. Y su plan no se detiene aquí.

En su propuesta, Dodd cita un estudio de la FIFA según el cual la discriminación de género estaba coartando el desarrollo del fútbol femenino en la mayor parte del mundo. El año pasado, la inversión de la FIFA en balompié femenil se limitó a unos escasos 141 millones de euros en todo el mundo: la mayor parte de este dinero fue para equipos de EEUU, Canadá, Australia, Japón y Europa.

Si tenemos en cuenta que apenas dos de cada cinco federaciones afiliadas a la FIFA disponen de planes de formación para niñas menores de 12 años, la cuestión se puede resumir fácilmente: si eres chica y has nacido en Sudamérica, África u Oriente Medio, lo más probable es que no tengas prácticamente ninguna opción de jugar al fútbol. Y eso es precisamente lo que Dodd quiere cambiar.

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Las jugadoras de la selección de Jordania celebran su victoria sobre Egipto en la Copa de Fútbol de Arabia. Foto vía EPA

Si hay más mujeres cerca del poder, según la teoría de Dodd, es más probable que se destinen recursos a mejorar el deporte femenino a nivel global —lo cual, por su lado, ayudará a normalizar la idea de que mujeres y hombres tienen el mismo estatus en el fútbol ya desde una edad temprana. El balompié, además, podría ser un catalizador clave para un cambio social a escala global.

"Si hablas con cualquiera de las grandes organizaciones globales —el Banco Mundial, la ONU— y les preguntas qué elementos son clave para el bienestar social, te dirán que lo primero que debes hacer para mejorar la sociedad es mejorar las condiciones de las mujeres", explica Dodd. "Dar a las mujeres la posibilidad de participar en la generación de riqueza es increíblemente bueno para cualquier país".

Puede ser sorprendente para Occidente que aún exista alguien que trabaje tan duro para que la FIFA se repare a sí misma en vez de abogar por su refundación, pero Dodd es una revolucionaria desde el interior.

Dodd podría ser la nueva cara de la FIFA… o al menos, el rostro del necesario cambio en el seno de la organización. Foto de Arnd Wiegmann, Reuters

"El fútbol necesita un órgano global fuerte que lo gobierne", asegura Dodd. "Cada cuatro años, la FIFA monta un torneo llamado Copa Mundial, y este torneo genera suficiente dinero como para ofrecer medio millón de euros al día al desarrollo del deporte. La FIFA debe aprovechar ese dinero para financiar el fútbol del mundo entero: es una de sus principales funciones".

"Si no hubiera todos estos ingresos, las cosas serían distintas", prosigue Dodd. "Entre tanta polémica, es fácil de olvidar lo importante que son los ingresos de los Mundiales y el hecho de tener un deporte que genere tantos beneficios. Dudo que podamos encontrar algo con más poder para hacer el bien a escala global como la FIFA —no solo a nivel deportivo, sino también social. Vale la pena luchar por ello".

Si Dodd logra salirse con la suya, esta lucha apenas habrá empezado… y ciertamente, valdrá la pena dejarse la piel por ella.

Sigue al autor en Twitter: @ProfessorDobles