Por qué Girlboss te hará echar de menos Myspace
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Por qué Girlboss te hará echar de menos Myspace

La nueva comedia de Netflix narra la historia de una chica que crea un imperio de la moda, en la época en que las redes sociales todavía albergaban cierta inocencia.
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Hace 10 años, Britney Spears se rapó el pelo justo antes de ingresar en la clínica de desintoxicación Promises de Malibú, Steve Jobs presentaba el primer iPhone al mundo y todos pasábamos horas en MySpace aspirando a encontrar allí una vida mejor. En aquella época, una chica de San Francisco llamada Sophia Amoruso se hartó de llenar su currículum de trabajos basura, y con poco más de 20 años decidió que su coming of age iba a convertirse en la perfecta consumación del sueño empresarial americano. Su inspiración la encontró en la sencilla red social de moda en aquel momento, y en las tiendas de ropa vintage que visitaba asiduamente.

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Girlboss, publicada cuando solo contaba 30 años. La recreación ficticia de los inicios de la fundadora de NastyGal se devora en un suspiro. Sus trece episodios de media hora cada uno se resuelven en clave de comedia adictiva, gracias a cierto aire de empoderamiento irónico y un pulso histérico de escenas adrenalínicas, impulsadas a la enésima por los aspavientos de la protagonista y una banda sonora cargada de hits rock de todas las épocas.

En 2008 todavía había quien pensaba que nadie podía decirle al mercado lo que se vende, que estamos irremediablemente sometidos a sus dictados. Pero Sophia Amoruso comenzó a elevar su imperio a golpe de click, justamente porque consideraba que multitud de empresas se fueron a pique porque no supieron ver a tiempo lo que querían sus clientes. En el primer episodio de la serie, Sophia compra por 9 dólares una auténtica chaqueta East West de piel de becerro de los 70 en perfecto estado, y, después de cotillear los perfiles de sus contactos en MySpace, consigue venderla en eBay por casi 500 dólares. El mundo le puede besar el culo, Sophia acaba de dar significado a su existencia. Esta Cenicienta de la tecnología rastrea prendas muy baratas en las tiendas de segunda mano de San Francisco, hace cuidadas sesiones de fotos con modelos y las revende online a precios desorbitados.

Sophia tiene una epifanía existencial cuando se da cuenta de que puede ganarse la vida por sí sola, a partir de su ingenio. De la nada, abre su brecha en el absurdo capitalista y crea un poderoso negocio a partir del filón de su legión de compradores de eBay. Pronto, es capaz de crear su propio portal de venta y una marca personal: Nasty Gal Vintage, la consumación de su burla al negocio clásico, con homenaje a Betty Davis incluido. Ella es todo estilo y decisión, sabe ver el advenimiento de la moda folk como si se tratara de una Steve Jobs de las tendencias y hace de su pasión personal una máquina de hacer billetes. En la vida real, Sophia Amoruso se convirtió en tiempo récord en una de las multimillonarias más jóvenes de Estados Unidos. Retrotraernos a aquellos años resulta en cierta manera inspirador, y nos hace añorar la candidez de las primeras redes sociales, como MySpace, que abría las puertas a nuevos horizontes de conexiones, eso sí, en un ambiente algo estanco. Era una época en la que existía mucha más inocencia online, nuestros comportamientos en las redes sociales no estaban tan viciados, y con un simple portátil y algo de confianza se podía destapar un mundo de oportunidades. En una de las mejores secuencias de esta primera temporada, vemos la dramatización con actores de un hilo de comentarios en un foro de internet. Alrededor de una mesa que representa el entorno virtual encontramos al habitual participante adulador y anodino, a esa que todo lo comenta con una excitación desbordada y tecleando en mayúsculas (los GRITOS online), a la clásica pilla que cuela promos de su propia web constantemente, y a la típica moderadora salomónica. En Girlboss el cursor sobrevuela la pantalla, los pantallazos nos sacuden las retinas y nadie se atreve a entrar al trapo en un foro de moda, porque todo el mundo cree todavía que internet es "la fuerza más poderosa del universo".

Sophia Amoruso comenzó a elevar su imperio a golpe de click, justamente porque consideraba que multitud de empresas se fueron a pique porque no supieron ver a tiempo lo que querían sus clientes≤La protagonista de esta historia es un personaje exagerado y, por momentos, exasperante. Sophia es una chica guapa, avispada, descarada e incluso algo ladrona, que vacila a todo el mundo hasta puntos irritantes, cree que ya no le queda nada por aprender y prácticamente nunca reconoce un error. Puede que te caiga bien o puede que no la soportes, pero está claro que sin ella no habría función. El histrionismo desmelenado de la actriz Britt Robertson, que muchos conocerán por su aparición en Tomorrowland: El mundo del mañana, sube las revoluciones de cada compás de la serie, porque sobre sus estrechos hombros se eleva todo un imperio. Pero por muy terca y egoísta que sea, Sophia no está sola. En Girlboss, los secundarios enriquecen el universo de esta testaruda influencer, corrigiendo sus irresponsabilidades y dándole pistas sobre por dónde debe proseguir su odisea empresarial.

Además de su padre (Dean Norris, el poli de Breaking Bad), su novio Shane (Johnny Simmons) y su inseparable y perspicaz amiga Annie (Ellie Reed), que delinean el relato como una historia de amor y amistad, merecen mención especial Mobias (Jim Rash), el cínico vendedor de la tienda de ropa vintage, y la aparición estelar de Ru Paul, convertido en el vecino gay de Sophia, un tipo peculiar que trabaja en la seguridad del aeropuerto y hace las veces de sarcástico gurú contemporáneo. Además, la serie está producida por Charlize Theron, y cuenta con guiones de Kay Cannon, creadora de New Girl.

Así que ya lo sabes. Girlboss, instrucciones de uso: no despegues tu culo del sofá hasta que no veas el último episodio, y justo después pega un brinco y lánzate a conquistar el mundo con aquello que más te inspire. Claro que habrá que ver cómo sigue la serie, de existir más temporadas. Mientras se rodaba la primera, Nasty Gal entró en un concurso de acreedores y la fortuna de su fundadora Sophia Amoruso cayó en bancarrota. No se me ocurre mejor argumento para una secuela que esta caída después del ascenso, el episodio que se acaba de consumar en la vida real de la protagonista. De lo que no queda duda es que Sophia seguirá siendo una jefaza, y volverá a aplicar a su carrera aquella máxima de Beckett: "Fracasa otra vez. Fracasa mejor".