Algunas personas nos cuentan la primera vez que siguieron el impulso de sus fetiches

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Algunas personas nos cuentan la primera vez que siguieron el impulso de sus fetiches

Fetichistas del encarcelamiento, los eructos, las cosquillas y engordar a la pareja comparten las historias de sus experiencias formativas.

Perder tu virginidad puede ser una experiencia traumática. No tienes idea de lo que estás haciendo o cómo hacerlo, y hay un límite para las cosas que puedes aprender por tu cuenta. Pero bueno, se trata de sexo estándar y vainilla: una práctica ampliamente aceptada por la gente común. Así que incluso si no estás seguro de ti mismo, al menos no hay tabúes que superar antes de aventarte de lleno.

Pero imagínate si tienes un fetiche —uno que es incómodo de platicar con los amigos o durante las primeras etapas de una relación— y nunca has seguido el impulso de tu deseo. ¿Qué pasa entonces? ¿Cómo exploras tu nicho sexual por primera vez?

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Hablé con cuatro fetichistas para averiguarlo.

Fetiche de encarcelamiento

Diosa Cleo (centro).

VICE: ¿Puedes explicarme tu fetiche?
Diosa Cleo: Tengo un fetiche de encarcelamiento, en la parte en la que uno "da". Básicamente significa que me gusta encerrar a las personas que tienen el mismo fetiche, pero en la parte en la que uno "recibe"; disfruto molestarlos con dejarlos salir y complacerlos con su fetiche. Hay una área gris con este fetiche en vista de que incorporo esposas y otras ataduras cuando lo pongo en práctica. Para mí se trata del control y a veces también de crear un juego de rol.

¿En qué momento te diste cuenta de que tenías un fetiche?
Bastante joven. Siempre jugué médicos y enfermeras o ataba a la gente. Empecé cuando tenía unos cinco o seis años de edad. Recuerdo haber atado a uno de mis amigos locales de la infancia a un árbol usando vides. También acostumbrábamos jugar con grandes cajas, y encerraba a mis amigos ahí y fingía que estaban en la cárcel.


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¿Puedes describir la primera vez que seguiste el impulso de tu fetiche?
En realidad no lo recuerdo, aparte de crear ventanas en los costados de las cajas y encerrar ahí a mis amigos, cuando tenía cinco o seis años. Encerré a mi hermano en el gallinero cuando tenía unos 11 años, y me sentí bien. ¿Eso cuenta?

¿Trasladaste tu fetiche a tu verdadera vida sexual?
Todo depende de si tengo un compañero de juego privado a quien también le gusta, así que diría que a veces sí sucede, pero no en general. Me agrada darle una experiencia increíble a alguien, así que diría que soy adicta a la sensación que me provoca ver que alguien está completamente extasiado y flotando tan alto en endorfinas que apenas y puede hilar dos oraciones seguidas.

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Fetiche de Eructos

VICE: ¿Cuál es tu fetiche?
Mike*: De entre los pocos que poseo, tengo un fetiche de eructos, lo que significa que encuentro excitante cuando las mujeres — en vista de que soy hombre heterosexual— eructan. No es siempre el caso, ya que realmente depende del atractivo físico de la mujer y la consistencia del eructo. Un ejemplo real de "consistencia" es algo parecido a cantar una canción; siempre sonarás mejor si practicas y tienes buen control de la respiración. Si lo fuerzas, sale mal y no es fácil de escuchar.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías un fetiche?
Creo que mi fetiche se deriva de las mujeres que generalmente se comportan de manera contradictoria a la naturaleza amorosa y gentil que la mayoría de nosotros recibimos de nuestras madres. Hubo un par de mujeres con las que crecí a quienes les gustaba jugar rudo, y a veces me molestaban. Curiosamente, fueron esas mujeres las que más me llamaron la atención, y supongo que eso me interesó porque se notaba que eran diferentes y disfrutaban vivir en lugar de mantener las normas sociales.


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Más tarde, cuando empecé a entrar a la pubertad, mis intereses extraños en las mujeres que no encajaban en el molde se convirtieron en una parte clave de mi sexualidad. No recuerdo exactamente cuándo se convirtió en algo que empecé a buscar activamente, pero sí recuerdo a una chica en el noveno grado que normalmente eructaba cuando regresaba a clases después del almuerzo. Hoy en día, mis narraciones fetichistas tienden a incluir eructos siempre que sean aplicables. Por supuesto, toman un papel menor, contrario a aquellos que escriben historias exclusivamente sobre eructos e incluyen largas e interminables onomatopeyas como "BUUUUUURRRRPP", que encuentro bastante tontas. Pero cuando tiene sentido, como después de terminar una gran comida, me aseguro de incluir los eructos.

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¿En qué escenarios imaginas tu fetiche?
Curiosamente, mis fantasías casi nunca se desvían hacia lo estrictamente sexual. Por lo general, pienso en dos o más mujeres que tienen un concurso de eructos improvisados con ambas tratando de superar a la otra, mientras beben más y más refresco, que tiende a provocar inflamación, y lo aguantan hasta que la presión es demasiada, y lo dejan salir, seguido de eructos incontrolables más pequeños. Un escenario típico es una mesa de cristal en una piscina con mujeres en bikinis.

Fetiche de cosquillas

VICE: ¿Me puedes explicar tu fetiche?
Allan*: Las cosquillas. Me encantan en todas sus formas. Desde las caricias suaves y sensuales hasta las cosquillas prolongadas, intensas y sádicas. Soy muy cosquilludo y estoy dispuesto a que me hagan cosquillas hasta que apenas puedo respirar. Me encanta la intensa sensación totalmente fuera de control que me genera —llamada "shock vasomotor" por los neurofisiólogos— y me encanta ver la sonrisa en la cara de mi torturadora. También me fascina hacerle cosquillas a una mujer que es muy sensible, ya sea que apenas esté mostrando su aprecio por unas cosquillas suaves tipo caricia, o que me ruegue misericordia para detener las cosquillas del tipo más intenso. No tengo ningún deseo de hacerle cosquillas a los hombres, ya que soy estrictamente heterosexual.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías ese fetiche?
Descubrí las cosquillas primero en mi escuela secundaria para hombres. Parecía ser el método preferido de hacerle bullying a los niños más jóvenes. En ese momento yo las odiaba —la sensación me aterrorizaba— y hasta el día de hoy, no creo que los practicantes de lo que podría ser visto como formas más extremas de BDSM se den cuenta de lo angustioso que pueden ser las cosquillas para alguien que realmente no puede aguantarlas. Al final, me empecé a llevar con un amigo de la escuela igualmente tímido a quien también le hacían bullying. Pasamos un buen tiempo después de la escuela haciéndonos cosquillas en un ambiente menos amenazante, tratando de desarrollar una tolerancia a esta brutal invasión de nuestro sistema nervioso. Y funcionó: Conseguimos llegar al punto en que podíamos soportar las cosquillas de los otros muchachos hasta que perdían interés. Pero, para entonces, ambos estábamos empezando a encontrar las cosquillas emocionantes y placenteras. A medida que llegó la pubertad, ambos nos dimos cuenta de que preferiríamos hacerle cosquillas a las chicas que entre nosotros.

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Mi amigo y yo llegamos a ser conocidos como los "gemelos de las cosquillas" por las adolescentes. Muchas chicas no se nos acercaban, pero otras tenían curiosidad e incluso nos buscaban. Varias veces peleamos por la misma novia cosquilluda.

¿Trasladaste tu fetiche a tu verdadera vida sexual?
Definitivamente. He intentado entablar relaciones con mujeres que definitivamente no están interesadas en, o no pueden tolerar las cosquillas, y no suelen durar mucho tiempo. Pero creo que la palabra clave es "definitivamente". Creo que mucha gente tuvo una mala experiencia con las cosquillas cuando es joven, pero si las redescubres más tarde de una manera más cariñosa en circunstancias menos amenazantes, puedes darte cuenta, como yo, que llegan a ser increíblemente sensuales y eróticas. He tenido tres relaciones a largo plazo que comenzaron con mi pareja odiando la idea de hacernos cosquillas, pero rápidamente se volvieron tan entusiastas como yo de la actividad. Encuentro que una buena y larga lucha de cosquillas es el mejor de los juegos previos, y no hay actividad BDSM que requiera un escenario de bondage tanto como "la tortura de cosquillas".

Considero que ambos escenarios son convincentes y sensualmente eróticos, y preparan el acto de hacer el amor de una manera que una cogida de cinco minutos nunca podría. Existe el peligro de prolongar este tipo de juegos previos durante tanto tiempo que uno tenga un orgasmo prematuro, pero esto no me ha ocurrido con frecuencia y en mi opinión vale la pena el riesgo de una noche de pasión increíblemente estimulante. A veces también tengo fantasías sobre cosquillas grupales, pero como nunca he estado en orgías y tiendo a ser bastante posesivo con mi pareja, éstas suelen ser sólo fantasías.

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Fetiche de engordar a la pareja

VICE: ¿Me puedes explicar tu fetiche?
Carl*: Mis amigos explicarían mi fetiche simplemente como "prefiere a las chicas de gran tamaño", pero cuando se trata de la sexualidad, encuentro que pocas cosas son en blanco y negro. No hay "preferencia" en esto, para empezar. Me gustan única y exclusivamente las chicas de gran tamaño. Realmente experimento el mismo nivel de atracción sexual a otro varón que el que siento por una mujer delgada, que es nulo.

¿Cuándo te diste cuenta de que tenías un fetiche?
Siempre me ha fascinado la gente gorda, pero supongo que no fue hasta la pubertad cuando establecí el vínculo sexual. Cuando mis compañeros de clase hablaban de una chica atractiva, yo ni siquiera volteaba a ver porque ella ni siquiera figuraba en mi espectro, pero me excitaba cuando los compañeros de clase hablaban de la chica gorda a sus espaldas, mientras señalaban todas las maneras deliciosas en que su cuerpo se desparramaba de su ropa o cómo su asiento crujía cuando se sentaba. Supe muy pronto quién y qué tipo de mujeres me gustaban, y no mucho tiempo después de esto vi que esas niñas atormentadas fracasaban en sus dietas porque la tentación del sabor y el consumo eran demasiado grandes para resistirse. Me enamoré de la idea de que la razón por la que eran tan hermosas era porque simplemente no podían dejar de comer.


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¿Recuerdas la primera vez que seguiste el impulso de tu fetiche?
Cuando trabajaba medio tiempo durante la universidad en una cafetería y deliberadamente servía a los clientes más gordos las rebanadas más grandes de pastel e incluso les servía un pedazo extra a escondidas si mi jefe estaba en su descanso. Me encantaba hacerlo y ellos me amaban por eso también. Esta fue realmente mi primera experiencia tratando de engordar a otros para mi propio placer. Yo estaba sexualmente entumecido y simplemente aburrido sin el fetiche. Literalmente era lo único que tenía para excitarme, para bien o para mal.

¿Trasladaste tu fetiche a tu verdadera vida sexual?
Sí. Mi novia ha subido 50 kilos en tres años desde que nos conocimos, y cada bocado que da, cada minuto que pasa en el sillón, su talla lentamente superando su ropa, y cada paso menos que necesita para quedarse sin aliento se recrea a detalle en el dormitorio. Todavía está en la infancia de su aumento de peso, pero su aparente adicción a ingerir comida rápida y descansar en nuestro sillón la está haciendo más una diosa y a mí más un esclavo de sus demandas. Cada momento con ella es un juego previo, y toda esa acumulación termina en un crescendo sexual profundamente íntimo y explosivo.

* Los nombres han sido cambiados para proteger las identidades de los sujetos.