Así es la vida cuando tu padre sufre esquizofrenia

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Salud Mental

Así es la vida cuando tu padre sufre esquizofrenia

Mi padre sufre de esquizofrenia paranoide desde los 25 años, una realidad que me ha acompañado durante toda la vida.

Mi padre sufre una esquizofrenia paranoide que desarrolló hace treinta años. En líneas generales, lo que la enfermedad le produce es una creencia en que la gente de su alrededor habla mal de él, le insultan o conspiran contra él. Después hay detalles más concretos como ser emocionalmente inerte, tener una capacidad social muy reducida y tener una irritante tendencia al desorden.

En mi opinión, ya que no hay mucha información segura al respecto, este tipo de enfermedades tienen tanto una carga genética como contextual. Es decir, puedes tener una predisposición genética que no detona hasta que te ocurre algo en la vida que hace que tu cerebro se descontrole. Puede ser a causa de las drogas o por un trauma.

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En el caso de mi padre sé de buena mano que es muy probable que tuviese una gran disposición genética puesto que mi familia paterna fue bastante peculiar, con tendencias psicológicas bastante extrañas. También sé que mis abuelos lo abandonaron con cinco años en un internado cuando ellos emigraron a Suiza en los sesenta.

Puedes tener una predisposición genética que no detona hasta que te ocurre algo en la vida que hace que tu cerebro se descontrole a causa de las drogas o de un trauma.

De hecho, lo tuvieron que meter en uno de los pocos internados que por aquel entonces aceptaban niños tan pequeños. En ese internado donde obviamente sufrió una carencia de cariño que mis abuelos debieron de haberle dado también sufrió abusos físicos por parte de los curas. Mi padre me ha llegado a contar muy vagamente como en más de una ocasión los curas les propinaban palizas a los niños que se alargaban más de media hora con la justificación del castigo.

El problema es como el sentirse abandonado a los cinco años en un ambiente tan hostil como un colegio de curas de los sesenta afectó psicológicamente a mi padre. De todos modos, su enfermedad no se desarrolló hasta los 25 años cuando ya estaba casado con mi madre y esta ya estaba atado a él por mi hermano que acababa de nacer.

Tener que vivir con alguien con una enfermedad así es muy duro. Por una parte, cuando estás en casa tienes que enfrentarte al comportamiento aleatorio y paranoico de una persona enferma que no para de hostigarte con sus enredos mentales. Por otra parte, en el exterior tienes que disimular todo lo que te pasa en casa porque a nadie le incumben los asuntos privados de tu familia.

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Sin embargo, las peores situaciones se presentan cuando mi padre no acepta que está enfermo, lo que hace que no quiera tomarse su medicación. Es cierto que la medicación que se utiliza para tratar la esquizofrenia es muy fuerte y deja a las personas muy sedadas, pero es completamente necesario. Me molesta enormemente cuando diarios de tirada nacional dedican un artículo a hacer publicidad de libros de autodenominados gurús que dicen que el uso de medicación en la psiquiatría es un error. Sin embargo es que es un hecho que las vidas de las personas enfermas se han dignificado desde que han empezado a tomar medicación. Decir semejantes tonterías es como decirle a un enfermo de cáncer que deje de tomar su medicación porque es muy fuerte y le está machacando.

Si no fuera por la medicación hoy en día mi padre estaría en un psiquiátrico ingresado indefinidamente y con brotes psicóticos continuos. Está claro que es gente que en su vida ha sabido de primera mano lo que es convivir con alguien enfermo mental y solo buscan el dinero de las conferencias y las ventas de sus libros. Al final, cuando mi padre toma menos de su dosis necesaria o decide no tomarla por iniciativa propia cae enfermo, tiene un brote psicótico y es ingresado durante una semana en el hospital.

Si no fuera por la medicación hoy en día mi padre debería estar en un psiquiátrico ingresado indefinidamente y con brotes psicóticos continuos

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Con respecto al apoyo que recibe la familia de los médicos es nulo. Se supone que una enfermedad mental se nota en el día a día y no en cinco minutos que el psiquiatra pasa con el enfermo antes de recetarle la medicación. Sin embargo, los psiquiatras siguen bajando la medicación de mi padre a veces sin haberlo consensuado con mi madre. Y si mi padre no está bien es mucho más fácil que vuelve a recaer fuertemente en su enfermedad.

Mi madre, quien siempre se ha encargado de tratar con los psiquiatras, aunque de hecho siempre se ha sentido ignorada por ellos. Ni siquiera en la cínica López Ibor, el centro psiquiátrico de España por excelencia y a la que mi padre acudió durante 15 años, mi madre se sintió cómoda con la comunicación con los médicos. En mi opinión en este tipo de casos un asistente social debería vigilar la evolución de los pacientes y hacerles un seguimiento, asegurarse de que entienden su enfermedad y la aceptan, y ayudar a la familiar a lidiar con el enfermo.

Los psiquiatras siguen bajando la medicación de mi padre a veces sin haberlo consensuado con mi madre

En lo que a mí respecta, creo que he sabido lidiar con la enfermedad de mi padre mejor que mi madre. Estoy acostumbrado desde pequeño a la forma de ser que tiene debido a la enfermedad y se cómo aislarme en mi habitación e ignorarle cuando empieza con sus paranoias.

Siempre que estoy en casa intento estar lo más posible en mi habitación y salir lo mínimo necesario para ir al baño y a la cocina. De hecho, hay muchas veces que si mi padre está en el salón intento llevarme mi cena a la habitación para no tener que estar con él. También, debido a la enfermedad de mi padre, siempre me quedará la duda de si en algún momento de mi vida desarrollaré la enfermedad por tener una mayor posibilidad al ser en gran parte una enfermedad hereditaria.

Es también por eso por lo que siempre he intentado mantenerme alejado de la marihuana o cualquier otro tipo de droga, ya que lo único que podrían hacer es iniciar el desarrollo de la enfermedad. Por eso siempre digo a la gente de mi alrededor que durante un momento se paren a pensar si las drogas como la marihuana merecen tanto la pena cuando pueden producirte una enfermedad terrible que te acompañará el resto de tu vida. Aunque debo reconocer que seguramente si yo no tuviese esa carga a mis espaldas estaría fumando porros igual que el resto de mis amigos.

Con esta crónica de mi vida familiar pretendo que se visibilice el sufrimiento de las familias de enfermos mentales y que las instituciones y los médicos se den cuenta que las familias necesitamos del apoyo de los psiquiatras para tratar con este tipo de enfermedades. También espero que la gente pueda darse cuenta del peligro de las drogas para la salud mental, especialmente si eres alguien con predisposición genética a sufrirlas, algo de lo que en muchos casos, especialmente los más jóvenes, no tenemos consciencia.