Estadio Azteca, el 'Coloso de los Pecados'

Bienvenidos al Estadio Azteca, el Coloso de los Pecados, un lugar donde las normas sociales pierden solidez y pasan a un estado gelatinoso y moldeable, en el cual se alteran a placer.

Recinto religioso, donde Pelé y Maradona tocaron el cielo, Juan Pablo II terminó de enamorar a una nación y el América consiguió títulos auténticamente "milagrosos". También recinto de pecado, con bengalas, apocalípticas invasiones de abejas, cánticos ofensivos y hasta carretillas usadas como proyectiles contra la policía.

Un espacio donde la homofobia no existe, la pizza se llama 'picza' y apodar a personas con diminutivos de legumbres, marcas de cerveza y muñecos de películas de terror tiene todo el sentido del universo.

Donde sí existe la "Vox Populi" y ésta puede llevar a un jugador a entrar de cambio aunque quizás no esté en planes del entrenador, donde la omnipresente y a veces incomprensible voz de Don Melquiades pide "respeto por el arquero rival" y los asientos asignados son meras sugerencias.

Es un lugar en el que las personas pueden transformarse en publicidad telefónica, la sopa Maruchán se pronuncia así, con entonación en la última sílaba y los goles de un tal Corona pueden generar la lluvia del líquido de esta misma marca.

Sucursal más infame del famoso grito de "puto", pero también de los 'oles', las olas, las canciones convertidas en porras y las porras que se volvieron canciones.

Donde la historia habla de uno de los campos más importantes de este deporte, pero la estética pierde coherencia al pasar dos horas de partido admirando en el fondo una construcción en etapa de obra gris.

El Estadio Azteca, un supuesto albergador de discriminación donde hay todo menos eso, donde pobres, ricos y clase media, estudiantes, godinez y hombres de "cuello blanco", niños, hombres y mujeres, se disfrazan tras un manto verde, blanco, rojo o hasta negro, original, copia o 100% pirata, todos bajo una misma causa.

Un lugar donde México es más México que en cualquier otro lugar.