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Por qué Steven Adams, de los Thunder, es más duro que el acero

Para el pívot de los Oklahoma Thunder, recibir un codazo en la cara es prácticamente como disfrutar de la brisa matutina. ¿Chuck Norris, eres tú disfrazado?

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La NBA, dicen, es una competición para tipos duros. No tan duros como Chuck Norris quizás —porque como Chuck solo hay uno—, pero sí gente recia, capaz de recibir golpes y cargas sin inmutarse lo más mínimo. Para competir allí no vale tirarse al suelo y pedir penalti: hay que aguantar el tipo (y las hostias) y seguir jugando.

Muchos diréis que eso es un tópico, que en la NBA se cuecen habas como en todos lados.

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Pues bien, el pívot Steven Adams está ahí para demostraros que no, que no es un tópico. El jugador de los Oklahoma Thunder no es duro: es más que eso. Es acero toledano. Es diamante. Qué narices, es adamantio reforzado.

En el partido de los Thunder frente a los Miami Heat, Steven volvió a demostrar lo que significa ser duro de verdad.

Quizás sean sus orígenes neozelandeses —el país de los All Blacks— o el bigote mágico que lleva, pero parece claro que el codo de Hassan Whiteside para él no es especialmente más molesto que la brisa matutina.

Los Heat terminaron ganando por 97-95, pero dio igual: lo importante fue que todos pudimos ver lo duro que es Steven Adams. Niños, todos deberíais querer ser como él de mayores.