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Materia Prima

El chiste espectral

La escritora Fátima Vélez, radicada en Nueva York, reflexiona sobre el triunfo de Donald Trump, el Brexit y el NO al plebiscito por la paz en Colombia, entre otros acontecimientos políticos de 2016.
Foto por: Daniel Santiago Salguero.

¿Qué pasaría si Donald Trump fuera presidente de Estados Unidos? En el principio fue un chiste. Y anestesiados por las risas, el chiste fue cobrando poder, se hizo carne y pelo de color indeterminado y sospechoso, y no se sabe cuántas cirugías, 70 años, uno noventa de altura. El chiste tuvo efecto y su eco espectral se expandió por las planicies estadounidenses y sus grandes lagos, desoxidó las chimeneas industriales de Detroit, ascendió entre campos de cebada y maíz hasta el color de la piel y le dio al blanco su valor más blanco, un espíritu ya no de palidez, sino de fuerza, de rojez, textura de soberanía blanca, de soberbia blanca, espectros blancos se alzan a la altura de la Estatua de la Libertad, más y más altos proclaman el inicio de la Gran América.

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¿Es este el inicio de la Gran América?

Acá en Nueva York todos tratamos de entender esta nueva realidad que nos resistimos a aceptar y de la que, sin embargo, no hay cómo zafarse. ¿Qué se puede hacer ante algo tan real como la presidencia de Estados Unidos? En un grupo de WhatsApp en el que participamos personas de diferentes rincones del español —casi todos estudiantes o empleados de universidades en Nueva York y sus alrededores— desde que Donald Trump ganó las elecciones postean compulsivamente por lo menos cinco artículos diarios. Artículos con un solo propósito: entender. Porque entender en este caso, además de darle sentido al absurdo y al desconcierto, obedece a la pregunta: ¿qué va a pasar con nosotros? Y la pregunta está latente en el silencio, en los ojos sin brillo de los inmigrantes con quienes cruzo mirada en la línea 7 del metro, que es la que atraviesa Queens desde Long Island City hasta Flushing. (Paradójicamente Queens fue el barrio donde nació y creció Donald Trump).

Dicen que los latinoamericanos somos fuertes porque estamos acostumbrados a que todo se puede ir a la mierda en cualquier momento. No sé, las miradas en cambio dicen que la vulnerabilidad existe a pesar de la capacidad de resistencia —el impacto es reciente—, y es ahora donde se pone en evidencia la herida. Ya se verá qué tan buena es la cicatrización, ya se verá cuánta capacidad de resistencia hay cuando se sepa qué es lo que va a pasar. Lo único bueno, dice una amiga, es que los políticos nunca cumplen sus promesas. No cumplen las buenas promesas, pero pocas veces un político se ha atrevido a hacer promesas tan siniestras, o tal vez sí, Hitler, y las cumplió todas.

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Siempre he sido parte del bando de los vencidos; es difícil descubrirse parte de una minoría, no se entiende, le hace a uno dudar por qué hay tanta gente queriendo vivir bajo gobiernos opresivos. En este último año fueron muchos los fracasos del bando en el que me siento: el triunfo de Macri, la destitución de Dilma Rousseff, el Brexit, el No al plebiscito por la paz en Colombia, la renuncia forzada y muy sospechosa de Gina Parody, de la que extrañamente poco se habla, y ahora la llegada de Donald Trump y lo que es peor, de su vicepresidente Mike Pence (exgobernador de Indiana y conocido por sus políticas homofóbicas, racistas y antiaborto) a la presidencia de Estados Unidos para suceder a Obama, cosa que de alguna u otra manera rompe el corazón, nos afecta a todos, sin importar ubicación ni nacionalidad. El ascenso de Trump y de su maquinaria política representa ya el colmo y la evidencia necesaria para saber que sí, que existe una tendencia marcada hacia la extrema derecha, producto de una desilusión ante políticas más inclusivas y abiertas, ante el "fracaso" de las mujeres gobernantes, la debilidad económica de la Unión Europea, el desplome e irracionalidad de la izquierda en Latinoamérica, entre otros muchos factores.

¿Y qué pasa cuando el chiste se incrusta en la realidad, se apropia de ella?

El chiste deja de serlo y se convierte en lo siniestro, es lo que nos entristece y nos asusta de la figura del payaso. Mucho se habla de la noción de espectro en la filosofía contemporánea. En El Dispositivo de la Persona (2012), el filósofo italiano Roberto Esposito habla sobre lo espectral como "… una súbita erupción de algo que parecía muerto y que en cambio dormía, a la espera de que en el tejido del tiempo histórico se produjera un desgarro por el cual pudiese salir con una violencia incontenible".

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Y a través de ese desgarro surge el contagio zombie de líderes con discursos mortíferos, que promueven la guerra, el odio, la venganza, la ceguera; líderes que creíamos no podían existir más después del oprobio de la Segunda Guerra Mundial y que sin embargo siguen surgiendo una y otra vez. Y lo que es peor: lo seguirán haciendo, porque es la manera en que parece funcionar la historia. Me pregunto en qué órgano, en qué parte humana tienen resonancia estos discursos, qué se necesita para creer en ellos, si alguna parte de mí y de la gente que me rodea es susceptible al contagio, debe ser la misma susceptibilidad y vacío que hace que nos hagamos parte de una religión, algo que nos hace parte de algo externo (un ideal político, una idea de dios) y nos libera de ser parte de nosotros, de una racionalidad con la que no queremos enfrentarnos. Hay un exceso de vacío en lo que está pasando ahora, entre la crisis de los refugiados, la inexplicable falta de solidaridad de la Unión Europea, el ascenso de Trump, que no es sólo el ascenso de Trump sino la legitimidad de lo que representa. Vacío de un sentido político.

Vacío espiritual también mientras las iglesias cristianas en Colombia promueven una guerra contra los grupos LGTBI. Por alguna razón ven en el referendo de la paz "tal como está" una amenaza contra la "institución" y "valor" de la familia heteronormativa, leen en las 297 páginas del plebiscito una avaluación del libertinaje, según ellos probado por el hecho de que en ninguna parte se menciona a Dios. Y mientras Dios no aparece en ningún lugar del plebiscito (cosa que según mi opinión está muy bien siendo este dios del cristianismo tan bélico y excluyente), hay un crecimiento exponencial de iglesias cristianas en Colombia. Habría que estudiar esta densificación más a fondo y con qué se corresponde, pero lo que sí es seguro es que hay una relación proporcional entre el triunfo del NO y el recrudecimiento de la opresión contra las libertades individuales y las formas no convencionales de vivir. Esto resuena con lo que pasó durante finales de los sesenta: en plena época de la revolución sexual, la pastilla anticonceptiva, el amor libre, las reformas estudiantiles, tuvieron lugar hechos tan atroces y reaccionarios como la masacre de los estudiantes de Tatlelolco en México, las desapariciones de las dictaduras latinoamericanas, los campos de concentración o la conversión de los homosexuales en Cuba, entre otros. No es cuestión de socialismo, como ya lo he mencionado, el régimen cubano promueve un discurso tan patriarcal, machista y homofóbico como el de la derecha. Bajo el discurso antisocialista de "no queremos que Colombia se convierta en Venezuela", se están escondiendo otros intereses parecidos a los valores defendidos de patria y familia durante las más opresivas dictaduras.

El problema de todo este ascenso de la derecha es la opresión sobre las libertades individuales. Se activa una urgencia de hacer algo, ideas, no importa lo utópicas; pero ideas, no chistes, cuidado con los chistes, tan peligrosos y vivos en su espectralidad, uno se descuida y ya les pertenece. Pero, me pregunto, si el peor de los panoramas está cumpliéndose, ¿no quiere decir que también el mejor de los panoramas tiene su gramo de posibilidad?

Algunos dicen, así las cosas, ¿para dónde vamos? ¿Para dónde nos vamos? Ya que no hay un lugar a salvo donde nos abran la puerta de par en par a los colombianos, qué bueno sería salir a pasear un rato por fuera del cuerpo, o tener un dispositivo de cambio de vida. La sensación de irse es general, ya la he escuchado varias veces. Pero en pleno ascenso de las fuerzas oscuras, ¿es un irse, un salir, un dispositivo de cambio de vida lo que resignificaría el panorama? ¿Qué tipo de dispositivo de resistencia nos exige un mundo donde los chistes han usurpado la realidad?

***

Si algo tiene de bueno todo esto es el surgimiento de lo inesperado, la oscuridad no funciona sin la luz y ésta nos ha impregnado a algunos de una fuerza y una voz política, que se ve tanto en el acto de mis hijos de siete años de hacer dibujos contra Trump, como en el acto de ese grupo de mariachis congregados frente al Grand Hyatt de Manhattan, donde a las 6:00 p.m. del 8 de noviembre de 2016 cena el exdueño de Miss Universo y futuro presidente número 45 de los Estados Unidos. Al principio se piensa que es una serenata dirigida a Trump, pero luego, al enfocar con más cuidado, la presentadora de Univisión rectifica: Es una protesta, dice, y la cámara muestra las pancartas "Paren el racismo y el odio", "NY love inmigrants" , "Unite and fight", y guitarra, violín, trompetas.